Párrafo 11.16

11.16 «Los que comen raíces mientras acumulan manjares, los que visten seriedad sin tener motivos para la tristeza, los que cultivan discordias ofreciendo caricias y amparo, los que labran pecados lacerando la carne, quebrantando los huesos con penitencias y se envuelven cabizbajos en sombras, están burlando los leones de la ley y son asimismo buscadores de inocencia».

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Pretender la pureza a través de la virtud, considerándola un premio, una recompensa al esfuerzo y la corrección desde unas formas cerradas y estereotípicas. Fachadas apolíneas franquean la puerta que da a la cueva de los dragones donde todo es mucho más confuso y contradictorio, donde lucha una realidad que debe ser trascendida o mejor dicho transformada. Desde esa aparente virtud, la energía vive como amortajada, enclaustrada, recorriendo siempre los mismos y cortos caminos en una aparente serenidad y coherencia que no hace sino pudrir la vida injustamente. Evitar el desafío de la fuerza, de la lealtad hacia la belleza de lo espontáneo sin tarjetas de presentación, del respeto sin juicio de los misterios del mundo y de quienes nos rodean, evitar nuestra propia verdadera inocencia sin juicio, y no aquella que se lava las manos, es la mayor injusticia que el hombre pueda ejercer sobre sí mismo. Y es que parece que la materia no merece tratarse como algo puro; temerosos de su fuerza la miramos desde la perversión de nuestro estado como algo ya corrupto en sí mismo. Decía Nietzsche en Zaratustra: “Que vuestra virtud sea vuestro yo mismo y no una cosa extraña, un encubrimiento: ¡ésta es la verdad que viene desde el fondo de vuestra alma, virtuosos!”.

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3 Comentarios

  1. Loli
    23 septiembre, 2016

    ¿Es el «estereotipo», en toda su capacidad aplicativa, una de las formas más potentes y perversas de obstáculo hacia el camino que nos debería acercar a la realidad, única, profunda y única, de cada uno?.

    «Que vuestra virtud sea vuestro yo mismo….?, indica la necesidad (quizás) de ser lo más leal a ese camino que nos sea posible.

    Pero para ello, parece imprescindible renunciar al consensuado concepto de «virtuoso», y ampliarlo , y contemplar cómo sus límites se expanden, a la par que lo individualizamos y le dotamos de su verdadero carácter singular en cada ser humano.

    ¿Sería «virtud», entonces, no negarnos en nuestras carencias, fracasos, inconsistencias, miedos….no escondernos de nosotros mismos, al menos?.

    Difícil en un mundo donde, desde el propio hecho educativo, todo parece configurado hacia una acción conspirativa contra «diferencia», la «singularidad» de cada persona.

    Una sociedad donde no portar el mismo tipo de «máscara», se paga con la hostilidad y la persecución.

    Difícil camino el intentar no negarnos, entonces, a nuestro realidad más profunda, que aún siendo desconocida, puede que la temamos, pues la intuición es que de seguro, no se ajustará al «estereotipo» uniformado que se nos demanda, aunque aparente matices .

    Comprobar, interesarnos por la diferencia, la nuestra, la del otro…a pesar de la infame «igualdad» impuesta.

    Esto requiere atención….y potenciar la sensibilidad…por el que tenemos al lado, ya etiquetado por sí mismo, a su vez.

    Encontrar la diferencia, con la vocación de, al menos, no temerla, en lo aparentemente idéntico, ¿se referiría también a eso Nietzsche cuando hablaba del «eterno retorno»?

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  2. Alicia
    23 septiembre, 2016

    Loli:
    Ocurre, a mi criterio, que si lo que expones ha de conseguirse con esfuerzo…
    A ver si sé explicarme.
    Entiendo que el esfuerzo es válido cuando las metas que se persiguen son mensurables físicamente, o materialmente. Un atleta, por ejemplo, puede conseguir una mejor marca a base de esfuerzo. O un estudiante puede obtener buenas calificaciones.
    Pero, cuando esos logros están ligados y son tan dependientes de la esencia misma del ser, el esfuerzo es algo intangible, no mensurable desde criterios no sé si lo acertado sería llamarlos “objetivos”.
    En este último caso el esfuerzo se convierte en algo impostado, o artificial, o impuesto por la voluntad. Puede “dar resultado” cara a la apariencia, a cómo vamos a ser percibidos o cómo imaginamos que vamos a ser percibidos.
    Vamos, que el quitarse la máscara implica en cierto modo ponerse una nueva.
    Puede ser de utilidad; creo incluso que ciertamente es de utilidad. Pero dudo de su validez, o siendo más expeditiva, creo que tiene muy poca o ninguna validez.

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  3. Loli
    23 septiembre, 2016

    Hola Alicia

    Hablo de una intención, la de aumentar la atención, un trabajo, en todo caso.

    El esfuerzo se realiza, creo, cuando hay que vencer una resistencia.

    Averiguar el origen o de la naturaleza de esa resistencia, implica quizás también un trabajo.

    Pero no pienso que sea baladí, ni necesariamente de lugar a otra impostación, e inclusive, si así fuera, es posible que las impostaciones adquieran cada vez menos intensidad…. si la intención es buscarnos de verdad, sin temer lo que encontremos, o al menos, con un primer compromiso de no huirnos directamente….de tratar de asumir, aunque muchas veces no sea posible conseguirlo, la situación en la que verdaderamente estamos.

    Y puede ser verdaderamente difícil, a lo mejor, aprender, en ese trabajo, lo que sirve a una nueva máscara, de lo que responde a algo más auténtico que desea dejar de formar parte de lugares apartados y oscurecidos de la consciencia.

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