Párrafo 4.20

4.20 «Por eso, todo hombre que busque la pureza ha de saber comenzar por asumir su estado, y renunciando a él, dejar que penetre una transformación, una metamorfosis que siempre seguirá ofreciendo la felicidad de lo efímero como paso a lo trascendente».

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Parecería insólito que un gusano se tirara desde lo alto de una rama intentando volar en un acto anacrónico de rebeldía contra un futuro que le aguarda en su genética, pero al que se siente negado. Si acometiera dicho salto pretendiendo volar antes de haberse transformado en una estructura más sutil para ese fin sería un acto inútil y perentorio.

Si bien en la naturaleza el gusano solo tiene que esperar para transformarse en otro organismo provisto de alas que le permitan volar, en el caso del ser humano deber ser él mismo el que busque la metamorfosis. Sin embargo, parece que mientras no se asuma el estado, la transformación hacia un estado más puro no aparecerá. Si no reconocemos como estamos no podemos situarnos en ningún sitio para dar un paso, ya que supondremos de nosotros posibilidades que a lo mejor no tenemos todavía.

A esto hay que sumarle la aparición de la renuncia, porque mientras ésta no aflore, no habremos entendido que cualquier situación es transitoria y que en lo efímero está el acicate del nuevo impulso, porque no podemos mirar hacia otro lado perdiendo el tiempo creyendo que así, cronos, no nos devorará.

No podemos pretender que todo cambie a nuestro alrededor adecuándose a nuestra situación y no cambiar nosotros, quizás haya que empezar a contemplar que las crisis son momentos que nos obligan a salir de nuestra crisálida para cambiar las cosas desde nuestra propia metamorfosis.

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15 Comentarios

  1. Bernabé y Tirso
    9 diciembre, 2012

    La libertad es un don del individuo, que se logra a partir de la lucha interna en pos de la ruptura de las dependencias internas, tus necesidades ancladas, y tus ilusiones imaginarias, Conseguir vencer el miedo a dejar de solo ser el conjunto de tus estados, y aventurarse a estar más allá de uno, entregarse a una fuerza sobrenatural que está más allá de la razón, e integrarse en ella eliminando la propia voluntad, es el descomunal trabajo que hay que hacer para lograrlo.

    El combate entre ese yo con vocación de trascendencia, y el ego que pugna por perpetuarse, es la escena ancestral y primigenia del hombre. Ha adquirido fuerza en el mundo en el que vivimos, hacer un paralelismo fácil y tramposo trastocando los personajes de esa realidad, trasladando fuera de nosotros al ego y asemejándolo a los poderes del mundo, de manera que la previsible derrota siempre recaiga sobre los demás, y nunca sobre uno mismo. Es el pretexto perfecto para justificar la pasividad, la falta de aventura y el miedo atávico al cambio individual.

    Un mínimo análisis nos proporcionará una visión del juego diferente. Los poderosos, desde un cierto punto de vista social, no son sino una consecuencia del baile de egos en los que nuestra sociedad se encuentra. Unos estamentos que ponen en evidencia la fuerza y el poder de esa construcción individual, ante la cual solo es posible combatirlo desde la propias instancias personales, pero conjuntamente, haciendo patéticas, ridículas e irrelevantes los propósitos de dominación que las caracterizan.

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  2. Diodoro
    10 diciembre, 2012

    Para el que no lo recuerde, Kafka, a través de su escritura, muestra y opina acerca de la búsqueda de esa necesaria/posible transformación. Sus textos intentan descifrar ese «proceso»a veces doloroso. En parte ello queda patente en su correspondencia personal con su amiga Milena y en los propios textos que muestran esa inquietud por trascender su estado y penetrar un mundo menos sombrío.

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  3. Inés
    11 diciembre, 2012

    “ El hombre vive siempre en su último Yo” decía alguien. Y si nos miramos, hoy, en la mañana, después del trabajo, al anochecer, objetivamente, entonces la razón sólo puede mirar a ese hombre. El hombre del instante.

    Sin embargo, esa suma de instantes en los estados en los que nos movemos es ficticia. Tenemos un cuerpo que anduvo y anda y hemos ido llenándonos de sabores, olores y tactos que no sólo han dejado huella en otros, sino que se han unido a todos esos personajes que creemos que somos. El hombre del instante sería sólo el último yo, el que domina en ese momento.

