Párrafo 7.4

7.4 «Y hay varias formas de contemplar y utilizar esta facultad acumulativa de la estructura neuronal del cerebro; potenciarla como experiencia puede proporcionar valor, y desde la prevención actúa como un vector propio que atenaza y atemoriza».

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COMENTARIO DE EL AVENTURERO

¿Puede ser cada vivencia una oportunidad para vivir mejor la siguiente? Parece que no se pueden cambiar los hechos del pasado, pero ante una misma vivencia tenemos constantemente posibilidades distintas de interpretar o extraer una esencia, un aprendizaje o un miedo de los mismos hechos acontecidos. ¿Es posible transformar nuestra relación con el pasado? Todos hemos experimentado que el recuerdo de una vivencia muchas veces queda totalmente transformado por otra vivencia que cambia nuestra forma de entender las cosas, ¿Es quizás este tipo de transformación lo que el autor llama potenciar una vivencia como experiencia que proporcione valor? ¿A qué valor o valores se refiere el autor? El valor es una cualidad o virtud casi imprescindible para afrontar los miedos, entre otros, miedo a volver a salir mal parados de situaciones que se repiten y no supimos resolver. Evitar vivir cosas porque nos recuerdan cosas que nos incomodan muchas veces pone de manifiesto que estamos huyendo de nuestro pasado, que no nos damos la oportunidad de perdonar y perdonarnos y preferimos evitar posibles encuentros que nos desestabilicen. Siempre tenemos algún recuerdo de cosas vividas que nos gustaría cambiar, pero dado que no podemos enmendar lo que pasó, quizás sí podamos obtener un aprendizaje que nos capacite mejor para afrontar situaciones análogas que nos pueden volver a suceder ( aunque no existe la repetición). Digamos que en vez de acorazarnos justificando nuestros errores, podemos asumir los hechos con la intención de que eso que vivimos nos potencie, nos aporte algo nuevo hacia una posibilidad de vivir más plena.

Por otro lado, nuestro estado de ánimo, visto como la resultante final de un gran número de factores que nos influyen tales como deseos, estrés, estado hormonal, sentimientos de culpa, defensa reactiva y a ultranza del ego, revancha, compensación, rigidez mental, invenciones fantasiosas y un largo etcétera, es un elemento cambiante y que mediatiza constantemente lo que vivimos. Según sea ese “estado del alma” o ánimo percibimos las vivencias acumuladas en la memoria de forma distinta. No parece que podamos definir el recuerdo de lo que vivimos como lo que realmente sucedió, ante un mismo hecho compartido por varias personas cada una recoge partes distintas de esa situación. Por lo tanto, incluso en el mismo momento de vivir algo estamos interpretando lo que está sucediendo, lo que experimentamos no es objetivo, fijo e inamovible sino que es un prisma que puede arrojar luces y/o sombras en función de nuestra forma de relacionarnos, entender o sentir los hechos. ¿Entonces, qué peso y qué valor tiene el recuerdo de algo? ¿Qué nos aporta sobre la realidad que hemos vivido? Parece que su valor es relativo y por tanto más que un todo o nada es una oportunidad para emprender un aprendizaje constante sobre la responsabilidad de nuestros actos. Desde este punto de vista, no tendríamos que justificar constantemente las cosas que hicimos y su porqué, sino que buscaríamos aquello que nos dificultó una claridad o transparencia en la vivencia para abrirnos una ventana de libertad hacia el futuro.

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13 Comentarios

  1. Icono-Plasta
    4 mayo, 2014

    Lo que me gusta de este blog es que luego de estos años, que iban para cientos de otros por publicación quincenal que se convertido en semanal, gracias al Dios Aventurero o aconsejado, es que la inicial marea de comentadores se halla quedado en no más de 10, autor y aventureros/as aparte.
    Cuesta y requiere paciencia, valor (ante los afeamientos comentaristas), intento comprensivo y demás permanencer al cabo de la publicación. Yo otorgaría a tales pacientes contribuidores comentaristas supervivientes algún tipo de mérito, premio, halago, agradecimiento, etc. por permanecer más fieles que parroquianos de religión alguna a este intento de religión conciliadora.

