Párrafo 15.23
15.23 «El peregrino encuentra los zapatos más nuevos encima de la tumbas, y el vigilante advierte que no es bueno marchar con zapatos de muertos. A algunos videntes ciegos les soplan las arpías desplumadas por el Cristo trozos torcidos de verdades, y la savia se niega a salir de las raíces porque tiene miedo de los copistas tristes que se escandalizan con las lágrimas de las muchachas que buscan amores.»
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
¿Qué ocurre en el interior de la célula? Una magia que no podemos conocer con los racionales libros de biología. Puede que se entable un diálogo en el cementerio donde viven las memorias que acarreamos, en el núcleo de la célula. Pero quién saca al exterior dichas memorias y ¿qué ocurre en todo este proceso? Algo tan íntimo como el reflejo de un mundo aparentemente fractal pero mandálico. Los antiguos Filósofos tal vez se equivocaban al decir “como arriba es abajo”.
Porque esta tierra está llena de muertos. Caminamos sobre la carne de todos los seres que han dado a luz un sonido apenas perceptible. Y caminamos sin leer, sin mirar, sin respirar. Inspirados por nada, nos dejamos interpretar, exhaustos, por doctrinas que dicen que no hay memoria porque las voces no se escuchan. Y sin embargo, “no hay peor castigo que el sudor sin fruto”, el trabajo de caminar como todo peregrino, hacia la muerte, sin encontrar apenas nada. Y por eso, nos dedicamos a saquear y desgarrar y fagocitar, porque sólo nos encontramos más de lo mismo y todos creemos que únicamente podemos engordar, henchidos de codicia. Las arpías sobrevuelas nuestra conciencia, como si no hubiera existido nunca una sola verdad sobre la tierra, como si no existieran ya miles de luces preclaras que han ahondado en el abismo que nosotros llevamos dentro y fuera. No es bueno caminar con zapatos de los muertos porque así, no existiría ni un solo ser humano copiado de otro. Interpretación, libertad, luces y sorpresas. Muchachas que buscan un beso sin ver el rostro de su amado.
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2 Comentarios
Rafa
10 abril, 2019Las lágrimas que las muchachas tienen en la memoria no buscan amores, sino amor.
Por eso escandalizan a los copistas tristes.
A los que reproducen sus células idénticas a si mismas.
Las arpias, convertidas en sirenas ya no cuentan bellas mentiras, para atraer a los argonautas en su camino hacia el vellocino de oro; sino trozos torcidos de verdades que solo consuelan a los videntes ciegos.
Y el peregrino, el viajero de ninguna parte, debe transitar haciendo camino, como decia León Felipe.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el Rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Un abrazo
Eolo
15 abril, 2019Ahí, ahí. Velo tú. Ahí están los ladrones amedrentadores de la saliva, prestos a burlar tus sueños. ¡Salta! Salta ya y sortea las guadañas que cincelan los territorios labiales.
Y al conseguirlo la mística sigue ardiendo, y el día se aproxima al juego libre de estrellas y tierra. Pájaros que atraviesan las nubes para depositar un nuevo latir trémulo entre tu lengua y tu garganta, que apenas se atreven a ser pronunciadas sin el manto onírico entre tus labios.
Siguen saliendo leves, pero ya permanecerán para siempre hasta el despertar de la luz en el albor de tu propia consciencia amamantada por arrebatadas vírgenes silentes.