    El estado presente, en una secuencia ficticia y lineal de tiempo, sería el cuerpo y la mente que contemplamos. ¿Nuestras circunstancias que decía aquel? No estoy de acuerdo. Será porque los filósofos siempre me lían con sus circunloquios, en los que parecen enrocarse.

    Lo percibamos así o aún no, somos una mínima parte de la naturaleza. Yo me siento minúscula ante tanta inmensidad de cielo sobre mi cabeza, tierra sobre mis pies y agua dentro de todo lo que existe. Mi metamorfosis empezó mucho antes de nacer, en el vientre de mi madre y aún no se ha completado. En cada uno de esos estados, suspiro, lato, duermo, añoro, gozo amo y odio.
    ¿Cómo puedo entenderlos para unirlos? Esa es mi búsqueda y cuando la complete podré por fin bailar en sintonía con lo demás. Para eso los demás, son imprescindibles, en ellos nos hacemos, vamos siendo.
    Es esto lo que me dice el mensaje en este texto. Los estados son sólo efímeros pero tenemos que entenderlos en el ahora para irlos abandonando como «las mudas» , las pieles, el pelo, las hojas, todos los seres de nuestro alrededor lo hacen.
    Es así como intento encontrar el centro de mi laberinto. A veces llego y consigo quedarme un ratito.
    Ahora lo que persigo es que mis personajes se lleven bien. Si no somos uno sino muchos, compuestos de muchos pequeños seres diminutos, ( y somos eso bajo el microscopio) tenemos que conocerlos, a todos los que podamos y a nuestros sistemas, e irlos fundiendo (matándolos con pasión diría- si me lo permiten-).

    Aventurero, algunas de tus palabras aquí, me representan, otras no. Pero tiene que ser así.
    Sin embargo, quisiera decirte que me gustó escucharte esto: “ no podemos mirar hacia otro lado perdiendo el tiempo creyendo que así, cronos, no nos devorará. Me hiciste reflexionar.

    Creo que tenemos que buscar las islas de tiempo donde ese tal Cronos no llega y permanecer en ellas, sin cronómetro, para arrancarle las horas. Pero quizás estoy equivocada, aunque a mí esta ilusión me rejuvenece no sabes cuanto.
    Perder el tiempo, a Cronos, es mi meta, entonces quizás me encuentre a «otro tiempo».

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    • José
      14 diciembre, 2012

      Inés, me parece enriquecedor tu comentario. Me hago parte de ti en el y tu en mi, se hace la metamorfosis sin tiempo, a una velocidad efimera que es la maxima.

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  4. Alicia Bermúdez
    11 diciembre, 2012

    Pero, ¿cómo se asume un estado?
    No pido una receta. Pregunto cómo se asume un estar cuando uno, desde sí mismo, es bastante posible (no sé si probable, que las matemáticas no son mi fuerte) que no alcance a identificar la línea divisoria que separa su “estoy” de su “soy” y que, en función de circunstancias las más de las veces ocasionales que estén propiciando un estado de ánimo favorable o adverso, haga una valoración de sí mismo que no tenga que ver, no ya con la veracidad de su Ser, sino tan siquiera con un Estar medianamente definido que tomar como punto de partida.
    Si al menos los estados fueran puros… Malos o buenos, o gratos o ingratos, pero que se estuvieran quietos, que no forcejearan entre sí a ver cuál de todos es el que gana la partida.
    Pero se da muy raramente. Lo habitual es que haya que habérselas con varios frentes abiertos y que la atención y la voluntad de “encontrarse” se dispersen no sabiendo a qué atender primero. Y que apliquemos nuestras fuerzas a enfrentar los vaivenes de la cotidianidad en la esperanza de que la resolución de cada uno de los problemas que nos asaltan a cada instante vaya a proporcionarnos la paz de espíritu que nos permitirá concentrarnos en lo esencial.
    Vamos, quiero decir “voy”, a imaginarme que me he pillado el punto y que sé cómo estoy; el siguiente paso será renunciar a ese estado… ¿Y cómo hago para renunciar a lo que tengo contando, como único utensilio reconocible (por mí), con lo que tengo?
    Es decir, que en el punto en que me encuentro — de mi disertación, no de mi realidad —estoy frente a la puerta de la renuncia (que de momento veo cerrada tanto para la disertación como en mi realidad) que dejará entrar a la metamorfosis; luego parece deducirse que no soy yo la que ha de salir de ninguna parte para ir a ninguna otra.
    Además, las metamorfosis siempre se dan desde dentro, ¿no?
    Igual que el gusano se transforma en mariposa desde dentro, ¿no?
    Algo me bulle en el pensamiento sugiriéndome un no sé qué desdibujado que tiene que ver con conciencia y consciencia pero no sé si va de la una a la otra o al revés.
    Me queda — para completar la disertación, que “en mi realidad” ya ni hablo — el paso de la felicidad de lo efímero a lo trascendente.
    Ese no lo sé dar.

