Párrafo 16.5

16.5 «El reflejo del estado y el destino de esa organización energética se plasma de infinitas maneras como mensajes en la configuración externa, como mensajes que podrían servir de orientación en el camino del yo cognoscitivo hacia la inteligencia supramental. Esas huellas son reconocibles por los sentidos dependientes de la razón y están en los sellos de las manos, desde los laberintos digitales a la orografía de montes y surcos de las palmas y en los mapas de los ojos con sus cicatrices, cráteres, nubes y estrellas, que cuentan visiones que el ojo nunca vio, las redes de cuevas anegadas de agua, sangre y aire donde los faroles de los kuretes iluminan el hierro con oxígeno, y en la geografía de la piel que va transparentando con rayas, pictogramas y colores lo que sucede en los mundos interiores.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

El yo cognoscitivo es una identidad que aprende constantemente y que, simultáneamente, necesita estructurar la realidad como si fuera un todo y a la vez se ve impelido por una vocación irresistible: saber qué hay más allá de ese todo inventado y real al mismo tiempo. Sin sensación de discontinuidad, se fascina por la composición de un mineral y, al alzar la vista, intenta descifrar el ritmo oculto y perfecto de los riscos rompiendo el cielo. Nuestra capacidad de ensamblar imágenes y sonidos, nuestra especial atención al escuchar el latido de un corazón, nuestra necesidad de descifrar un enigma cuya geometría tal vez exista únicamente como presentimiento.

Nos sabemos rodeados de pistas que escapan a la razón y, cuando miramos los ojos de alguien o escrutamos su piel a escondidas, sabemos y no sabemos qué estamos leyendo. Esa intención vive constantemente en nosotros aunque evitemos reflexionar acerca de ella puesto que eso trastocaría las bases de la reflexión misma. Evitamos a toda costa ser poetas y reconocer nuestra necesidad de intuir cosas. El misterio que impulsa todo acto cognoscitivo, impulso que ha sido transmitido por todos los hombres sabios desde tiempos inmemoriales.

Y si quereis verificarlo, sencillamente mirad el iris de un ojo humano. Y fascinaos.

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2 Comentarios

  1. Rafa
    29 mayo, 2019

    De que en el camino hacia la inteligencia supramental hay huellas en nuestro cuerpo físico reconocibles por los sentidos existen muchas pruebas.

    Antes los médicos carentes de la actual tecnología, para reconocer tu estado observaban tus manos, tus ojos, tus oidos, tu lengua, y respirando te hacían decir treinta y tres (desconozco el porqué de la elección de este número, pero siempre era el mismo ).

    Es decir nuestros sentidos denotan y determinan nuestro estado, con lo cual este puede cambiarse a través de la inteligente utilización de los mismos ( de forma simultanea ).

    Técnicas de sanación milenarias dan como cierto que el todo se refleja en cada parte del cuerpo y relacionan sentidos y emociones, de lo que normalmente no somos conscientes.

    Una organización energética, un universo que se plasma como dice el autor de infinitas maneras en la configuración externa.

    Sin embargo podemos constatar, que hay ciegos que leen con las manos, que el amor se imprime en la mirada ( aunque el miedo también ) que los recien nacidos huelen distinto, y que la comida con mal color nos enferma.

    Por lo tanto es evidente que un proceso por encima de nuestro neocortex, nos hace ver mas de lo que miramos, oir mas de lo que escuchamos, y sentir mas de lo que tocamos.

    Afortunadamente existen unos cuantos seres que saben que a través de los mapas de las manos, del reflejo de nuestro pasado y nuestro futuro en el iris de los ojos, se puede alcanzar el cielo, y estos son los poetas.

    Con materia de tu misma materia
    nacen las estrellas.
    Mil reflejos de agua en tus ojos
    me acercan a ellas.

    Te respiro en la paz de la noche
    y descanso a tu lado.
    Lanza el aire el temblor de sus sedas
    y me siento abrazado.

    Cómo sentir soledades
    ni un solo día,
    si el universo en tus manos
    lo impediría.

    Cómo sentir soledades
    ni un solo instante,
    si el universo en tus manos
    vibra y se expande.

    Siete lunas de aceite en tu cuerpo
    me hablan de ellas.
    Por las calles de tu piel morena
    escucho latidos.

    A través de tus ojos me siento
    al universo unido.

    ( Si el universo en tus manos, Pablo Guerrero )

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  2. Beucis
    30 mayo, 2019

    Cuando pasan los años, cuando ya van caídas muchas hojas de nuestro calendario, manos, ojos, piel…, son mapas, caminos, mojones que orientan nuestra consciencia, nuestro estar en su búsqueda de la inteligencia supramental.

    La luz de los kyrios oxigenará el hierro y el héroe que queremos ser tendrá que rescatar a ese titán, que por amor al hombre se encadenó en una cima o en una sima, o quedó encerrado de por vida en un laberinto imposible.

    Laberintos en los dedos, promontorios en nuestras manos, ojos surcados por redes de sangre, de cicatrices, manchas, ojos que han visto mucho sin ver nada. Todo esto está ahí, en nuestro cuerpo, contándonos nuestra historia, relatando de dónde venimos y adónde queremos ir, explicando que somos caminantes sin meta, sin término, caminantes que quieren dejar el lastre del estar para alcanzar la alegría y el amor, para alcanzar el ser, con la ayuda de un pontífice.

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