Párrafo 4.15

4.15 «La mayor parte de los movimientos o posturas de autoprotección están destinados a la necesidad suicida de ser valorados por los demás, la afirmación en el grupo. La valoración y el dominio de los demás ocupa un lugar importante en el desarrollo del pensamiento dominante, es de hecho uno de los tabernáculos donde el ego se emborracha destilando alcohol desde las inseguridades ajenas.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Lo primero que podría llamar la atención en este texto es la utilización de la palabra ‘suicida’: “la necesidad suicida de ser valorados por los demás”. Y suicida aquí puede querer decir perentoria, por un lado, pero también autodestructiva, es decir, que atenta contra la propia vida. ¿O tal vez deberíamos decir Vida, con mayúscula? La explicación la encontramos en la parte final, pues allí donde “el ego se emborracha”, nada más que fatuidad puede crecer, y por lo tanto desprecio por la búsqueda de una real identidad.

¿De dónde surge esta necesidad de afirmación ante los demás? ¿No será un simple remedo, un sucedáneo barato de la confianza en uno mismo de la que gozaría aquel que procura sobre todas las demás cosas ser leal a sí, a lo más sabio y profundo de sí? Tal vez una persona que se ve caminando por su propia, personal y exclusiva senda no necesite ese cúmulo de populares referencias sustitutivas. En este sentido, si atendemos a la primera parte de la frase inicial del texto, es triste tener que afirmar que estamos “vendidos” a esa necesidad la mayor parte del tiempo de nuestra existencia. Es la suma de referencias externas, el modelo proyectado, imaginado (pero que por ello mismo adquiere forma en el aire que nos envuelve) el que rige nuestros movimientos, posturas y gestos. E inserta a golpe de “adaptación” de una forma tan consuetudinaria en nuestra naturaleza que ni siquiera nos damos cuenta.

Todo esto podría parecer interesante y curioso desde el punto de vista psicológico, pero reduciría el alcance y profundidad del problema. En realidad afecta de manera dramática al funcionamiento y a la capacidad de evolución del ser humano casi desde sus mismos orígenes. Lo que entendemos por educación, por ejemplo, es precisamente el sistema que hemos creado para la estandarización y fijación de dichos métodos defensivos. Gran parte de las artes normativizadas (¿puede haber expresión más contradictoria?), danzas, músicas, dramaturgias, arquitecturas, literaturas y, desde luego prácticamente todo aquello que difunden los medios de masas, confirman y reafirman en todos sus matices y recovecos la importancia y el valor de esta necesidad, y elevan a los altares, aúpan al tabernáculo de la adoración a aquellos que mejor y con más habilidad han aprendido a hacer uso de ella.

La valoración de los demás y el dominio es el resultado de un buen hacer en el terreno omnipresente del reto y la competencia, donde ha de vencer el más fuerte, que si en épocas anteriores o en reinos de gente guerrera tenía su base en el poderío físico, desde el invento de las armas de fuego y de la muerte a distancia es más asequible al poderío económico y a sus inevitables acólitos, provistos de la agudeza mental mejor adaptada a dicho modelo. Vivimos en este “realista” ámbito del respeto, la vanagloria e incluso el temor al más fuerte, al dominador. Tan dentro de nuestra conciencia está introducida la idea de que el logro de la mejor calificación, del número uno, de la supremacía sobre los demás, es decir, la búsqueda de la victoria como resultado de la capacitación para la lucha y la competitividad, es una de las leyes que rigen de forma inexorable el universo y la conducta del hombre, y aún más, que impulsan el desarrollo de todas las especies y de la raza humana (solo sobrevive el mejor, la ley del más fuerte, la selección natural, etc…), que actualmente ni siquiera podemos imaginar que las cosas tal vez funcionen mejor de otra manera y que la hermandad, la cooperación y la solidaridad puedan ser las verdaderas bases sobre las que el comportamiento humano se desarrolle mejor. Son viejas utopías anarquistoides, menospreciadas y arrumbadas al desván de la historia por el nuevo y viejo liberalismo que impera en el mundo. Siempre se nos ha contado, por ejemplo, que los espermatozoides luchan entre sí por conseguir acceder al óvulo, y que el que lo consigue demuestra ser el más fuerte, el más hábil, el mejor. Es decir, el más competitivo. Pero últimamente hay estudios que afirman que en realidad los espermatozoides colaboran entre sí, de manera semejante a como funciona un equipo de escaladores, para ayudar a que uno de ellos, el que perciben como el más valioso, fecunde al óvulo.

