Párrafo 7.28

7.28 «Las praderas del miedo están llenas de tumbas sin cruz y cadáveres sin mortaja que esperan la resurrección. Hay cabezas de chorlitos pinchadas en agujas de hacer punto, que repiten canciones estúpidas que tragaron bebiendo agua derramada por la memoria, y el cielo está sembrado de sonrisas de sal que quedaron sin respuesta».

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Verdaderamente es una imagen de gran intensidad la que nos ofrece su autor en este párrafo. Un montón de muertos anónimos que ansían un nuevo aliento, una nueva posibilidad. O posibilidades enterradas sin que se les haya dado siquiera la oportunidad de fracasar en el intento de su desarrollo.

Quizá esa pradera no esté al otro lado de la vida, sino sea más bien un estado inmovilizado dentro de la misma, apresado por la recurrente rutinización de la propia existencia. Poner la vida al servicio de la existencia… vida y existencia como conceptos distintos aunque no necesariamente desligados o ajenos el uno del otro. Seguramente coexistentes, valga la redundancia, al menos durante el corto ciclo de lo que llamamos vida.
El obsesivo afán por repetir lo conocido, esperando constatar lo que habíamos ya decidido, para que las cosas se den como sabíamos debían sucederse, consiguiendo de este modo que la amenazante posibilidad de la sorpresa quede por completo anulada a voluntad. Dejarse morir en vida esperando una muerte sin la experiencia de lo crístico, de la cruz.
Se intuye algún matiz detrás de éstas metáforas cuyo significado vibra tras lo descifrado… tumbas sin cruz y cadáveres sin mortaja que esperan la resurrección. Una muerte en vida desde las praderas del miedo espera ser redimida, espera ser desenterrada, espera ponerse en marcha más allá de las memorias que, de pura saturación, rebosan de nuestras células.

Y cuántas voces del exterior, donde está lo más profundo de la realidad, cuántos mensajes, llamadas, guiños, saludos, sonrisas nuevas… quedan congeladas o cristalizadas por el mero hecho de no llegar a percibirlas nunca. Cuánto de la realidad aparente, por no ir más allá, o más acá… cuánto de la cotidianidad que nos rodea no llegamos a descubrir aturdidos por el ruido de nuestras propias dinámicas. Cuánto no llegamos a escuchar, ver, oler, palpar o palpitar… cuánto, cuánto, quanto… quanto…

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6 Comentarios

  1. Torrentes de
    23 noviembre, 2014

    Torrentes de catarsis inflamadas zumbando en los oídos de los claroscuros que se extienden por debajo de las puertas cerradas con cerrojos de silencio negando que en alguna parte se perdió la lúdica voluntad de escapar de las garras del monstruo que desde el interior de sus entrañas busca alimentarse de la debilidad, el aburrimiento o el olvido de algún tiempo borrando las estelas de los mares anegados en sombra de misterios que delatan, en su mudez, en su arrebolada obstinación profana, la exculpación de venenos que derraman tanta crueldad, tanta inclemente denostación de las tempranas experiencias oscuras en que el alma derrocha, sin pasión, las pálidas rarezas del acaso sumido en el estertor de otro mañana en que ya no, ya nunca ni en venganza, se escucharán las voces de los que, extraviados del error y del fracaso, se entregarán al nuevo despertar que aguarda intacto; y sonarán, entonces y en lo alto, los gorjeos desafinados del infausto, informe desplegar de mil erráticos bandazos a derivas de unos cuantos pasos que se perdieron ambulando del cielo al sol, del acaso al entonces y, desde allí, verán nacer, muriendo entre sus goznes, un ya no más buscarse en los rincones donde no hay, ni queda, ni se guarda, temor de Dios ni de su faz sin rostro.

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    • Icono-Plasta
      25 noviembre, 2014

      Vaya discursaso del TORRENTE -ignorando el número- y no me extraña luego de leer los otros que se marcan por aquí a ver cuál más chulo. No sé a quién darle el premio de la semana a la oscuridad narrativa. Pero a la no interpretativa me lo doy a mí mismo.
      Por otra parte no hay duda de que el autor cuando quiere ponerse rudo y más se pone. ¡Ay este mundo de pecadores sin remedio, y más! Sólo te salvarás si lees este blog atentamente, y haces un Sudoko todos los días.

