Párrafo 13.12
13.12 “La fe es un paso superior a la razón, es la chispa de la inteligencia, y sin alentarla no será posible reconocer y asumir un estado de consciencia, y no basta con asumirlo si no hay que aceptarlo (su rechazo provocaría una reacción binaria de lucha), acogerlo y mimarlo sin depender de él; y al mismo tiempo buscar el vacío sin lucha, con el pecho abierto, y dejando que los meridianos aceleren los fotones y que desde el sacro ascienda otra nueva energía que haga tocar todas las campanas de las vértebras, anunciando la llegada de Brahma en la fiesta de la creación y la llegada de Vishnú en la alegría del fruto y el sacramento de Shiva en la pasión mística de la muerte. Esto se produce en cada biorritmo infinitesimal, en cada latido del corazón, en cada ciclo respiratorio.”
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
¿No es alentador este párrafo? Es un gran impulso saber que, en cada instante de nuestras vidas, hay una posibilidad de creación, de autenticidad, de acercamiento a nuestra esencia más profunda. Emocionante y alentador. La vida, que la mayor parte del tiempo convertimos en hábito, en estereotipo y en ejercicio de poder, nos está regalando constantemente la posibilidad de salir de nuestra cárcel, de ampliar nuestras fronteras, de explorar nuestras células y mapas genéticos… para crear nuevas formas de pensamiento, acción y sensaciones… para vislumbrar todo lo que por ahora se nos escapa de la realidad.
Y lo que puede hacer que elijamos este camino de aventura y descubrimiento es creer que más allá de lo que dicta nuestra razón o sentidos hay un campo enorme por explorar, y como dice el autor, a la par que a través del aliento de la fe, “buscar el vacío sin lucha, con el pecho abierto”.
Cuando se detiene el ruido mental, cuando no atendemos a las demandas de las voces del ego, la energía, que está acumulada por nuestras obsesiones y enquistada por nuestro empeño en que nada cambie, comienza a fluir y nos produce esa alegría que tanto anhelamos, porque damos paso al misterio de la creación.
Yo creo que el autor también nos habla en este párrafo de la capacidad que tenemos de separarnos de nosotros mismos y observarnos desde fuera, permitiendo que, sin apegos, seamos capaces de reconocer nuestro estado temporal, para poder ir más allá de él. Una actitud que sólo puede darse gracias a esa chispa que es la fe. Fe en que nuestra esencia existe y aunque está todavía muy lejos de nosotros, nuestra carcasa-cuerpo que sentimos vacía, está deseando acercarse y unirse a ella. Nuestro destino, sin duda, ansía esta unión.
Añade a tu lista
4 Comentarios
Mandrágora
16 enero, 2018Lo que se produce en cada latido, en cada ciclo respiratorio, en cada biorritmo, se entiende que debería ser acto asumido desde la consciencia y desde el querer romper la perpetuación de los hábitos sujetos a los sentidos y a sus formas externas. Es impulsarse hacia un nuevo referente sabiendo que luego ha de dejarse.
Desde nuestra praxis mental resulta complicado focalizar una atención, una intención de búsqueda para, acto seguido, una vez logrado buscar su renuncia. Ese estado de vacuidad nos dice ser necesario para no asentarse en el siguiente estado de dependencia, pero a la vez es instrumento válido de dónde partir. Estaríamos hablando del desapego a nuestras obras y sus resultados en pos de una causa superior, de donde formamos parte pero no podemos identificarnos desde nuestra condición de naturaleza inferior. «Cuando ya no es posible engañarse a sí mismo, aparece la desesperación por haber perdido el propio territorio; es cuando aparece un campo sin alambradas del que ya nadie nos desposeerá porque nunca será nuestro».
loli
17 enero, 2018El dibujo que acompaña a este párrafo, muestra a un hombre sereno (sirena-Sirio), entregado a un camino que le lleva directamente a una hoguera…a un lugar de combustión continua, incandescente.
¿”Llamaradas” que hacen posible la transformación de la materia, de los materiales, o por lo menos facilitan el rumbo de esa transformación”?.
¿Y qué materiales son esos?….