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    • José
      14 diciembre, 2012

      Nada se da solo desde dentro. En cierto sentido no hay dentro ni fuera, todo es permeable. La gran imagen no tiene forma. Las lineas divisorias son un prejuicio de la mirada habitual. En cierto sentido la propuesta es transgredir las fronteras, el «sfumato» de la apertura de la consciencia.

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  5. Luz Belen
    12 diciembre, 2012

    Es difícil concebir lo estático y lo dinámico. La capa de hielo, el sabor femenino más estático, protege y alimenta la tierra, mientras las semillas duermen. El río fluye, alimentando lo que ya ha crecido.
    Es menester, que el hielo sufra cambios desde ser líquido y que el agua que corre termine por ser hielo….Suba y baje, suba y baje…
    Todo se mueve siguiendo un ritmo acompasado, sincronizado y dirigido desde afuera y desde dentro.
    Así, el rojo de la amapola sólo crece con los mimos de los rayos del sol, la dedicación de la tierra negra ya alimentada y el agua de primavera; al igual que la oruga, que no gusano; fuera de ahí, la frugalidad es cuestión de relatividad; debajo del hielo todavía se perpetúan unas semillas que juegan con los sueños de otra nueva existencia.
    Un gusano es la expresión joven de la mosca. La oruga es la expresión joven y fascinante de la mariposa. Y ambos sufren metamorfosis en muy diferentes lugares.
    Por eso, cortar la amapola antes de tiempo durante la recogida del trigo o cubrirla con manto de hielo, borre toda posibilidad de su salida al exterior. Es algo como arrancar su esencia de cuajo, si no se replanta de nuevo para vencer su desengaño.

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    • José
      14 diciembre, 2012

      Luz Belen, tu bello comentario me hace remitir al ritmo.

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  6. Luz Belen
    12 diciembre, 2012

    … o desencanto.

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  7. Beucis
    13 diciembre, 2012

    Es posible que éste sea el paso más importante que tengamos que asumir: reconocernos, apartar los velos de esa ilusión, esa imagen que queremos presentar de nosotros mismos y que defendemos ante los otros; porque lo que intuimos de nuestra verdad no nos gusta, porque cuando levantamos la tapadera, lo que nos llega son impactos, imprecisiones, un cuadro borroso que asusta, y en el que no queremos ahondar, porque una vez que se ha dado el paso y nos preparamos para una profundización en nosotros mismos, no hay vuelta atrás. Una vez que hemos dicho: ”sésamo ábrete”, como en el cuento sufí de Alí Babá, se va a abrir la cueva, llena de tesoros que hay que alcanzar, en un camino difícil de ascesis y de incertidumbre, y que es imparable.

    Una vez que aceptamos la suerte de la verónica, el espejo en el capote, y nos vemos reflejados y aceptamos nuestras luces y nuestras sombras, pasaremos, como Alicia, al otro lado del espejo, para encontrarnos con el País de las Maravillas.