El famoso cambio de paradigma, del que tanto se habla y que tanto necesitamos, seguramente pasa por ahí. Habrá que superar, junto a muchos otros, este enorme escollo de la rivalidad y la competencia, apenas señalizado en las actuales cartas de navegación.

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24 Comentarios

  1. Un altra volta
    4 noviembre, 2012

    El parrágrafo comentado me arrastra a la consideración de los sucesos del 31/1 en la sala polivalente Madrid Arena. Eso que pudo haber sido un suicidio colectivo por sumatorias de repetidas imitaciones, y del estar en donde hay que estar suceda lo que suceda, creo que es buen ejemplo al respecto. LA colectivización del deseo por competencia imitativa, por cumplimiento del «Y yo también» para la afirmación en el grupo. Pena, terrible pena por esas muchachas desaparecidas después de haber sufrido casi torturas físicas, inmolación en el altar de la infinita reproducción del modelo asumido. ¿Se puede evitar, o es necesario que así sea?

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  2. Carmina
    5 noviembre, 2012

    Ante un grupo, cuando tomamos la palabra nos sentimos como subidos a un escenario, bajo el foco de la atención, con el riesgo de quedar en ridículo o victoriosos en la autoestima. En ambos casos, el ego se emborracha, bien de frustración bien de prepotencia. Sólo en los raros momentos sanos, cuando nos despistamos del acoso del ego, disfrutamos de la acción sin calibrar las consecuencias para la imagen que nos hemos construído. Evitar todo riesgo permaneciendo en silencio tampoco es un signo de ecuanimidad interna o de libertad frente al tribunal interior y exterior.
    Juzgamos porque nos juzgamos. Catalogamos, elegimos, frecuentamos, dominamos o aceptamos ser dominados por quienes nos reafirman en nuestro estado actual, y rechazamos la compañía de quien pueda agitar sentimientos incómodos, porque se supone que quien te molesta cuestionando tus posiciones no puede ser un amigo. Se busca el propio liderazgo, rodeándose de incondicionales, y se teme la irrupción en el grupo de una nueva energía con apariencia humana que pueda desbaratar el engranaje de la complicidad. ¡Por «dió», qué aburrimiento!

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    • Un altra volta
      5 noviembre, 2012

      Nada más cierto, Carmina, o Revienta. Creo que hay siempre alguien que nos provoca en tales circunstancias. Conozco a uno y a otros varios. Pero si no seríamos nosotros los que iniciaríamos.

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    • José
      6 noviembre, 2012

      Carmina, tocas la llaga de muchas de nuestras ataduras, de nuestros miedos, de nuestro incapacidad de abrirnos a los demas, de quitarnos nuestras mascaras,

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  3. Afrodita
    5 noviembre, 2012

    Los jóvenes hacen lo que pueden con sus vidas y con las formas de entenderlas y de tirar de ellas. Tampoco será sencillo el calibrar en todo momento, ni para los jóvenes ni para los adultos, hasta qué punto estamos siendo eso que se llama ser “uno mismo” o nos estamos adecuando a la corriente, hasta qué punto estamos en cada momento actuando y comportándonos exactamente de acuerdo y sin un ápice de desvió de qué es lo que en verdad sentimos y sabemos como bueno, o como correcto, o como ético, o como estético, o como conveniente.
    A veces encuentro comentarios (y a veces, también, lo serán los míos) expresados con criterios excesivamente tajantes, o cartesianos, o puristas, o no sé cómo llamarlos.
    Decir es “malo” porque emborracha el ego ya para sentirse frustrado ya para sentirse rebosante de orgullo.
    Hacer o no hacer son, entonces y según el mismo planteamiento, las dos caras y negativas ambas de estar en el mundo a cada instante.
    Entiendo según esa vara de medir que escribir un comentario en el blog es equivalente a hacer o a decir; y que no escribirlo lo es a no hacer y a no decir.
    ¿Alguno de los dos (o de los que se tercien, pero es que en el momento en que escribo los comentarios que hay son de Un altra volta y de Carmina) sabe la solución maravillosa que ofrecernos a todos los demás para que tengamos una idea de por dónde tirar?
    Hombre, por favor, que dicho en forma coloquial “más papistas que el Papa”.

