Párrafo 16.18

16.18 «Cuando la danza de la grulla absorba la luz del Sol se hará transparente el laberinto de los siete círculos, eso cantan las aguas de los ríos sagrados que parten del monte Merú.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

La grulla es un animal sagrado; es también símbolo, tótem de los poetas en Hungría. Nos la deberíamos encontrar al final del laberinto de nuestra existencia como se la encontró Teseo, también bailar como él hizo su danza; así deberíamos hacer también nosotros cuando llegue el momento, sin tratar de salir de este laberinto de tierra por donde hemos entrado como hizo en el cuento Pulgarcito, que eso sería lo fácil, sino al final de todo, después de liberar al minotauro, después de liberarnos y liberar al otro de trampas y confusiones que nos ofrece el devenir por esto que llamamos vida y que se nos ha dicho que es uno oficio sacro: sacrificio.

La luz del sol es absorbida por la epífisis (glándula pineal, sexto chacra). Es entonces cuando conseguiremos el ritmo (Orfeo), que enseñará al argonauta a ir descubriendo los rincones y misterios de su cerebro. Entonces también se hará transparente el laberinto de los siete círculos. El dios de la Luz (Pan) nos llegará; es esa luz interior del séptimo chakra, luz que ilumina desde antes de la Creación: «…Hágase la luz, y la luz fue hecha».

Se nos ha dicho que la nave Argos navega por el espacio desde antes que surgiera el hombre. Ritmo y Luz primigenias que deberemos buscar y encontrar a lo largo de nuestra evolución a través de nuestros laberintos. Sin equivocarnos y sin equivocar a los otros venceremos y redimiremos al Minotauro de su cárcel de por vida, porque esa es nuestra misión. Teseo no volverá por la puerta de entrada, inducido a equivocación, sino que saldrá triunfante por la Puerta Grande al final de la lidia; saldrá volando al encuentro del laberinto transparente de los siete círculos. También nosotros, purificados como Ariadna, tras siete años en Naxos, liberado nuestro minotauro, podremos emprender el camino del dios. Ariadna se encontrará con Dionisos en bodas sagradas, y es para él «la vid, cargada de racimos que anhela la llegada del viñador», como diría Nietzsche.

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4 Comentarios

  1. Susana
    27 octubre, 2019

    Se me ocurre pensar que amén de la ayuda que recibimos de esa luz exterior que invita a un recorrido sagrado, que nos conduce a nuestro ser más profundo (a nuestra luz interior), lo que nos surge a veces con fuerza inusitada es un encuentro con una imago cargada de fuerza y/o belleza, y también se me ocurre pensar que esta fuerza deriva de un encuentro con nuestra alma (Ariadna), hombres y mujeres tenemos esa fuerza de lo femenino a la que Jung llamo Anima, por eso y sin distinción de sexos, el Alma nos ayuda a iniciar el recorrido de la grulla, a buscar nuestro centro, a romper velos y deshacer tramas y desde ahí, si no perdemos el contacto con ella llegar al fin a las bodas reales.

    El encuentro con el Alma siempre va acompañada de un proyecto, de una promesa, creo. El encuentro con ella no siempre está asegurado, así que en muchos mitos se pierde el contacto, bien por parte de ella (Eros y Psique), bien por parte de él (como en Teseo y Ariadna).

    Amen de en los Mitos, o en el arte, también en algunos sueños se puede reconocer estos encuentros y olvidos de una parte esencial de nosotros mismos.

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  2. Panacea
    28 octubre, 2019

    Por lo que nos cuenta el Aventurero, el cénit al final del recorrido; recorrido instrumentalizado en el derribo de todos aquellos límites que el ego va interceptando, a veces de manera manifiesta y palmaria, a veces de forma sutil y engañosa.

    Aun cuando el impulso sea de búsqueda y de loables objetivos, convive con nosotros, como diría Aurobindo, una absurda expectativa llena de peligros. «…Pues el deseo vital muy bien puede poner en acción poderes vitales oscuros o vehementes que pongan de relieve una promesa de realización inmediata de su anhelo imposible; es probable que la consecuencia se hunda en muchas clases de autoengaño, de sometimiento a las falacias y tentaciones de las fuerzas de la oscuridad, de caza de poderes supernormales, de apartamiento de la Divinidad hacia la natural asúrica».

    La intención de superación puede vivir de forma presente, pero la atracción, el deseo y el anhelo, conforman un resultado propio de la individualidad aun cuando se obtenga la ilusión por las buenas obras. Sentimientos que cohabitan de forma indiscriminada haciendo de la acción un campo de batalla donde se va dirimiendo, perfilando, permitiendo esa capacidad de renuncia para acercarnos cada vez más al otro. Estado de conciencia para salir de la ignorancia y colocarnos poco a poco en una liberación paulatina que nos permita algún día ser partícipes del baile de la grulla.

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  3. Rafa
    30 octubre, 2019

    Para la cosmogonía hindú, el monte Meru y en su pico nas alto el Kailas se encuentra la morada del dios Shiva.

    Una manera de explicar cómo alcanzar la iluminación.

    En la geometría sagrada o psico-geometria, el fotón de luz viaja como un tubo y consta de 7 partes interrelacionadas entre sí.

    Es un mapa tridimensional que representa los 7 colores del arco iris y sus siete niveles de frecuencias de vibración.

    La manera para proyectar el mapa de los siete colores que codifican los siete giros del tetraedro, viene representado en el laberinto de Creta o laberinto de siete pliegues.

    La grulla es un animal utilizado por muchas culturas como símbolo del tránsito a lo espiritual a través de la protección de sus alas .

    Buscando interrelacionar estos conceptos podemos aproximarnos a la intención del autor de acercar nuestro ser a nuestro estado, usando la simbología del laberinto,

    Asumiendo los siete chakras, hasta alcanzar la cima del monte Meru, a través de la información de nuestras aguas interiores ( Ríos sagrados ).

    O como dice un cantautor poeta que conozco en una canción titulada mi laberinto.

    ( Cuando soy yo mismo, te regalo las llaves de mi laberinto.

    Un abrazo

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  4. Loli
    2 noviembre, 2019

    «Cuando mi caballo lento
    coma tallos de rocío;
    cuando la niebla del río
    empañe el muro del viento;
    cuando el verano violento
    ponga el llano carmesí
    y la escarcha deje en mí
    alfileres de lucero,
    te digo, porque te quiero,
    que me moriré por ti.»

    «Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores»
    Federico García Lorca

    A la Niña del «Pico Pañuelo»

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