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  2. Mandrágora
    23 noviembre, 2014

    En mayor o menor grado se es consciente de la frustración y grado de hartazgo en que se vive; se intuye lo mucho que se pierde por falta de vibración, por falta de intensidad, por falta de entrega; se percibe lo que de continuo desoímos a nuestro yo interior por persistir en los imperativos racionales orquestados desde toda clase de manipulaciones y desvíos; se sabe, se presiente, se percibe y, sin embargo, puede más la somnolencia y la retención acomodada que la llamada de libertad, que tantos guiños hace.

    ¿Quién no ha sentido el arrastre y el embriague de algo colmado, de algo pleno, sin control ni preparación? Entonces si se tienen señales, ¿por qué no se buscan? ¿Por qué no se intenta lograr mantener como estado, incorporarlo? Una cosa es el encuentro con ese algo o alguien que hace sintonizar y logra acoplar en pura armonía, y otra cosa bien distinta salir al encuentro de ello, buscarlo y poner los medios para lograrlo. Lo uno te hace saber que existe, lo otro tienes que ir a su encuentro. Y ese no encuentro no siempre se detecta al estar empañado por praxis perversamente manipuladas donde difícilmente escapan de tu propia observancia al identificarte con ellas. Sabes que no estás en el camino, lo sufres, pero no sabes cómo hallarlo.

    Me recuerda a otro comentario que hizo el autor en tiempos pasados: «Los vasos quedan en el aire sin llegar a las bocas abiertas a causa del miedo… Su contenido se seca lentamente».

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  3. Mariana
    24 noviembre, 2014

    Pendientes de expectativas, resultados; deseos que buscan la satisfacción de reconocerse en lo previsto, en lo esperado, limitando emocionalmente la vida a un escenario de juguete, a una pequeña maqueta, miniatura para el alma, destruímos la actitud de aventura que implica el nacer. Deseos cobijados en párvulos sentidos lo oscurecen todo, ignorantes de sus límites.
    Intenciones presas del deseo y la codicia y una mente poderosa con la razón al mando, ponen su empeño en dominar lo indómito: la fuerza del espíritu. Antes, después y siempre el espíritu es libre, pero nos puede la falta de fe o la fe insuficiente, el miedo a renunciar al resultado de nuestras acciones, a la acción con desapego, el miedo a entregarnos. Pero entregarnos, a qué?. Por intuición digo, que entregarnos con pureza, o al menos, con intención de pureza, a nuestro verdadero yo desconocido, a nuestra esencia eterna y divina, al espíritu.

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  4. Beucis
    29 noviembre, 2014

    No tenemos recetas; no tenemos catecismos; ni guías; ni nada en qué apoyarnos para acceder a la frontera de la consciencia, a las praderas akásikas. Allí donde podemos ser; donde podemos alcanzar la felicidad; donde no debemos retener el agua que fluye.
    Tampoco tenemos un manual para poder salir de las praderas del miedo. Las sirenas, ambiguas, que guían y confunden según nuestro estado; que invitan a la aventura y también a la muerte, con cánticos peligrosos que no se deben escuchar. ¿ o sí ¿, ya están donde deben, enseñándonos el camino de retorno; el camino que lleva a Ítaca
    Para abrir ese camino hay que derribar las empalizadas que nos reducen. Y no es fácil. El miedo, la enfermedad… encontrar el valor para enfrentarnos.
    Estas praderas del miedo que deberemos pasar y en las que no podemos dejarnos atrapar, porque la sal de las memorias pasivas nos embalsamaran y convertirán en eternas momias sin futuro.
    Despedimos este capítulo que nos habla del miedo; sí, pero también de la posibilidad de llegar a la frontera de la consciencia; a la felicidad; a las praderas akásikas donde la luz del principio, y la música que acompañó a la diosa del Buen Nombre impulsaron nuestra creación.
    Después de una andadura por el miedo, por la duda, la enfermedad, la pereza, trataremos de avanzar, dejar atrás las cabezas de los chorlitos, amortajar los cadáveres, para con una nueva piel, nuevas vestiduras, alcanzar, limpios, a la diosa de la felicidad—Tara Dorada—
    Pero antes, al llegar a Ítaca, hay que vencer a los pretendientes y prepararnos para el encuentro con nuestra esencialidad, con la Dama que cantaron las trovas: con nuestra alma..
    Vamos adentrándonos en época de Adviento. Se acerca la Navidad y llega la Luz. Un abrazo.

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  5. Mariana
    30 noviembre, 2014

    Gracias Beucis. Inshalá.

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