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    • Un altra volta
      5 noviembre, 2012

      Entonces, Afrodita, quieres dar a entender que tú no tienes rama a la que subirte, aparte del lío en que te montas para explicarte o más bien des-explicarte. Una cosa es permanecer en la misma ventana toda la vida porque no te atreves, no puedes, o no te gusta buscar una que se abra mejor, y otra es encontrar siempre la ventana que te parezca la más oportuna, para lo cual, claro,no sólo hay que razonar, sino más bien presentir, percibir, adecuar. Y por lo tanto haber transcurrido por caminos previos de preparación. Todos o la mayoría saben/sabemos que los jóvenes, salvo excepciones habituales pero menores, adoptan por necesidad de enraizamiento, el camino dominante, sin conocer aún si es el bueno o más adecuado. Sin embargo, y de hecho, en los tristes acontecimientos del Madrid Arena comentados, bastantes de esos jóvenes terminaron por decidir que no era el mejor lugar para meterse en ese momento, y otros decidieron que tampoco era el mejor lugar para quedarse, quizás entre ellos, las mismas víctimas que al fin al han sido. Eso que comentas o argumentas que «hacer o no hacer son las mismas caras negativas de estar en el mundo, igual que escribir o no escribir», es rebajar demasiado el límite e identidad y valor decisorio que debemos construír y afrontar. No da igual, pues cada una de ellas pertenece a distintas valoraciones y momentos.

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      • Afrodita
        5 noviembre, 2012

        Lo que afirmas que he afirmado no es lo que he afirmado. Tu interpretación está equivocada.

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        • Un altra volta
          6 noviembre, 2012

          Pos sí, has dicho lo que has dicho y yo he dicho que dijiste, a menos que escribas una cosa y creas que has escrito la otra. Pero bueno, eso nos suele suceder a todos, incluso a mí comentando lo tuyo ahora mismo, creo. Bueno no, no creo.

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          • Afrodita
            7 noviembre, 2012

            Tengo un amigo que tenía un amigo escritor que nunca publicaba sus obras. Mi amigo le preguntó por qué y el escritor respondió «porque me da miedo de que me lean mal».

          • Un altra volta
            7 noviembre, 2012

            Nada más cierto Afro-Dita. Los amigos escritores que no publican es porque tienen miedo de hacerlo. O sea que podrás tener un amigo escritor, pero sino publica deja de serlo, a menos que tú lo leas, que para eso eres su amiga interpuesta.

