Párrafo 19.18
19.18 «Esta atrofia se caracteriza por forzar al cerebro a un comportamiento contrario al impulso energético que convoca el principio de la vida, arrastrando confusión al modelo bioquímico. Podría parecer lógico que se pudiera vivir en el espacio de realidad que cada uno desea, renunciando a los espacios y memorias que conducen a la vida plena, pero ello sólo es engaño si se considera que la capacidad de conciencia útil que asume ese deseo es sólo una mínima parte de la razón potencial, por lo que únicamente habría que darle la capacidad justa de decisión que corresponde a su desarrollo. De no ser así, se estaría larvando una acumulación de energía que desembocaría en depresión o locura.»
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
La primera gran cuestión que plantea este párrafo es la referencia a aquel “impulso energético que convoca el principio de la vida”, cuya naturaleza parece difícil de especificar y al que ni siquiera el estamento social más estimado en nuestro tiempo puede dar respuesta: la ciencia.
Tampoco sabemos si el origen de la vida a la que se refiere el autor está única o directamente ligado al origen biológico de la vida. Tampoco sabemos con certeza si el origen biológico esta desligado de algún otro origen no biológico…
Si atendemos a mitos y cosmogonías ancestrales, cabe la posibilidad de entender el principio de la vida del ser humano como el nacimiento del logos, del verbo. Y esto a su vez, ¿podría ser consciencia o movimiento, idea o acción? ¿Es la idea en sí misma ya una acción, un movimiento, algo mutable…?
Otro concepto que aparece de manera recurrente en la insistente vocación humana de explicar su origen, es el concepto de vacío existente previo a cualquier forma creada. Vacío quizá como quietud repleta de todas las posibilidades, vacío quizá como impulso previo antes de una explosión, vacío como espacio disponible a la siembra, vacío como respiración de dios, vacío como forma de ignorancia que abre las puertas a una nueva posibilidad. Desde esta reflexión, cabría entender que la preponderante imposición cultural de especializar a cada individuo hacia una única forma de expresión y por ende de comunicación con la realidad conviviente, no lleva más que a la firmeza, fortaleza e impermeabilidad construida de un carácter bien formado, que impide, en tanto que así mismo se niega de manera rígida y tajante, percibir aquellas memorias tejidas en la red del prana que forman parte de su propia naturaleza, por la asustadiza prepotencia de quien, para sentirse ser, necesita creer saberse alguien muy concreto, limitado y trágicamente cierto ante sus propios ojos. La especialización, por lo tanto, parece ser contraria o al menos, limitar en gran medida las posibilidades de evolución de cada ser humano; más si entendemos que un principio vital ha de ser necesariamente evolutivo, necesariamente dinámico, necesariamente veloz, una vez asumida la entrega valiente y heroica que supone reconocer la propia ignorancia como la única verdad palpable desde la razón “de la sinrazón”.
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2 Comentarios
Rafa
16 julio, 2021La realidad última de las cosas está representada para Shopenhauer por un principio metafísico general que gobierna el universo (un impulso energético que convoca el principio de la vida), una fuerza omnímoda que llama voluntad o voluntad de vivir.
Esta voluntad no se plasma en los seres individuales, en cosecuencia dichos individuos no tienen existencia real como tales sino en la suma de los mismos, este impulso integra toda la naturaleza y el universo, es una fuerza que obra sin motivo, el motor ciego de la humanidad.
Explica que el universo esta impulsado por una fuerza primordial de vivir que impulsa a todas las criaturas, es el sustrato íntimo intangible que dá cohexion a la totalidad de los seres y las cosas.
Esta voluntad está por encima de nuestra capacidad de libertad individual o el libre albedrío, pero este nos permite alejarnos o integrarnos en ela.
Acotar nuestra consciencia identificándonos con las cosas, deseos, con una idea de nosotros mismos, del caracter que creemos tener, de nuestros miedos, la parcela.
Y no solo no nos permite llegar a esa consciencia de todo, sino que el autor nos dice que perseverar en ello nos conduce a una tristeza permanente como es la depresión o a la fijacion obsesiva en nosotros mismos como es la locura.
Evidentemente hay otra manera de hacer, pero en este caso cada uno debe buscar la suya, porque sinó seria como el chiste de los locos,
Que prefieres susto o muerte ?,
yo susto,
¡ Uuhhh !,
¡que susto!
¡ Ahh !, haber elegido muerte.
Un abrazo
Loli
17 julio, 2021Aurobindo parece que al respecto mantenía que “todo lo la razón puede lograr es preparar la consciencia humana a través del intelecto, una vez hecho esto decirle: he tratado de impartirte la verdad bajo una forma y un sistema que te la harán aceptable; ahora, si estás intelectualmente convencido o te siente atraído por ella, puede ir en pos del conocimiento verdadero, pero deberás buscarlo sirviéndote de otros medios que no son de mi competencia”.
“El espacio de realidad que uno desea”, del que habla el texto se adapta a las exigencias de nuestros miedos y a las exigencias de los miedos de los que nos rodean y también de los que creemos que no lo hacen.
En cierto modo quizás, en principio, no podamos actuar de otro modo.
Estamos condicionados por el modelo en que crecemos.
De algún modo, también, creo que siempre se mantienen rescoldos en el intelecto, esa pequeña porción de geografía cerebral que recoge información y recorridos muy repetidos de nuestra manera de usar la “razón”, que mantienen el eco de potencialidades mucho mayores y más plenas de trabajar la consciencia.
Deseamos acomodarnos sin grandes conflictos a ese “espacio de realidad” que hemos y nos han conformado.
Hacerlo, quizás, desde la consciencia de que es limitado, y que potencialmente hay mucho más, puede que suponga alejarnos de posibilidades de acumulación inútil de energía desperdiciada que acuna problemas mentales.
También abre la puerta a que el pensamiento pueda encontrar otros espacios de recorridos y conexiones que no contengan y sí que den fluidez a lo acumulado…
Pero, también eso, quizás, hay que tomarlo como precario y eventual…
De no ser así, parece que la necesidad imperiosa de un deseo infantilizado, siempre lleva a tratar de parcelar espacios que parecen cómodos, y asumir su “especialización”, apuntalando sus errores y llamando a amordazar los ecos sordos de una consciencia, que aún así, sigue resonando en todos los lugares y espacios a donde se la relega, contando que busca salir, expandirse y trascender…
Quizás, como apunta el autor, si fuéramos capaces de reconocer y asumir las capacidades reales de discernimiento que tenemos en nuestro actual estado, huiríamos muy pronto del intento de parcelar nuestros “conocimientos”, y quizás, también, empezáramos a descubrir, como apuntaba Aurobindo, que la razón, aún no desplegada en toda su potencialidad, igual no deja de ser una herramienta al servicio de…mucho más.