Párrafo 13.20
«Al permitir que el pez Matsyendra descubriera los caminos que transitan la vida, sellaba el dios la alianza entre el hombre y el misterio, estaba convocando la llegada del arte en los ojos de las musas hacia la aventura del espíritu.»
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Nosotros, en realidad, cuando miramos, miramos al abismo. Siempre el impulso de ver aquello que no se ve. Siempre buscando, indiferentes, lo que tenemos delante y no vemos. Aun así, lo estamos sintiendo, presintiendo. Misterio que es presencia inmediata, que colma la esperanza de mirar y por fin, ver algo. Incomoda mirar y no ser capaces de ver nada. Pero apechugamos y nos conformamos con las formas que vemos. Todo, se supone, debe tener alguna explicación. Pero no hay plenitud: la vida está transitada de caminos, no es que nosotros recorramos caminos a lo largo de nuestra vida, es que la vida está transitada ya por todos los infinitos caminos posibles. Por eso hay misterio. Las musas nos dictan cuántas maravillas oscurecidas por nuestros ojos hemos visto y no hemos reconocido, ellas nos aclaran la realidad. Por fin, entrega y plenitud entre lo que vemos y sentimos. Amor puro, Narciso se hunde en la sangre de su alma y despierta, por fin, en aquél rincón donde, sin saberlo, era ya infinito.
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10 Comentarios
loli
14 marzo, 2018Darwin sabía que su “teoría sobre la evolución de las especies”, cojeaba en muchos puntos, confiaba que los posteriores desarrollos, descubrimientos y profundización en sus postulados, acabaran por clarificarlos y resolverlos.
Creo que la ciencia, lejos de ellos, en esa profundización, se está encontrando con incógnitas que llevan a campos mucho más desconcertantes.
Uno de esos escollos de las tesis de Darwin, ya desde el principio, era, como expuso en su libro Manolo Bautista… (gracias por el libro, amigo)…, explicar un desarrollo paulatino del “ojo”, en un contexto, en un mundo, donde ese órgano, en su conjunto y complejidad, era ya imprescindible para poder sobrevivir y desarrollarse.
Manuel expone en su libro, como se ha intentado forzar explicaciones, desde postulados ligados a la teoría de Darwin….pero que finalmente no satisfacen este enigma.
Me doy cuenta que hoy por hoy, y al menos de manera oficial, parece que la ciencia no contempla la posibilidad de la existencia de realidades, o elementos…o como se quiera denominar, que no “vemos”, o al menos no son detectadas desde la capacidad, aún no desarrollada, actual de nuestros sentidos.
La Ciencia de verdad, la que no se divulga demasiado, y a veces nada, si lo está empezando a contemplar.
El comentario de Aventurero parece incitar, al menos en mí sí lo ha hecho, a “mirar más allá”, como animando a reconocer lo parcial de nuestros funcionamientos sensitivos y sensoriales, a asumir un reconocimiento que lo más profundo de nuestra “alma” ya sabe…
Hay una realidad que no vemos, que forma parte de nosotros, de nuestro mundo fenoménico, que no se puede desligar de ella….porque quizás es también su propio origen…..
Quizás ya existieran “ojos” para poder ver en un mundo que no respondía a la luz fotónica…., “ojos” que desde un conocimiento mucho mayor de la realidad…, se adaptaron sencillamente a un mundo fenoménico en donde se había de debatir otra forma de vida, encuentros y transformaciones.
“Ojos”, y órganos de sentidos que, ¿mantengan en el hombre una capacidad, convertida en arcano, de ver, y percibir la “luz oscura”?, esa de la que a veces habla alguien, Doctor en Física él, a quien, desde aquí, quiero agradecer los campos realmente científicos, regados de entusiasmo, que sus clases me abrieron.
Rafa
14 marzo, 2018El Arte, es un aspecto de la realidad humana que el hombre tiene que descubrir y desarrollar, pero cuando lo hace, se eleva sobre si mismo, penetra en una nueva realidad.
El hombre nace con unas características biológicas que le permiten el intento de supervivencia: ¿ pero es esa la razón de ser del hombre sobre la tierra ?, superar las agresiones a la que se vé sometido ?.
La simbología del pez, está siempre relacionada con el agua, del que todavía se están descubriendo propiedades, y en nuestros oceános interiores, en nuestros líquidos extra e intracelulares, está la información secreta, esta la llave del misterio (en el fondo del mar matarile – rile – rile ).
