Párrafo 6.26

6.26 «La Historia está amortajada por el tiempo, entre sus lienzos muchas religiones amalgamaron ritos y creencias con las que arroparon el corazón helado de un hombre dormido en el movimiento de la música binaria. Siempre han existido héroes que reivindicaron el derecho de todos a vivir. Contra los traficantes de sueños se alzan los que descubren que la realidad está estacada por la ignorancia y alambrada por el miedo».

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COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Los seres humanos en todos los lugares y períodos de la historia conocida han demostrado facultades que van mucho más allá de los logros de la supervivencia, lo que hace pensar que la especie humana puede tener necesidades mucho más fundamentales que ganarse la vida «sin más», ya que esto podíamos haber continuado haciéndolo de la misma forma que lo hacían nuestros antepasados homínidos sin necesidad de plantearnos nuevas inquietudes vitales.

Siendo así, ¿de qué necesidades hablamos? No hay una contestación completa sin caer en una respuesta unilateral acerca de la evolución humana, pero parece que ser significa dar un cauce de expresión a las propias facultades y talentos, a la multiplicidad de dones que posee cada ser humano, en grados diversos. Significa renovarse, asumir la ignorancia, crecer, amar, trascender la cárcel del propio «yo» aislado; y no caer en el deseo de tener, de controlar, haciéndose así esclavo de los propios deseos.

¿Por qué ha sentido el hombre la necesidad de evolucionar, de trascender el sentido de su vida?

«Una vida sin búsqueda no es digna de ser vivida» diría Sócrates.

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4 Comentarios

  1. Afrodita
    18 febrero, 2014

    — ¿Seremos lo que depare el devenir de los días y el hálito en que reside qué buscamos o desea —más allá de la deriva de intereses, o de afanes, o de sueños o baldías esperanzas sin retorno a qué fue lo que latía cuando fuimos otra cosa libre de la pesadilla de procurar el sustento, y el cobijo, y la tan nimia imperiosa contingencia que porfía porque bajemos la guardia que sólo velar tendría por no perder nunca el paso, ni el ritmo, que conducían a lugares desprovistos de barrotes ni cortinas que ensombrecen la pureza del candor que siempre anida aunque ignorado o sumido en sopor denso que incita a no mantener alerta los sentidos que motivan al alma a ser la guardiana de la senda que dirija por caminos ignorados pero de traza precisa en el saber de los hombres pese al cuerpo en el que habitan — algo que no es de este mundo de torpezas y mezquinas ambiciones tan rebeldes, tan atroces, tan remisas a dejar ir a su presa donde fundirse a la dicha?
    Preguntó la voz que dentro de su ser tan sólo oía el caminante perdido, errante que sólo mira con los ojos dónde pisa y con su mente la estela que aun en su olvido lo guía.
    Y la respuesta tardaba.
    Y el hombre no decaía.
    — Y las cortinas y rejas que el candor ensombrecían… ¿Qué pasó, qué fue de ellas?
    Y recordó que eran filfa.

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  2. Ipso-Facto
    20 febrero, 2014

    Estupenda imagen de amortajado. Al respecto tengo una curiosa historia muy en consonancia con exste parrágrafo.

    Amedeo Chiarisciuno (detto “il Linguone”)
    Arte con los sextidos.