  4. Luz
    6 noviembre, 2012

    No sé, a mí siempre me gustó vestir las muñecas más guarripés, con las ropas más bonitas, aunque me dijeran otros, que eran viejas y traposas…y que había que tirarlas a la basura…Yo las mimaba… ÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇ (esto me lo ha escrito Trenza con el morrito, porque la tengo en las piernas, no sé cómo lo ha hecho…y a Lunita a los pies con una chuche) .
    La muñeca mas solita y triste… era la que más me gustaba. Un reto de sacarlas el mejor partido… Mi muñeco prefe, era así, y se llamaba Tumbelino. Me lo tiraron a la basura, poco antes de nacer mis hijos…
    … A mí , hay cosas que no me caben en la cabeza…¡Claro, la tengo pequeña y agujereá!.
    Codificar el funcionamiento de alguien dentro de un grupo, desde el premio-castigo, me parece de instinto animal.
    El colocarse un arquetipo, y con el «olisqueo anal», superficial y sin el más mínimo pringue, poder llegar a decir si alguien sirve o no sirve, si cumple o no cumple, si es o no es, si está o no está… y determinar la pauta de su funcionamiento dentro de un grupoooo ¡humanoooooooo!…doliendoooo, me parece,¡ en fin!… una realidad terrible y cruel, que hay que padecerla durante muuuchos años… y que muuuuuuchos padecen, tristemente.
    …Y no opines, porque te cortan el cuello… Pues ya, ¡de perdidos, al río!, sus serenísimas majestades…
    Es el instinto de caza y captura….acción-reacción…el binomio permanente…¿Y qué pauta deja ese tipo de comportamiento a lo aleatorio, al descubrimiento y a la evolución del pensamiento?… ¿No es mejor la intercomunicación y el acercamiento con las cartas sobre la mesa?…
    Por eso, la chica siempre está en paso… nunca se quiere.
    El agua se filtra por entre las piedras…
    El etiquetaje, de uno mismo y de los demás ¿no es un determinismoooo?…No sé….»¡Es que tú ya tienes mucho!», me han llegado a decir. No digo, más…Pero…¿y tú que sabes?. Eso, sabes, pero no conoces… Pues aprovechando que pienso que tiés mucho, ¡al degüello!… ¡¡¡Es fuerte…!!!
    ¡¡¡La macarena bendita, del ozú santo, metida en una lata de sardinas con aceite de frenos…!!!, juaa.
    Es que Trencita está tratando de aprender a escribir y me tié más relamía que un helado a la puerta de un cole.
    Claro, eso lo reproducen los movimientos de las manos… ¡¡¡Si mi taliesin tié un pulgarcito… tan bello cómo él mismo…!!! Claro que ya le he «repillao», ja, ja, jaaa… ¡Mira que una es más cortá, que una paraguaya!…¿eh?
    Digo…

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  5. Afrodita
    7 noviembre, 2012

    A Un altra volta:
    Para ti la perra gorda.

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  6. Diodoro
    8 noviembre, 2012

    Un cuerpo lleno de conviciones es motor de cambio.
    Las convicciones anidan en las raíces del hacer y hacerse. Están, pero no se ven. Son estables y vivaces, queman, abrasan la indolencia o la molicie en el ser. Las convicciones son nuevos estados de consciencia, generan formas de ser si se asumen o viven como propias. Las convicicones están cargadas de ideas, experiencias-fuerza. Son abismos que atraen y cautivan. El cuerpo, hasta que no se empareja con la convicción, no es motor de cambio. Son la sabia de los brotes primaverales, el ánimo del innovador. Las convicciones no viven del pasado ni del futuro, se entregan al hoy sin olvidar el ayer. Producen un nuevo estilo de vida.
    ¿Cómo se consigue?
    Zarandeando el cuerpo somñolento, derivado del pensar racional. Despertando el cuerpo con sólo acercarse a él, y vivirlo. Asombrándose por las convicciones labradas en el cuerpo. Dándose cuenta de lo que sucede en un cuerpo movido por convicciones, y como estas transpasan el cuerpo cotidiano. La búsqueda experiencial del meta-cuerpo, su corporeización, abre paso a la vida.

    FROM ITBA / LP / Personterapia Bioenergética.

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    • Luz
      9 noviembre, 2012

      Ole…

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    • Afrodita
      9 noviembre, 2012

      Cielo santo, qué sarta de disparates. Y bien aderezada, la sarta, de faltas de ortografía y de erratas.

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      • Un altra volta
        10 noviembre, 2012

        La colocación última del Diodoro, que pasa por retransmitida, me parece oportuna. Creo entender que es lo que nos concierne con nuestro cuerpo, y creo ver la relación con el comentario del autor. Las convicciones no dejan de ser una fuerza impulsora para el cambio, siempre que no sean vanas ni equivocadas. El movimiento del cuerpo, su tarea cotidiana de experimentación, puede ser, es, el posible motor de nuestro cambio. ¡Shake your body, baby. Shake it! Pero no vayas al Madrid Arena para hacerlo. Como viene a querer decir, de otra forma, el mismísimo Aventurero.

