Nota
«En las risas de los hombres que creyeron y perdieron la memoria he sentado este libro. Este libro no está escrito en base a bibliografía alguna, ni contiene doctrina, sino sencillas reflexiones a la luz del trabajo en la evolución de la consciencia.»
1 Comentario
Loli
22 mayo, 2022Los hemisferios cerebrales, derecho e izquierdo, están unidos centralmente por grandes tractos de conexiones entre neuronas, llamadas comisuras, la más grande se denomina “cuerpo calloso”.
Esta conexión es necesaria, no porque el espacio entre ambos hemisferios esté “vacío”, sino porque hay territorios encefálicos que no están, aún a un nivel ni siquiera aceptable, de su capacidad potencial de funcionamiento.
El nombre, ni siquiera bonito: “cuerpo calloso”, parece remitirnos a algo “endurecido”, “encallecido” por una repetición reiterada que ya pide otros “desvíos”, o más bien, “liberación”.
Cuando sucede algo inesperado, algo que rompa la cotidianidad de los circuitos de pensamiento con los que quizás alimentemos también ese “calloso cuerpo”, en el encuentro entre lo analítico y lo analógico, aunque sea cuestión de instantes, se produce el asombro, la alegría y también la risa.
Una poesía, un momento artístico, e incluso un chiste bien contado que sorprenda distraída a nuestra razón, vislumbra en esos instantes un territorio desconocido, pidiendo ser explorado.
El niño pequeño ríe mirando sus pies y sus manos, porque es un encuentro, y sus hologramas de pensamiento, aún no pueden servir de barrera a los descubrimientos.
Un ser querido avisó a su nieta de que acababa de abandonar el cuerpo físico, y lo se lo dijo riendo, mientras ella dormía y, seguramente, soñaba.
Momentos de encuentro, risas que anuncian territorios abiertos a su exploración, tiempos y espacios que nos siguen llamando a su aventura, desde la vigilia, desde la consciencia.