    Desde hace poco más de dos años, no hay gran galería internacional que no proclame su interés por incorporar a su grupo de artistas a este robusto y gozador “gondotiere”. Por otra parte, no hay que olvidar que esta región italiana está ubicada en un antiguo lugar de cruce de culturas entre lo mediterráneo y latino, lo centro europeo, y el vector oriente-occidente. Es habitual encontrarse con las sensuales y hasta escabrosas muestras del artista en las salas de exhibición más reconocidas de Rávena y Venecia, aunque suele ser expositor más próximo a la célebre y provocadora “Gallería di l’Ombra”, situada en la orilla oriental del lago de Garda.
    He podido asistir a alguna de sus últimas demostraciones de lo que él mismo llama “Dipingere, in summa”, incluidas las espectaculares acciones conceptuales demostrativas de su técnica. Il Linguone no demuestra pudor ni reserva artística alguna durante estas acciones, y en el exponer y ejemplificar como llega a la obtención de sus manifestaciones pictóricas. ”Esseno dei fatti”, argumenta a gritos en pleno arrebato creativo, en medio de un zafarrancho que califica como “attitudine di riconoscenza”. El mismo se define como un pintor “sboccato”, o en otras ocasiones, adoptando lo dicho por alguno de sus críticos “il pittore di lingua spaventosa”, pero insiste en que sólo es un artista del gusto, y que ha encontrado el camino hacia la integración de las artes en el plano de la sensualidad a partir de un método expeditivo: utilizar como herramienta o instrumento de su trabajo, y de forma única, su propia lengua, y como materia plástica de elaboración de su obra colorantes y saborizantes obtenidos a partir de materias primas vegetales de alta calidad y cultivo ecológico, procedentes de la más selecta cocina oriental y mediterránea, así como de remotos países latinoamericanos y asiáticos.
    Sostiene además el pintor, que siendo Italia uno de los países más ricos y conocidos en su cocina básica –pastas, pizzas, arroces y guisos variados- esa expresividad y conocimiento universal debe ser “inmischiato in ópera”. Habla tambien de la consecución de un arte integrado y sensual, que rescate la traslación al objeto, de forma lo más directa posible, de la “corpore-oralita”, Coincide en esto, aunque por caminos menos dramáticos, con la artista anglosajona que expresa su intencionalidad plástico-psicológica a través de su propio “sacrificio corporal”, entendiendo al cuerpo como lugar sacro, y auto infligiéndose heridas sangrantes, cortes y laceraciones en pies y manos, cuyo producto, la sangre derramada a gotas, sirve posteriormente para imprimir sobre materiales diversos los rastros y huellas de ese sacrificio, y todo ello a través de acciones o perfomances en directo,
    Chiarisciuno, por el contrario, demostrando su carácter fogoso, pasional y vividor, cree que el cuerpo es conductor de placer, sujeto básicamente lúdico y hedonista cuyos gozos deben ser expresados. Al efecto, uno de los “fatti”, o hechos preferidos de Il Linguone, es actuar sobre el cuerpo desnudo de una modelo alrededor de sus zonas más erógenas –pechos, pubis, muslos, glúteos, etc.- por medio de la lenta exploración de la lengua continuamente cargada o inmersa en sabores y colores orgánicos, para luego trasladar el resultado de esa exploración-marcación a través de la impresión por contacto de las áreas tratadas sobre telas con la preparación ya descrita. El artista explica que cada mujer/modelo inspira su obra o acción de forma diferente, y requiere de colores, olores y sabores asimismo diversos.
    El resultado, que he podido comprobar personalmente y en varias ocasiones, tanto en simples exposiciones como en acciones directas tiene, de forma indudable e indeleble, una fuerte carga sensual, erótica o casi, junto a un tenebroso recuerdo de ritos funerarios y ancestrales prácticas corporales, y permite asistir, cualquiera sea la forma o circunstancia de su presentación, a resultados muy elocuentes y perturbadores. En estas exposiciones, se suele permitir que el espectador acerque su percepción olfativa al objeto plástico terminado, para así degustar las diversas variables allí representadas e impregnadas. Incluso no es raro discurrir por salas cuya carga olorosa junto al ávido intento por parte del público de reconocimiento de los distintos aromas y materias es evidente. En cuanto a los colores utilizados, salvo raras excepciones, suelen ser de tonos suaves, apastelados o naturales, casi siempre cálidos. Los trazos y rastros dejados por el instrumento de trabajo pictórico, la larga lengua propia del artista que añade por ello otro motivo de curiosidad y reconocimiento, denota la destreza con la que el autor la utiliza, casi como si fuera un suave pincel de paleta variable, dúctil, de rastro fino o grueso, apuntillado, con giros cambiantes, o estampaciones rudas y abiertas, que permiten percibir la propia textura papilar. El artista acota que en algunas pinturas directas sobre papel o tela, se deja influir por la contemplación ensoñada de un plato de comida, el recuerdo de una visita al mercado, o la memoria de alguna experiencia degustativa de gran impronta, tratando de confirmar que los placeres del paladar y el estómago son también materia de construcción artística. Chiarisciuno ha reclamado en diversas oportunidades su paternidad sobre el concepto de Body Painting, al que en su derivación americana ha llegado a calificar como de “obscena y pobre representación de descerebrados”.
    Es difícil a veces imaginar que este personaje, robusto y vital en sus pletóricos casi cincuenta años como el Jean Val-Jean de Víctor Hugo, y en el fondo tan románticamente cargado de muestras de hedonismo y sensualidad como aquél, pueda ser originario y habitante de una ciudad como Rávena, inmersa en esa sutil radiación de notorio hieratismo bizantino, donde las personas hablan suave y dulcemente, con gestos contenidos, y el paisaje parece una pintura de Turner entre la bruma.
    Muchos de los críticos conocedores de su personal biografía se preguntan cómo Chiarisciuno ha podido llegar hasta allí, toda vez que su infancia y adolescencia, fuertemente influenciadas por el padre, parecen haberlo orientado hacia una cierta búsqueda mística y sincrética del entrecruzar de religiones y sus prácticas; y no por nada, esa impronta de la bizantina Ravena señorea por los intersticios de su alocada personalidad. Basta recordar que fue su padre quién lo influenció para que realizara el bachillerato como interno en un instituto religioso de Turín, con la encomienda expresa de estudiar, de paso, el milagro de «La Sin done», la Sábana Santa que se guarda en una capilla de la catedral. ¿Por qué? Porque el severo progenitor del artista, perteneciente a una cofradía religiosa de la ciudad, estaba convencido al igual que sus correligionarios, que la famosa Sábana o Lienzo con la imagen de Jesús tuvo que haber pasado forzosamente, en su peregrinar por Europa, por la antigua capital del Imperio Cristiano de Occidente, después de haberlo hecho por la del Oriente, y todo ello antes de seguir viaje a Francia para luego terminar en Turín. No hay que olvidar que durante el siglo V, Rávena fue capital del Imperio Romano de Occidente -habiendo sido el emperador Honorio quien trasladó allí la corte imperial- del reino germánico de Italia y posteriormente se convirtió en sede del exarca enviado desde Constantinopla para gobernar Italia. El florecimiento de la ciudad continuó durante los reinos romano-bárbaros de Odoacro y Teodorico, así como con la dominación bizantina del emperador Justiniano y su esposa Teodora, en el siglo VI.
    Aquellas preocupaciones paternales y personales adquiridas, marcaron de forma indeleble las expectativas vitales y artísticas del joven, y orientaron su personalidad hacia la búsqueda de prácticas similares de enterramiento y conservación de cadáveres y rastros humanos como efecto protector de la continuidad o renacimiento de una forma de vida, y de la permanencia y evidencia manifiesta del alma. Habiendo ya culminado en la misma Turín sus estudios artísticos, inició un largo peregrinar multicultural al encuentro de las viejas prácticas sobre preparación de los muertos para su viaje al más allá, interesándose además por cuantos ungüentos, esencias, ceras, telas y tinturas fueron, o aún eran, usadas para tal menester. África, Asia y Oriente, y las tierras de la América del Norte, fueron durante años sus habituales hogares, al tiempo que ejercitaba el aprendizaje sobre técnicas pictóricas, aceites, lienzos y materias naturales para la traslación del color y su fijación.
    Todo el mundo ignora en que momento esa búsqueda casi iniciática cambió como para obligarlo a decidir volver a su Ravena natal y comenzar a volcar, de una forma absolutamente vital y casi obsesiva, todo lo aprendido durante sus viajes, pero con un matiz nuevo y sustancial, la absoluta necesidad de goce sensual. Alguno de esos estudiosos opina, o cree, que su vida cambió al encontrarse en Benarest con una intocable de prodigiosa belleza, quien le enseñó los secretos del amor tántrico, y el disfrute casi religioso del uso de ancestrales recetas para la conservación de la deleitable juventud. Es decir, su propia y eterna Fantine.