La leyenda de Matsyendra, nos habla de un pez que escucha y aprende sobre el camino hacia nuestro verdadero desarrollo, y de las primeras realidades que descubre el hombre cuando trasciende su supervivencia, es el arte.
El aprende desde el agua, y consigue convertirse de pez en hombre; pero al difundir ese conocimiento, comparte ese misterio con unos pocos maestros que dan luz, y despiertan la posibilidad de evolución hacia el verdadero fín de porqué nos mantenemos vivos.
Un abrazo
Anónimo
14 marzo, 2018¿Ustedes relacionan de una u otra forma la obra que aquí se analiza con la investigación del científico Sam Parnia? ¿Y con la doctrina de Allan Kardec?
Quizás nadie tiene absoluta certeza de nada, quizás se trate de teorías no tan lejanas.
Un saludo y enhorabuena por esta página tan excepcional.
El Aventurero
21 marzo, 2018Gracias Anónimo.
En realidad no lo relacionamos. No conocíamos las teorías de estas dos personas que indicas.
Nos alegramos de que te guste el blog.
Bienvenido!
Mandrágora
15 marzo, 2018Una vez hecho hombre, toca el recorrido inverso para volver a ser dios. Es el descenso de morar en un cuerpo físico para, desde la atracción imantada de lo que permanece y sigue habitando en él, lograr escapar de lo grosero y de un estado inferior para alcanzar lo sutil y lo transcendente mediante la superación y lo que el autor llama «la aventura del espíritu», escapando así de la lenta evolución de la Naturaleza. El dios se hace hombre, pero con todos los ingredientes para volver a ser dios, unirse a su esencia y sellar las puertas de lo físico. ¿Para siempre?
loli
16 marzo, 2018Me uno a la interrogación de Mandrágora…
Siempre es un concepto unido a la necesidad de nombrar lo que percibimos como espacio-tiempo…
Y a la vez…con ese mismo criterio parece incompatible con la descripción que hacemos de eso que hemos denominado «tiempo».
Según esos criterios, entiendo de forma un tanto simplista que «siempre», como tiempo, ¿iría unido a «infinito» como «espacio»?.
Y ahí me adentro en un «jardín», que desde mi ignorancia, me lleva a una paradoja que me es imposible descifrar.
Pero…por alguna razón, que de verdad desconozco, me inclino a pensar que la respuesta a última pregunta de Mandrágora es…no.
Rafa
19 marzo, 2018Interesantes los trabajos de los investigadores que usted cita, Anónimo, y que yo desconocía por completo.
En el caso de Parnia, quizá por sus publicaciones.
«Que sucede cuando morimos», «En el momento de la muerte», «El efecto Lázaro»
Y por su condición de médico especializado en corazón y pulmones, reconoce una alteración de la consciencia, que también se puede producir en distintas situaciones, que acerca al hombre a su misterio, a una dimensión espiritual que no debe estar tan lejos del mundo material.
Y parece que Allan Kardec también ha profundizado en los conceptos de materia y espíritu, pero no estoy convencido de que el autor relacione estos trabajos por lo menos de manera directa. con la simbología de lo que expresa en el artículo.
Un abrazo
Anónimo
19 marzo, 2018Rafa, me alegra que haya buscado los autores referidos. Olvidé nombrar a Raymond Moody, que al igual que Sam Parnia, antes que éste incluso, realizó investigaciones al respecto. Raymond Moody es psiquiatra y también autor de algunos libros. Ambos estudian lo que sucede en torno a la EMC y me parece realmente interesante, porque abre la puerta (esa que ya estaba abierta y que muchos no veíamos) de una realidad no tangible y que escapa a nuestros sentidos terrenales. Yo personalmente le encuentro un nexo de unión con la obra que están ustedes analizando, aunque no necesariamente significa que se estén dibujando realidades similares. Pero al menos coinciden al abordar el asunto desde alguna de sus vertientes.
Algo parecido ocurre con la obra de Allan Kardec, aunque sinceramente éste especifica mucho más y su doctrina detalla una realidad de forma que deja poco lugar a la interpretación o a la propia creencia, es así sin más, he leído el primer libro de su obra, «El libro de los espíritus» y personalmente lo dejo de momento en lo que yo llamo «cuarentena indefinida». Aun encontrándole un nexo de unión de una u otra forma con los otros autores, al dibujar una realidad concreta y mucho más cerrada creo que no es conveniente adoptarlo como verdad inexorable, así que prefiero dejarlo apartado (de momento) para seguir profundizando desde otras perspectivas, ya que, temo que al ir como pollo sin cabeza buscando las respuestas que necesito puedo llegar a olvidar las preguntas.