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  7. Atila
    9 noviembre, 2012

    Hay una expresión alemana que traducida a nuestro idioma significa «el ciclista», el que agacha la cabeza ante alguien con poder y pisotea al que cree inferior.
    El abuso de poder me pareció siempre muy mal. ¿Porque hay que maltratar o humillar a alguien que tu crees peor que tu?
    Se puede tener poder con mucho dinero, con un puesto importante en política e incluso con la enfermedad, con esta se puede tener mucho poder, por ejemplo con los hijos, con los padres etc. con eso de estar malito, nadie te puede disgustar, ni hacer algo que al enfermo le desagrada, ni estudiar lo que no te gusta porque el enfermo pude empeorar.
    En una ocasión escuche hablar de alguien que era inteligentisimo pero que trataba muy mal a los que trabajaban con el y un déspota con su familia. y yo pensé que no seria tan inteligente cuando era un déspota y humillaba a los demás.
    Decía Churchill: «El mal nuestra época es que no queremos ser útiles sino importantes»

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  8. Madres Ursulinas
    9 noviembre, 2012

    Este blog, llevaba los derroteros, ya lo anuncié hace tiempo, que ahora se nos hacen evidentes.

    Solo con un poquito de perspectiva se observa que, algunos de los participantes más asiduos, son el ejemplo perfecto de lo contrario que el autor proclama. Y tan sagrados son los mensajes de este, como paradójicos esos blogueros, que parecen decir para si, «si no me muevo, no salgo en la foto».

    Consecuencia: «El diario de Patricia» hecho blog, «El diálogo de los vecinos y la portera hecho blog», «La importancia de llamarse Ernesto» hecho blog, etc., etc., etc.

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  9. Afrodita
    10 noviembre, 2012

    ¿Pero por qué competir?
    ¿No os basta a cada uno con hacer lo que mejor sepáis en cada momento y ante cada “hacer” al que os apliquéis?
    Claro que, hacer lo mejor tomando como referencia qué o a quién…
    ¡Pues a vosotros mismos y a vuestro propio hacer!
    Aquí, por ejemplo, puestos a comentar.
    Cuando escribís, cualquiera de vosotros, ¿os esmeráis porque vuestro comentario sea el mejor que sabéis escribir, o porque sea el más “más” y mejor aderezado de aquello o contra aquello que por el motivo que sea llama vuestra atención ya para bien ya para mal?
    Si sospecháis acritud en las palabras de otro echáis el resto en el intento de que la acritud vuestra no le vaya a la zaga.
    Si percibís algún resquicio del que poder asiros para acusar a otro de estar siendo torpe o cruel o pretencioso, no sólo aprovecháis para afearle su conducta sino que os alargáis hasta poder, en la medida de lo posible, ridiculizarlo y hacer vuestro correspondiente alarde de perspicacia o de bondad o de encantadora sencillez.
    Ante cualquier carencia que detectáis en otro saltáis como si os hubiese picado una avispa, ansiosos por dejar bien patente que de lo que aquel anda escaso vais vosotros sobrados; y cuando ante lo que expresa otro vislumbráis un destello de bondad o de ingenio saltáis también, aguijoneados por la rabia o por la envidia que os corroe porque otro os aventaje en bondad o en ingenio.
    No sé, pero los que queráis ser los más gallitos o los más provocones o los más peleones sedlo (se me ocurre), ya que estáis prestos y arremangados a la faena, de forma más inteligente y egoísta , regalándoos vuestro esfuerzo y aplicación a vosotros mismos y en vuestro propio beneficio. No penséis en corregir los errores de esos otros a quienes en resumidas cuentas vuestras cuitas y vuestra mala uva e incluso vuestro afán por mostrarles la luz que os ilumina les traen en realidad sin cuidado. Olvidaos (se me sigue ocurriendo) de si vais a ser el más admirado o el más denostado o el más amado o el más odiado y centraos, ya puestos, ya digo, en limar y para vuestro propio bien vuestras propias aristas.
    Y, a todos los demás, pues que a quien Dios se la dé san Pedro se la bendiga.
    Ah. Otra cosa que se me ocurre es que si en vez de parapetaros tras seudónimos utilizaseis vuestros nombres verdaderos el blog funcionaría tal vez mejor.
    Firmado: Alicia Bermúdez

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  10. José
    10 noviembre, 2012

    Tendemos a enjuiciar y enjuiciamos desde nuestra propia autovaloración, que suele ser, muy pobre. No nos amamos a nosotros mismos y entonces no tenemos nada que aportar y creemos lo mismo de los demás. Esto nos produce un enorme miedo a la felicidad, a la vida sea cual sea su temporalidad o atemporalidad. Esto nos impide vivir el misterio de la vida, el misterio que resguardan los demás y nosotros mismo.