    Borello, Chietti. Italia. Abril de 2007

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  3. Atila
    20 febrero, 2014

    Y cuando estamos en un concierto y el director entrega su alma y los corazones de los asistentes empiezan a sentir su corazón trabajando muy lento, o en una obra de teatro los que también entregan lo mejor de sí mismos, en los espectadores también sienten que ellos también entregan lo mejor, y cuando un espontáneo de verdad en una función flamenca, sale es que necesita entregar lo mejor de sí mismo y entonces aparecen notas desconocidas y una alegría o dolor ya sentido y el público se queda anonadado y emocionado pero lo mejor es esa entrega gratuita para los que estén presentes se animen a hacerlo.
    No pasa lo mismo en los desfiles militares ni en el perfeccionamiento tantas veces ensayado de cómo organizar una marcha, y si uno se equivoca de lo programado, todo lo demás también y este evento se queda bloqueado y sin seguridad para como solucionarlo y aparece el caos y el miedo.
    La mayoría de las personas necesitamos un referente que nos dirija y cuando queremos salir de su tutelaje aparece el terror de quien nos cuidar.
    La música binaria en que todos están hipnotizados haciendo lo mismo y sin tener que hacer un esfuerzo porque ya se lo saben y para que probar otros ritmos si resulta que este ya esta aprendido.

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  4. Beucis
    20 febrero, 2014

    Si estamos dormidos, si nuestro corazón está helado; si sólo escuchamos la música binaria de la razón; si nos estamos dejando pastorear por traficantes de sueños; si nos entregamos a ritos y creencias, paridos por religiones que apuestan por nuestro inmovilismo; si queremos seguir un tiempo que sólo sabe trabarnos y entorpecer y amortajar, la Historia deja de ser notario que da constancia del héroe, para ser relatora responsable y protectora de dichos traficantes de sueños.

    Pero en cada uno de nosotros existe la posibilidad de querer y de poder. De decir: ¡Ya. Y así sea desde ahora! De decir: ¡Ábrete! Y acceder a la cueva del tesoro. Aunque estemos estacados por la ignorancia y alambrados por el miedo, aún así nada ni nadie podrá impedirlo.

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