Párrafo 14.24

14.24 «La educación induce a polarizar la atención independizando el uso de los sentidos, y el misterio desestabilizador del arte revoluciona la obediencia forjada por la mente provocando la alucinación, cegando de luz la realidad hacia un espacio confuso entre análisis y analogías por el que trazan rutas las musas que traen los cantos de los pájaros de fuego. Las musas soplan en los ojos creando mantras y fonemas desconocidos, recorren los oídos grabando imágenes de una realidad inédita, contemplan los temblores de los surcos de una nueva piel que quiere nacer».

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Parece que la educación, tal y como se concibe hoy en día, en vez de generar una apertura hacia el conocimiento, fomenta la creación de compartimentos estancos en los que el conocimiento queda atrapado en sí mismo. Nada se conecta con nada, potenciando de esta manera la especialización, que en última instancia consiste en “saber muy poquito de casi nada”. Este funcionamiento parece ir contra natura, ya que nuestra propia biología se comporta de otro modo: en el cerebro humano, las neuronas se conectan entre sí mediante sinapsis neuronales, tejiendo redes de una asombrosa complejidad. Y es a través de la interconexión de estas neuronas que nuestro cerebro se desarrolla.

El sistema educativo genera individuos “educados”, es decir, individuos que se suponen que saben mucho de una sola cosa, olvidando que todo está relacionado entre sí. Se educa en la obediencia, desde la inducción de un conocimiento fragmentado y carente de toda creatividad. Por supuesto que las ganas de aprender suelen brillar por su ausencia en este formato que consiste en cumplir con lo estipulado.

Y es precisamente el Arte el que es capaz de romper la obediencia y crear alucinaciones. De generar un espacio en el que ambos hemisferios cerebrales, el analítico y el analógico, abran un camino de encuentro en el que todo sea posible, en el que todos los sentidos se fusionen, se mezclen y entrelacen rompiendo la realidad. Un espacio a través del cual se cuelen las musas y, desde alguna otra realidad, soplen en nuestros oídos sus secretos, ayudándonos en el nacimiento de una nueva posibilidad.

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1 Comentario

  1. Rafa
    13 octubre, 2018

    Sostenía Nietzsche, que la realidad, es la transmisión de mensajes desde el inconsciente al consciente, o desde el plano astral al plano material.

    Esos mensajes, los tamizamos a través de una simbiosis entre lo analógico y lo analítico, o de otra manera, interpretamos esa realidad en función de nuestro estado (educación, influencias genéticas, alienaciones ), y esa es nuestra realidad, la que vemos cada uno.

    De algún modo esa es la función de los velos de maya, hacer de criba de una realidad que nos resultaría cegadora, pues no estamos preparados todavía para asumirla.

    El arte, también nos llega desde un plano superior, y Nietzsche nos habla de la relación entre arte y realidad.

    «El arte pone un velo sobre la realidad; produce cierta artificiosidad y cierta impureza en el pensamiento; con la sombra que proyecta sobre él, unas veces esconde y otras revela. Pero igual que la sombra es necesaria para embellecer, así lo «oscuro» es necesario para aclarar. Y de este modo el arte hace soportable la visión de la vida porque pone sobre ella el velo del pensamiento impuro.»

    Así, que el misterio del arte, abre caminos con sonidos y miradas nuevas, que nos ofrecen esas princesas del cuento abriéndose paso entre la limitación de nuestros sentidos atraidas por la posibilidad de una mujer o un hombre también nuevos.

    Un abrazo

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