¿Es posible que muchas veces lo componga todo aquello que ha supuesto nuestras trabas, ataduras, pesos y gravedad…que parece infinita, de aquello que lastra, de las denominadas “memorias pasivas”?.
¿Otras veces, sus restos, sus rastros…confundiéndose con los bloques enteros, pero que ya están empezando a resquebrajarse, aún así actúan como si siguieran compuestos?..
¿Cómo mantener la entrega a esa hoguera que aparece sin fondo…aún cuando en lo más íntimo de nosotros sepamos que el fuego es el medio de la transformación?.
¿Qué fuerza aún no abrazada en su potencia, es capaz de seguir insinuándose, desde la lejanía, desde eso que denominamos “intuición”, o lo que, quizás, sea mucho más verdad, a pesar del intento mantenido socialmente en su “denostación”….”la trascendencia”…., es capaz de alentar una entrega, un hálito de serenidad…en el paso vertiginoso de “transformar” definitivamente los “guijarros” que atenazan la vida?.
Seguramente “El Amor”…una Fuerza.
En el organismo humano, el oxígeno puede circula por la sangre en forma diluida como gas…pero eso no sería suficiente para su entrada en las células y los procesos más rápidos de combustión y trabajo celular que se requiere.
Por eso, y a pesar de que exista, al parecer, una porción del gas diluido libre en sangre, la mayor parte se une bioquímicamente al hierro para acelerar su llegada y entrada a las células….para acelerar los procesos de combustión…, en los que estamos inmersos.
¿Un intento, al menos eso, de trascendencia, puede acercarnos un poco a la consciencia de esos procesos….puede “serenarnos”, dejarnos sentir, aunque sea por instantes, el consuelo suficiente para abrirnos al vacío?.
¿El intento de acercarnos al Amor….puede llevarnos, entregados, sin lucha, a la hoguera acelerada de la “transformación?.
Rafa
17 enero, 2018La palabra Fé , viene del término fides ( lealtad, confianza), pero lealtad a que o a quien ?.
Los indios norteamericanos, tenían la máxima de que » La verdadera riqueza, está en saber prescindir de las cosas superfluas».
Pues para saber a quien hay que profesar la lealtad, tenemos que ir des-cubriendo nuestros estados llenos de cosas superfluas, para que lo importante, vaya floreciendo.
Pero lo curioso, es que debemos aceptar esos estados empobrecidos, acogiéndolos y mimándolos sin depender de ellos, de alguna manera amándonos también en nuestra pobreza, y al mismo tiempo, buscar la plenitud del vacio; permitir que entre la luz, dejando ascender la energía que trae la música.
Anunciando el sagrado momento (sacramento ) de Shiva, la alegría del fruto, (no del dis-frute ) cuya semilla, ya está puesta y escrita de Vishnú.
Y la gran fiesta del dios que exhala la materia, Brahma, y que nos hace creados y creadores en el mismo instante.
Un abrazo
loli
19 enero, 2018«La alegría del Fruto, (no del dis-frute)»…..es una frase que hay que profundizar.
En general tendemos, creo, a pensar en ese Fruto, como algo «nuestro», producto de «nuestro trabajo», de «nuestro esfuerzo», y por lo tanto con el derecho a «marearlo», o «desvirtuarlo», en la creencia de que estamos en condiciones de entenderlo y usarlo…., es solo una tonta reflexión.
Pero, puede que no sea así…¿y si ese Fruto no es para ese concepto que tenemos de nosotros?….¿y si fuera algo para los demás…pero que tenemos la obligación de trabajar y ofrecer?.
Puede que existan muchas clases de ellos, en el Jardín del Edén había varios árboles frutales, al parecer, preparados, quizás cuidados y trabajados, como solo se puede hacer bajo ciertas condiciones en un lugar elegido para ello….puede.
Trabajar para lograr algo….desde el vacío….la fe….la renuncia…., algo que no sabemos qué es…que llega un momento en que dejamos de ponerle nombre…que dejamos de visualizar y hasta de desear.
Requiere, y es una reflexión personal, seguramente, de hacernos algo más merecedores de que esa fuerza incipiente para algunos de nosotros, nos ayude…siquiera a convocarla.
Un abrazo