Párrafo 20.12

20.12 “Desde esta situación no parece extraño que la principal preocupación que aqueja al género humano sea la enfermedad, el dolor y la muerte. Santos, poderes ocultos, espíritus guardianes, genios benignos, ángeles y dioses son invocados en todas las tierras para ahuyentar los malos espíritus que traen el dolor y la enfermedad. La mayoría de las enfermedades alteran las funciones bioquímicas, limitan los nutrientes de la razón y soliviantan los miedos, la agresividad y los principios vitales inferiores unidos al cerebro reptil.”

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Cuando el hombre no mantiene una conexión con el misterio, con la fe, con el amor, con el destino, con un sentido más allá de la supervivencia, entonces todo lo relacionado con su estado, con su cuerpo y con su bienestar cobra muchísima importancia y acapara toda su atención. Se enfoca, desconectado de su esencia espiritual, en el estar y no el ser.

La enfermedad supone un desequilibrio en todo el sistema fenomenológico y energético que nos sustenta. Para la medicina tradicional china por ejemplo, la enfermedad se origina cuando la energía interna sufre bloqueos o desequilibrios que dan lugar a deficiencias o excesos energéticos en los órganos internos.

Enfocarse en el estado de uno y no prestar atención al estado de los demás, del mundo, es ya un desequilibrio. Considerar sólo nuestro cuerpo como importante y no nuestra alma o nuestro universo espiritual, ¿no es también otro gran desequilibrio? Permitir que alguien sufra abusos, discriminación, hambre y frío, ¿no provoca un tremendo desequilibrio en el mundo?
Ciertamente el hombre está enfermo, porque permite desequilibrios inauditos, dolorosísimos, que a su vez tienen consecuencias entre las que se encuentra nuestra propia enfermedad y otras, de las que no somos conscientes.

¿Qué es lo que nos hace sentirnos vivos, alegres? Apelemos a esto más que a los dioses o a los nuevos genios benignos… para así evitar o hacer más leve la enfermedad que padece hoy el ser humano.

Buscar el equilibrio, resolver desequilibrios en la medida de lo posible, asumir nuestra parte de responsabilidad en la sanación del mundo como tarea primordial y causa de gran importancia, producirá el efecto causal de la sanación de uno mismo. El narcisismo hedonista al que parece que nos empujan el “modelo” y los medios de comunicación, el aislamiento, propio y ajeno, al que nos vemos abocados por la situación actual de pandemia, la “desconexión” de nuestras almas (por tanto del conocimiento de nuestro equilibrio), que nos provoca la brutal conexión tecnológica que se ha producido en tan poco tiempo, y que encubre una poderosa herramienta de control que funciona como un espejismo de la comunicación y el bienestar, nos está conduciendo a una alteración máxima. Toda esta situación está provocando un importante desequilibrio en muchos aspectos de la vida de las personas.

Asumiendo el estado de las cosas se puede identificar mejor dónde se encuentran los desequilibrios más acuciantes en lo común y en lo individual, y de esta manera evitar situaciones que nos está empujando hacia abajo en el sentido metafórico, hacia lo reptil y no hacia el cielo o lo más elevado de nosotros mismos.

Tensar o aflojar alguna cuerda para afinar mejor el instrumento… puede ser más sencillo y divertido de lo que parece.

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2 Comentarios

  1. Rafa
    11 enero, 2022

    Historicamente hemos relacionado lo que creemos males de la humanidad, la enfermedad el dolor y la muerte con las acciones de los hombres.

    Durante la peste negra se lanzaban diatribas y actos de contrición injuriando a los pecadores que se entendía habían provocado la ira de Dios que los castigaba por su iniquidad.

    El hecho de buscar un paraguas protector para la supervivencia, nos impele a establecer acciones como premios o castigos (causa de nuestros males).

    Sin entender el siginificado profundo y vital de la enfermedad o el dolor como un avatar de la vida, una especie de prueba que asumiéndola podría impulsarnos al crecimiento o lastrarnos, invocamos a los poderes ocultos, ahora a la sanidad pública o al gobierno para que nos lo arregle y alejarlas de nosotros.

    Por otra parte el actuar en muchas ocasiones contra nuestra naturaleza y nuestra esencia nos permite obviar y ocultar enfermedades como la envidia, el odio o el miedo, que producen en nosotros un gran desgaste energético y nos convierten en verdaderos enfermos.

    Quizá diga todo esto, porque yo me he roto por tres veces el ligamento cruzado de la rodilla y puede que haya sido por mis pecados en vez de por mi mala cabeza.

    Un abrazo

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  2. Loli
    20 enero, 2022

    La absoluta, parece, dependencia de nuestros incipientes sentidos, sin reconocerles su falta, aún, ni siquiera de una parte de su potencial desarrollo, y también la necesidad de, con ellos, aventurarnos en la necesaria exploración de los mundos en los que se despliegan nuestras vidas, nos llevan a muchísimos momentos de paradojas y de crisis, hasta conseguir un punto álgido, de acceso, de conquista de niveles de consciencia, donde no hay marcha atrás.

    Esto parece darse sí o sí, el tema, quizás, sea, que se ralentice más o menos…, y, quizás también, las trabas, acumulaciones, enfermedades, sufrimientos ¿innecesarios?… que esa demora en, enfrentar, mirar sin azogues a nuestros espejos, afrontar los peldaños de nuestra inteligencia, reconocer la precariedad de nuestro estado, buscar “valores”, el valor, y… subirlos, provoque.

    Porque son miles los obstáculos para ello.

    Pero hay algo, quizás muy, muy al alcance nuestro, aunque sean a diferentes grados, pero está en nuestras posibilidades de libertad por ser humanos, y es la capacidad de respuesta, la “responsabilidad”.

    Unas respuestas quizás ya dadas, grabadas en lugares sutiles, veladas, de las que hemos perdido los caminos al estancar cada parte de la realidad percibida, primero, a lo mejor, para poder conocerla, conocernos mejor y vivir, o sobrevivir en ella, pero olvidamos los senderos que unifican todo, aunque ahí estén, y empezamos a construir empalizadas, a conceptualizar todo escudándonos en un falso conocimiento que escondía nuestros miedos, cada vez mayores al movimiento, a la necesaria realidad de que toda empalizada es solo temporal y su destino es ser derribada cuando cumpla su misión….

    Miramos entonces, esas empalizadas de ideologías, doctrinas, conceptos… buscando las respuestas que debemos dar nosotros… eludimos esa capacidad que como valor precioso del que somos portadores nos negamos de mil formas a ejercer: responder, buscar la respuesta en nosotros mismos, ejercer la “responsabilidad” del desarrollo, mirar fuera de los muros y tener el valor de irnos despidiendo de ellos.

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