Párrafo 17.7

17.7 «Estas herramientas se traspasan de padres a hijos como la herencia más preciada, componen la base de todos los refraneros, dichos y consejas, y sus semillas se cuelan por todas las rendijas echando raíces en cualquier terreno mal labrado. Son semillas que enraízan en la oscuridad y allí, regadas por las aguas de un Tánatos descreído y protegidas por el aliento de un Eros viejo de mirada turbia, crean las plantas del egoísmo.»

Los refranes, eslóganes, consignas y moralejas han sido y son algunas de las recetas que calman y dirigen las mentes. Conforman eso que antes se llamaba sabiduría popular y ahora pensamiento único. Son inventos para mitigar el miedo y generar certidumbres.
Cada dicho, cada refrán, cada sentencia enuncia un acto y su consecuencia, aquello que va a suceder cuando se tiene cierto comportamiento. Así, siempre que pensemos mal acertaremos; o, para no sentir, lo mejor es cerrar los ojos, para no enterarnos, para no saber.
De esta manera se van estableciendo los caminos de la conveniencia, los únicos que se deben transitar, los que tienen un recorrido conocido; que, aunque sea malo, siempre vale más que otro bueno por conocer. Así, también, la profecía de lo que va a ocurrir provocará que sea esto lo que seguramente ocurra; porque, inevitablemente, el cántaro se va a romper si lo llevamos a la fuente.
Y con todo, a pesar de las advertencias de Don Quijote, seguimos trompando aunque nos castigue nuestra madre.