Párrafo 12.14
12.14 «Y muchos pueblos y muy distantes llegaron a las mismas conclusiones, aunque hubo dos culturas, la china y la precolombina, que tuvieron una especial obsesión profética y mágica por el calendario. Y parece que la orientación de la Tierra en el campo de las estrellas tiene una importancia que los hombres captan».
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Miles de millones de kilómetros es lo que recorre un ser humano durante su vida. Estamos en constante movimiento, desde el movimiento de nuestra galaxia hasta nuestros pasos, todo contribuye a nuestro camino por eso que se ha convenido a llamar espacio-tiempo. Nuestro cuerpo, por lo tanto, jamás ocupará el mismo espacio, ni tampoco el mismo tiempo.
Nuestros rastros viajarán con nosotros, anclados a la fenomenología que nos rodea, acompañandonos y a la vez impregnando los espacios recorridos, como huellas de un pasado que quiere ser presente. Es probable que no sólo el ser humano deje sus rastros si no que todo, de una u otra manera, lo haga también. Es así cuando uno se acerca a captar la importancia, la influencia, que puede tener nuestro recorrido por el espacio.
Añade a tu lista
3 Comentarios
Beucishhh
13 febrero, 2017Hombres con conocimiento, construyeron las pirámides esfinges, Torres de Babel, que debían alcanzar el cielo para observarlo, para estudiar. También la tierra debería ser surcada, sentir sus latidos, las corrientes de energía, dragas, dragones. Hubo, hay, seres con conocimiento, seres superiores, que adelantaron sus observaciones sobre todo lo desconocido que les rodeaba, para poder ofrecerlo al hombre y facilitar una vida que se presentaba rodeada de incógnitas y de peligros, donde se balbuceaba y apenas se sabía mirar.»… Encerrados en sus cuevas veían sin ver» relata Prometeo después de ofrecer su fuego. Estas conclusiones trascienden lugares geográficos, creencias, mitos diversos, para obtener resultados parecidos pero con distintas inquietudes. Este versículo nos habla de dos pueblos diferentes y distanciados, con el mismo interés por el calendario, el devenir de los días, de las estaciones, de los ritmos y sobre todo por su estudio profético y mágico . Con otros matices, en cada civilización, por alejadas y desconocidas que fuesen, se hicieron las mismas preguntas por el futuro incierto. Augures, sibilas, profetas, hacían sacrificios, observaban visceras, escrutaban los vuelos de las aves, con la consiguiente deriva de esas magias para trascender, unas, para obtener oscuros poderes, otras. Nosotros percibimos la influencia del cielo y de la tierra, algunos con conocimiento de lo que sucede, los más con ignorancia, pero intuyendo su importancia y grandiosidad. Lo que » En principio fue el Caos» se ha ido transformando y transformándonos . Aún estamos en el Séptimo día de la Creación, inconclusos, esperando ese octavo día que nos de forma y nos permita clarividencia.
Mandrágora
14 febrero, 2017Una vez más los acontecimientos vuelven a recordarnos la similitud del hombre, a pesar de sus distintas culturas, razas y costumbres, en buscar, ubicarse en un espacio, en querer saber y entender el porqué de unas leyes que se ignoran y se desconocen. Parece que los interrogantes y las incertidumbres son consustanciales a la raza humana en su término más genérico, por encima del funcionamiento reticular y angosto que ha marcado la evolución humana. ¿Qué hubiera pasado si los seres de este planeta se hubieran reconocido en su fragilidad ante lo inmenso que nos rodea y hubieran buscado el amparo de sus congéneres para, juntos, descubrir, protegerse y avanzar en la búsqueda de lo mismo? Quizás nuestro mundo sería más amable.
Alicia
15 febrero, 2017Cuando las personas hablamos de “saber”, “conocer”, “buscar”, “descubrir”, “evolucionar” y de tantísimos otros conceptos, o sentimientos, o emociones, ¿cómo puede nadie saber qué cada una de esas palabras está significando para los demás?
“Saber”, por ejemplo, ¿qué esperamos cada cual del “saber”? ¿Por qué o para qué lo buscamos? ¿Para qué lo utilizaremos? ¿Qué esperamos de él? ¿Qué esperamos de nosotros mismos cuando lo tengamos? ¿Utilidad? ¿Utilitarismo? ¿Beneficio propio? ¿Beneficio para los otros? ¿Para qué el propio? ¿Para qué el de los otros?
Si las personas pudiéramos – más allá de las palabras y los “trucos” a que las palabras se prestan – leer el pensamiento de los otros, en limpio, desnudo de intenciones, quizá nos quedaríamos sorprendidos (puede que hasta aterrados) de saber con qué encantadora inocencia nos espantan.
Las palabras – sean escritas o habladas – no ofrecen especial dificultad a la hora de utilizarlas. Sólo hay que elegir las que se adecuen al gusto o al disgusto del destinatario (según queramos agradar o molestar) y meterlas en una coctelera en la que añadiremos tonos de voz, modulaciones, gestos, inflexiones, pausas, signos de puntuación (si es por escrito) y algún que otro detallito al gusto. Se agita, y ya está…
Tanto se puede decir “te quiero” como “te odio”, y a la misma persona, y lo dicho resultará exactamente igual de convincente siempre que se hayan elegido y combinado bien los ingredientes.
¿Pero cuál es la verdad?
¿Cómo puede, ni uno mismo y de sí mismo, reconocer que no va de farol como en un juego de cartas?
Y quien cometa la imprudencia de decir “yo no voy de farol” estará gritando, sin palabras, pero a los cuatro vientos, o su ignorancia o su mendacidad.
Esa frase tan por todos conocida de que “el tao que puede ser expresado no es el verdadero tao”. Sólo hay que sustituir tao por:
Amor
Verdad
Sabiduría
Bondad
Conocimiento
…
… la retahíla puede ser todo lo larga a que alcance la imaginación.
Las palabras sólo sirven para hablar del tiempo y pedir un café en una barra de bar, largo de café, en vaso, muy caliente…
Y muy poquito más.