Párrafo 16.9

16.9 «Se construyeron geometrías sagradas en base a números de longitud infinita. Espacios cabalizados con números trascendentes y medidas irracionales fueron cuna de nuevas músicas y nuevos estados, que pretendieron reproducir arquetipos de mundos interiores en los que el hombre se viera como una célula situada en un espacio en que las fuerzas telúricas y las líneas que rompen el aire provocaran sensaciones escondidas que alteran la consciencia. Se construyeron laberintos, configuraciones mandálicas que sirvieran de modelo a marchas y bailes rituales en los que jugaban las energías que ruedan por la Tierra (corrientes, absorciones, empujes, etcétera) en su relación con el Cosmos, y se orientaron en las rutas del Sol o en las del tiempo hacia momentos astronómicos especiales como los solsticios.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Parece que el asentamiento del hombre en poblaciones que trajo consigo el desarrollo en la agricultura, incidiera de manera sustancial en el modo de concebir la relación con su entorno natural. Pareciera que el hecho de pararse pudiera haber permitido una mirada “vertical” hacia el cielo, tomando mayor consciencia del movimiento cíclico de la Tierra en relación a los astros celestes. La relación pasa de ser horizontal —sobre la superficie en el recorrer caminos de supervivencia—, para tomar altura hacia las estrellas. En las manifestaciones artísticas se observa un cambio claro del periodo paleolítico al neolítico, en tanto que en la primera etapa estas eran representaciones más cercanas a lo aparencial reconocible de lo representado, pasando a la abstracción simbólica de la línea y la geometría en la segunda etapa mencionada. Los ciclos del cielo, del Sol, las estrellas y la luna, intervienen directamente en los del ser humano, y la fertilidad se celebra y se invoca mediante ritos directamente relacionados con los cambios de estación. Y es que en la fiesta subyace también la capacidad del ser humano en su dimensión de pensamiento filosófico, presente en la capacidad abstracta de especular sobre el tiempo, de percibir el futuro. Las fiestas solsticiales, las fiestas del fuego, invitan al Sol a no morir, incendiando la tierra con sus fogatas, sabiendo que después del día más largo, comienza el camino hacia la muerte de la luz, para volver a renacer en un ciclo incesante en el resurgir de la naturaleza. En la noche más corta, en determinados puntos del territorio español, por ejemplo, la fiesta del fuego regenerador y del agua purificadora, bautizadas por la iglesia católica como fiestas de San Juan —en honor precisamente del Bautista—, representan también el paso iniciático del joven varón a la edad adulta, y en muchos sitios, aquel baja corriendo de lo alto del monte con antorchas encendidas en busca de la dama moza en el valle. Se baila en círculo, formando cadenas de ida y vuelta en distintas direcciones, alterando los ritmos acostumbrados, creando laberintos en el aire, sin rastros ni huellas, pues todo está en constante convulsión. En la noche de San Juan nadie duerme, en espera de sellar su sombra sobre la tierra con la luz del nuevo Sol al amanecer.

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3 Comentarios

  1. Panacea
    30 junio, 2019

    Se han realizado numerosas conformaciones en la Tierra, algunas de resultado tangible, otras sólo perceptivas para quien las capte, mostrando huellas, guiños, alertas a estados que preconizan y alientan la estrecha relación del macrocosmos con el microcosmos. ¿Será una manera de resaltarnos estados de superioridad y alentar a vivirlos y no apegarnos a la continuidad de lo ya controlado? Son construcciones, recorridos, señales…, estados de consciencia que se alteran y provocan nueva recolocación, ¿pero se está en condiciones de apertura para recoger los mensajes puestos a disposición o no pasan de ser un simple cimbreo de nuestro organismo porque no lo procesamos racionalmente y no se es capaz de ir más allá?

    Caminando se hace camino y, posiblemente, el dar importancia y abrirse desde la intención, con respeto y actitud de estudio hacia aquello que se nos ofrece, facilite el acercamiento sensitivo a estados en los que por estar llamados dentro de la cosmogonía de la que formamos parte vaya siendo más familiar, se vayan incorporando como un lenguaje que cada vez se oculta menos y percibimos que está en nosotros, reconociendo la naturalidad y sencillez que otorga el saberse formando parte de ese vínculo intangible, formando parte de ese vínculo no racional pero presente, pero que está ahí, con presencia y como parte de la vida. Es recuperar esa otra dimensión de la que siempre hemos formamos parte y la hemos desoído.

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  2. Beucis
    2 julio, 2019

    El hombre, encerrado en cavernas, sin discernir, sin capacidad de reflexión, no conoce su muerte, tampoco su nacimiento; nada sabe de la enfermedad. Como una larva recibe el fuego del conocimiento que roba Prometeo a los dioses y se lo dona como un acto de amor y de fe para que pueda llegar a ser hombre, camino de llegar a ser Dios.

    Shiva le enseña a su Paredra las técnicas del yoga para evolucionar, y un pez en el mar escucha y aprende, y en esos primeros movimientos inicia su camino. Es esa rana de la que nos habla Federico García Lorca, también Eduardo Pérez de Carrera:

    «Reza la rana malva

    que esconde los secretos que trae el alba

    y amanecía entre siete clarines

    y amanecía

    eran las siete puertas

    del sexto día».

    Alí Babá escucha las palabras mágicas que abren las puertas de la cueva de los tesoros y aprende.

    En la mitología hindú una diosa revela secretos a los hombres, secretos que les enseñan el camino para llegar a ser dioses, y es castigada.

    El hombre solo, sin ayuda de seres superiores, no puede desprenderse del barro que le pesa y lastra; pero los dioses hallaron bellas a las hijas de los hombres y se casaron con ellas, y surgió esa raza de héroes, que en un caminar arduo, difícil, van desprendiéndose de la piel animal, y desnudos, conocedores de su sexualidad, atisbadores de su fuerza, peldaño a peldaño se van transformando recorriendo espacios que han sido cabalizados, geometrías sagradas, y con nuevas sensaciones y alteraciones de consciencia han bailado laberintos y peregrinado caminos, y han ido reconociéndose como células de un todo que les pertenece y al que pertenecen. Y según crece en sabiduría, ese hombre irá reconociendo a sus maestros en cada Era, a los melchisedech, merlines, dioses que le han acompañado y le han ayudado en esa maravillosa aventura que es ser hombre, y se sentirá agradecido, muy agradecido.

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  3. Eolo
    23 agosto, 2019

    La ubicación de los templos y lugares de oración (no de peticiones del oyente, sino de entrega a lo desconocido), guardan una serie de elementos comunes. De los reconocibles, el agua, la piedra, la altura y la orientación geométrica. De los inducidos, las dragas, las constelaciones, la relación espacial con el sol y la luz, y las líneas telúricas.

    Su utilización religiosa ha desvituado su sentido convirtiéndolos en sitios de adoctrinamiento o frivolidad, pero aún permanecen preservando ese deseo oculto en el inconsciente humano del afán de libertad y luz.

    Malos tiempos estos en los que se reza tan mal… Mal fario en apostar a la Fortuna… Malos días en los que Tristeza y Costumbre impulsan a los sentidos al entretenimiento… solo ¡Eros enamorado!

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