Reflexiono cada día sobre los párrafos del presente libro, aunque no estoy a su altura en cuanto a capacidad de análisis, interpretación, comprensión y expresión, por eso intervengo poco o nada, pero sí que leo muchos de sus comentarios y en más de una ocasión me han servido y allanado el camino.
Trataré pues de seguir la reflexión de la senda marcada por Eduardo Pérez de Carrera sin pasar por alto las investigaciones en torno a la EMC con la intención de encontrar algún día las respuestas a mis preguntas, que intuyo serán muy parecidas a las de muchos de ustedes.
Un abrazo y muchas gracias por comentar mi intervención.
Alicia/Afrodita
20 marzo, 2018Hola, Anónimo. Lo mismo que usted – copio y pego – «no estoy a su altura en cuanto a capacidad de análisis, interpretación, comprensión y expresión, por eso intervengo poco o nada»; pero hoy y por causa de que usted menciona a Allan Kardec me ha hervido un poquito la sangre y no puedo callarme.
«El libro de los espíritus», por ejemplo.
Cuando era muy niña mi padre tenía la (a mi juicio pésima) costumbre de leerlo en voz alta, los domingos por la mañana, a mi madre, mientras ella cosía. Y yo andaba por allí, con mis oídos y tierno cerebrito de niña…
Creo por tanto que tengo opinión fundada – discutible, por supuesto – para dársela apuntando que lo de la «cuarentena» es muy… benevolente por su parte.
Desde luego no se puede culpar al empedrado de todos los males que a uno lo aquejan, pero sí creo que aquellas lecturas influyeron desfavorablemente en mi carácter y en la nula credibilidad que le concedo a… tantas cosas en las que me gustaría creer pero (para mi mal) aprendí a desconfiar de todo cuanto no sea demostrable.
De cualquier modo creo, como alguien ha comentado más arriba, que el autor del libro que aquí se comenta no va por ahí.
Anónimo
22 marzo, 2018Hola Afrodita.
Bueno, quizás he pecado de prudente con lo de «cuarentena indefinida», pero personalmente prefiero dejarlo así. «El libro de los espíritus», aunque no se trata de una obra de terror, pienso que leerlo en voz alta a los oídos de un niño no es acertado, aunque más bien a mí me transmite más fantasía que otra cosa. Pero como ya he dicho, prefiero dejarlo ahí porque no son los detalles lo que ahora estoy buscando, sinceramente no me preocupa eso. A pesar de todo, sí que hay una clara distinción entre Allan Kardec y Sam Parnia y Raymond Moody.
Yo siempre he desconfiado, al igual que usted, de todo aquello que no sea demostrable, me he pasado la vida argumentando con los sentidos, la razón y el método científico. Y para ser sincero yo no estoy dando la espalda, no se trata de dar un giro de ciento ochenta grados pero… llega un momento en que faltan respuestas, respuestas que nunca llegan.
No me cabe duda de que el autor de la presente obra trata el asunto de otra forma. No va por ahí, no es ese su objetivo ni es esa su forma pero… en algún momento del camino llegan al menos a verse un instante, aunque no vayan para el mismo lugar ni utilicen el mismo medio de transporte, pero sí que parecen compartir un trozo de realidad, y es precisamente eso lo que a mí más me inquietaba cuando realicé esa pregunta.
El objetivo de Sam Parnia es evitar que la gente fallezca, o al menos, poder devolverles a la vida aunque hayan pasado algunas horas desde su fallecimiento, y parece que en su afán por conseguir y perfeccionar esa técnica está descubriendo y preguntándose otras cosas. El objetivo del autor de esta obra es muy distinto, casi no me atrevo a decirlo aquí por miedo a equivocarme porque su lectura realmente me está costando mucho, aunque creo haber captado la idea general de lo que el autor pretende transmitir, y es que la realidad no es la que nuestros sentidos nos dejan ver, sino que hay mucho más allá de lo puramente material, y tanto más nos cuesta evolucionar como seres y elevar nuestra consciencia como quietos, borregos e inactivos permanezcamos en este mundo. Sea como fuere, en ambos casos parece llegarse a la conclusión de que la realidad no es solamente lo que vemos.
Un abrazo y muchas gracias por comentar.