Párrafo 17.21
17.21 “Los que tienen hambre y sed de justicia deben saber que el sometimiento a otros hombres conduce a la mente a degradar la Naturaleza hasta creer en la justicia, pues la ley ordinaria es incompatible con la libertad del yo superior.”
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Si partimos de la base de que lo que entendemos por justicia es la interpretación que hacen unas personas de las leyes elaboradas por otras, llegaremos a la conclusión de que esa justicia depende por completo de los criterios, valores, ideas o prejuicios que esas personas tienen de cómo debe funcionar y organizarse nuestra sociedad, y de cómo no debe hacerlo.
Supone, desde luego, que cuando los seres humanos demandamos justicia, estamos aceptando someternos a esas personas, jueces y legisladores, con sus respectivos condicionantes psicológicos, intelectuales o del tipo que sean.
Si aceptamos que las personas somos diferentes unas de otras y que, además, no somos seres completamente desarrollados, por lo que tenemos posibilidades de crecimiento y expansión de nuestras facultades, concluiremos asimismo que el sometimiento a la justicia convencional implica, por definición, que quienes diseñan e imparten esa justicia están detentando un poder sobre los demás seres humanos para el cual probablemente no están suficientemente preparados.
Creer en esta justicia es, por tanto, incompatible con la creencia de que tenemos la posibilidad de que nuestro crecimiento personal nos permitiese alcanzar un estadio claramente superior al de esos jueces y legisladores. En la medida en que esa posibilidad se pudiera ir haciendo realidad, el sometimiento a esa justicia sería uno de tantos corsés a eliminar en un camino de ampliación de nuestra libertad.
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2 Comentarios
Panacea
6 junio, 2020¿Qué flaco sentimiento nos conduce a ceder confundiendo la generosidad con la negación a uno mismo? ¿Qué camino es ese que nos lleva a apocarnos por una supuesta idea mejor planteada negando nuestra propia voz, que nos clama otro camino? ¿Qué inercia nos hace acatar lo que nos es dado sin cuestionarnos la elementalidad de cualquier programación colectiva?
El temor a la respuesta del otro, la inseguridad a no ser comprendidos y la falta de confianza aun equivocándonos, nos lleva a sumarnos al ejército de dogmáticos que proclaman verdades lineales y axiomáticas como principios irrevocables y sin controversia. Es todo un ordenamiento ficticio, carente de base desde el comienzo al no asumir la precariedad de que lo colectivo es errático y cambiante en tanto en cuanto cada individuo forja una realidad distinta porque sus circunstancias y sus peculiaridades resuelven de manera distinta a los demás congéneres. No es posible asumir como comportamiento único cuando la realidad suma multitud de variables multiformes que se escapan de cualquier vector reglamentado.
Adoptar un comportamiento establecido como mero orden por el hecho de vivir en sociedad y hacerlo más resolutivo no implica creérselo y contagiarse de ello; uno es mucho más que un orden social. Por eso, supeditarse hasta la integración de ese formato que llamamos justicia no deja de ser el más puro abandono de nuestra obediencia más profunda a lo que se espera de cada uno: la libertad.
Beucis
11 junio, 2020En un trabajoso caminar, el hombre ha ido adquiriendo posibilidades que le han abierto a su evolución.
Alcanzar la libertad no es fácil, tampoco lo es ser felices, sentir el gozo, la alegría, llegar al amor. En el trayecto tenemos miedo, queremos sujetarnos a alguien hasta llegar al sometimiento y queremos creer en la justicia. Es mejor sometidos y seguros que libres y con responsabilidad.
¿De qué se tiene hambre y sed de justicia? ¿Qué significa esto exactamente si no es sometimiento al otro?, porque así se evita la tremenda elección de la libertad y la responsabilidad con la soledad que ello implica pero con alas que nos llevarán a la aventura.