    Hemos aceptado nuestro estado y renunciado a él, hemos echado a andar; no es fácil, se tiene miedo, no sabemos con qué vamos a encontrarnos; pero en el mismo instante de la decisión, vamos advirtiendo signos de nuestra transformación, débiles signos, cierto, pero ahí están; débiles tenues signos de metamorfosis, que, a medida que se consolidan, fortalecen nuestra incipiente voluntad, ensanchan nuestro pobre conocimiento y se desprende el moho de las memorias pasivas, para poder recuperar las memorias de nuestro pasado y de nuestro futuro.

    En esta nuestra lidia, si tenemos temple y casta, nos iremos preparando para la suerte final: la Muerte, etapa necesaria para alcanzar el A-Mor; no muerte.

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    • NiAlfaNiOmega
      14 diciembre, 2012

      Buena metáfora, del Beucis dúplice, la de los toros. Me hizo acordar a la película de Blancanieves de reciente celebración y candidata española a los Oscar de la Academia de Hollywood. No es que sea buena, al contrario, pero como dice Beucis de la Alicia de Carroll, en la película la Blancanieves se trasciende toreando ya que la madrastra le ha salido rana. Y, oh lujurias de los guionistas, a la madrastra la mata el toro-torito-toro que indulta su hijastra por dejarse torear cosa fina. O sea, la que cambia se salva, la que perdura en lo suyo la palma. ¿Y por qué? Por A-Mor la Blanca, por odio la Madrastra. Conclusión, con temple y casta saldremos adelante. Si es que la metafórica cultura española de la torería da pa too.
      Y tan cierto. La pena es que de paso se cepillen a los toritos malos.

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    • José
      14 diciembre, 2012

      Beucis, que sutil final de comentario, un paso hacía la sabiduria. Gracias

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  8. José
    14 diciembre, 2012

    En cierto sentido lo efimero es eterno porque todo es efimero. Cada instante es nuevo, es un borron del tiempo. Cada huella deja de serlo en la siguiente y asi sucesivamente.

    El autor nos propone que asumamos ese estado que deja de serlo. En cierto sentido es el inicio del conocimiento porque cada instante es diferente, es conocer siempre algo diferente. Es proponer en cada latido un nuevo horizonte. Es abandonar el miedo y vivir, vivir en cada pulso una nueva vida.

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  9. IS
    15 diciembre, 2012

    Contestando a Alicia que plantea cómo asumir el estado, creo que, para empezar bastaría con aceptar que aquello con lo que nos hemos identificado de una forma absolutamente pétrea no es más que eso, un estado.

    En esta sociedad nos han metido hasta las entrañas eso de que ‘uno es como es’ y punto o que las personas no cambian. Lógicamente esta idea de que nada ni nadie se mueve resulta muy conveniente para las estructuras de poder que quieren que las cosas sigan como están. Una sociedad llena de dinamismo en la que todos cambiamos a cada instante es la pesadilla de quien aspira al dominio de los demás. Por eso toda el adoctrinamiento popular que hemos mamado y que tenemos grabado muy hondo se basa en fomentar el miedo a todo cambio, a las novedades. Este miedo encuentra reflejo en la dicha ‘más vale pájaro en mano que ciento volando’.

    Cuando se habla de asumir el estado no creo que se esté hablando de ‘conocer’ perfectamente ese estado, sino de asumir que es tan efímero como un instante y, por tanto, perfectamente transformable.

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  10. Eolo
    15 diciembre, 2012

    La sociedad de la información crea hombres informados, informales e informes. La sociedad de la uniformación crea hombres uniformados, uniformes e igualmente informes. Es el monstruoso pequeño invento humano para que el Estado domine al estado.

    Un proceso de transformación requiere de una sola experiencia, un solo bucle de conocimiento y una simple acción determinada, un ingenuo analfabetismo ansioso de transcendencia. Pero nacerá de la dualidad, se cubrirá de miedo, se apoyará en el amor, y se dimensionará en la soledad.

    En la búsqueda de la pureza Melpómene en los intestinos me ayuda a identificar mi estado. La Talia de la garganta me desapega de él mientras me encandila con su poesía, hasta que llega Urania para revelarme la nueva conformación celestial del cráneo latente en súbitas órbitas de luz preñada.

    Mi intención es una vocación, mi lucha una provocación, mi renuncia es una invocación, mi camino una advocación, mi anhelo una convocación, mi destino una vocación, mi Ser una abducción.

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