Párrafo 16.16

16.16 «Los laberintos mágicos, los calcos gráficos de huellas humanas en la Tierra, son dédalos de una sola dirección en los que se buscan respuestas a enigmas espirituales caminando hacia delante, doblando cada curva analógica del camino de la razón al encuentro con el nuevo sentido, pisando el sendero y dejándose atrapar por los espejos de las paredes, hasta que llega el mensaje escrito en el libro órfico de las leyes, una ley que trasciende la materia; y cuando se llega al pozo, al centro, ya sabes que de los laberintos sólo se sale volando.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

La búsqueda de claves espirituales que se ocultan a nuestra razón, que traspasan sus rígidos límites, se nos presenta en ocasiones mediante propuestas paradójicas, lúdicas. El laberinto de una sola dirección es un desafío motivador, una espiral de curiosidad.

El más conocido de estos aparentes juegos mágicos es el laberinto de la catedral de Chartres, la primera y más importante iglesia gótica, datado entre 1201 y 1205. Es circular y ocupa prácticamente el ancho de la nave central del templo, cerca de la entrada, con un tamaño considerable: doce metros y medio de diámetro, lo que ha permitido que millones de visitantes, a lo largo de los siglos, hayan podido realizar su recorrido a pie.

En la actualidad el EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), basado en la estimulación bilateral por medio de movimientos de los globos oculares del paciente, constituye una avanzada técnica neuropsicológica para el reprocesamiento de recuerdos traumáticos. Si el simple movimiento circular o bilateral de los ojos consigue desbloquear ciertas memorias (conectando con redes neurológicas donde encontrar respuestas alternativas al modo en que se almacenó un determinado suceso doloroso), imaginemos lo que puede conseguir el recorrido a pie de este laberinto, de más de un cuarto de kilómetro de longitud, con 34 giros, todos, excepto dos de ellos, de 180 grados.

Una antiquísima sabiduría rige su diseño para producir en quien lo recorre sutiles reacciones neurológicas y biorrítmicas, que activan memorias y procesos pensantes capaces de despertar respuestas actitudinales alternativas a las recurrentes y de una mucho mayor complejidad. Siempre, en definitiva, alguna pequeña (o no tan pequeña) iluminación.

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1 Comentario

  1. Panacea
    17 octubre, 2019

    Se nos dice que el hombre posee un montón de glándulas intercraneales que prácticamente no utiliza y que, al ser poco dinámicos por un estado de pereza latente, no somos capaces de descubrir los caminos que nos liberan y abren a otras capacidades. Será por eso que facilitando recorridos que expresan circuitos inscritos en nuestra biología, favorezcan el encuentro con otras realidades de las que desde el ensimismamiento no es posible abordarlo, no es posible transcender al mensaje órfico, rebotando nuestra propia imagen en aquellos espejos de lo que nos gustaría o imaginamos ser. Una vez cumplido su cometido es cuando se podrá salir volando.

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