    Todo eso se expresa en unos movimientos poco placidos, agresivos y miedosos. Todo esto rompe el ritmo, la armonía que implica a cada uno de nosotros. Cada paso ruidoso irrumpe en el silencio del amor.

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    • Luz
      10 noviembre, 2012

      Interpretar el texto de un autor, con unas sensibilidad y receptividad, especialísimas, es harto dificil
      Es harto dificil penetrar en cada matiz que incluye cada palabra, y la sintonía con las demás, para conformar un sentido puramente analógico, donde nunca, nunca, cabe la indirecta.
      Exige. Y lo que exige, cuesta . Y lo que cuesta, acobarda, pero despierta.
      Hay textos duros como este y otros guapos…de todo, como un trigal.
      Pero, ni siquiera nos sabemos leer entre nosotros. Los que se leen, algo. Los perfumes de malentendidos, malpensares y susceptibilidades…permanentemente están saltando, porque creemos conocernos.
      Me incluyo, no tengo ningún problema…
      La discusión también forma parte del descubrimiento, ¿por qué no?. Otra cosa es la gresca…
      Todo, en la Madre Natura, forma parte de un sistema caótico… y es lo único que tiene susceptibilidad de cambio, para tender hacia un orden preestablecido, dirigido por patrones ocultos y desconocidos. así hablan los científicos. Por eso, no se pueden hacer modelos exactos de cualquier comportamiento biológico o de pensamiento, o de… pero sí tratar de aproximarse.
      ¿Lo conté así?…Ya no me acuerdo…

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  11. Mal aventurado
    10 noviembre, 2012

    Absolutamente de acuerdo con las Ursulinas Madres de Afrodita. Me introduzco en éste Blog de puro curioson y leyendo por aquí y por allá veo eso que de vez en vez replican ellas u otras solitarias voces en éste concierto desconcertado al que muchos desean dominar vocalmente. Es verdad que se dan esos supuestos que ellas afean por innecesarios y sobradores, y compruebo quie el mensaje inicial, los sucesivos párrafos publicados, en realidad cuentan y postulan otras posibilidades. Ya sé que en esta época de necesarios parlamentos muchos quieran soltar sus convicciones, no sé si para corporizarse, como dice lo publicado por Diodoro, o simplemente para sobresalir, dirigir, dominar. Cierto es que estamos casi en tiempos de guerra radical de las ideologías, o los sentimientos, o las vivencias, acuciadas por los que quieren secuestrarlas del todo en nombre de la presunta patria soberana, el capital y el poder, pero si nosotros, los que a veces nos exaltamos, no somos más calmos y reflexivos no conseguiremos superar éste estado de cosas. El autor aporta para ello una enorme cantidad de medicamentos que parecen poder resolverlo mejor.

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    • Afrodita
      10 noviembre, 2012

      ¿Con las Ursulinas Madres de Afrodita? No recuerdo haber en ningún momento parido ni prohijado a tales madres.
      Repasa tus comentarios, que a lo mejor son tuyas.

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  12. Mandrágora
    11 noviembre, 2012

    ¿Podría preguntarse que si no existiera la necesidad de ser aceptados por los demás, los movimientos y posturas serían diferentes en cada uno? ¿Qué capacidad de sorpresa podría darse? No se me ocurre.

    Sí es fácil localizar el mundo estereotipado de la moda, del glamour, del éxito…, entre otras cosas porque resulta esperpéntico; pero dejando a un lado lo obvio, me gustaría imaginar cómo se expresaría cada uno desde su propia autenticidad. ¿Realmente habría formas tan diversas a las aprendidas e incorporadas miméticamente según el escenario, o quizás lo genuino dejaría paso a una sincronía entre lo hablado y lo expresado, entre lo que se siente y lo que se manifesta al exterior? Que sea más una cuestión de resaltar la peculiaridad y la condición única de cada individuo en todas sus expresiones, más que movimientos o posturas por descubrir.

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