    Que así sea por los años de los años que restan.

    Y además, acabo de vivir un cambio evolutivo de respuesta a una circunstancia que se repite para todos nosotros a lo largo de nuestra existencia, y que suele ser muy problemática para las contradicciones guardadas entre nuestras vivencias y las respuestas dadas, vividas.

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  2. Afrodita
    5 mayo, 2014

    Se desprende de los comentarios tanta frialdad que cuando los leo siento ganas de llorar. Y a veces lloro.
    Debilidad o incapacidad mía, supongo, que habré de aprender a superar. Y levantar mis pies del suelo, y moverme por el terreno de la abstracción, ese lugar en el que no existen el sufrimiento, ni el dolor, ni la incomprensión, y donde lo único importante es alcanzar la meta de la propia perfección, sin dejarse coartar ni interferir por ninguna contingencia exterior.

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    • Nuba
      5 mayo, 2014

      Estamos soltando todos, palabras, desde la lectura de unos textos.
      ( Otros, hacen pinturas magníficas que nos llegan muy dentro y con las que disfrutamos mucho!)

      Es cierto que los comentarios nos «afectan».¿cómo no? eso significa que leemos.
      Es rotundamente verdad que cada cual se sienta a escribir en una disposición que podría ser variable e influenciable por las palabras de los otros.
      A veces sería bueno que así fuera, aprendo contigo, con los demás, aprendo a ver eso que me une o que me distancia, las frases aumentan, creo yo, el discernimiento.
      Pero te diré algo por la parte que me toca.
      De forma inconsciente al principio, y luego, pasado a veces por mi consciente y a veces no, aquí escribo – creo que no escribe ni siquiera Nuba, ni mucho menos yo ¿quien soy yo?
      para animarme, es decir, me escribo. ( o fantaseo o me da igual el nombre o adjetivo)
      También, mucho más de lo que yo quisiera, relaciono los textos con las neuronas, las células y la comida y la naturaleza exterior por deformación profesional o por retarme, o por averiguar algo que desconocía, seguro, porque me sorprendo siempre que lo veo escrito.
      ( y lo que al otro le llegue o no, o le fastidie por listilla, o , enfín, siempre procuro no molestar, pero molestaré, no se, no es mi intención
      – pero es que ese «eguito mío se me sube a la parra- ( broma eh?
      Y sí, claro!, evito hablar de sufrimiento, – me molesta hacerlo aquí!, es que para mí el libro es una Isla, creo.

      De los circuitos del dolor y del placer que usan los mismos caminos y atascan mis memorias como las de todo ser que siente, duele, sufre, llora, y no levanta, no me dan ganas hablar aquí, ay no.
      pero hay épocas en que no puedo dormir después de cualquier cosa que he visto, hay días, muchos, que maldigo a ese ser que se llama humano y del que formo parte, y eso me tumba, pero ya no quiero que me mate más, no quiero que me hunda en ese pozo que tan bien conozco y me busco agarraderas, reales e imaginarias.
      ( y mis agarraderas están en la naturaleza, eso de cómprate un bosque y pierdeté!.. pues yo lo hago gratis, cada vez que puedo y a veces hasta me escapo-( y es un escape sí, pero también una forma de regeneración)
      lo de la música ya lo sabemos las dos.. claro!, me moriría si me quedara sorda! prefiero mil veces quedarme ciega, pero se que los sentimientos rara vez son compartidos, lo que emociona es esencialmente individual y pocas veces se es capaz de una transmisión.
      Y el de mas allá hace otra cosa, da igual, lo importante es que funcione, no se tú, pero yo me salgo de mi misma para «desaguantarme» ( que me la acabo de inventar)

      Tienes razón, que estamos todos muy etéreos.. jajja
      yo, cuando era «chica» me llamaba mi madre «sonrisas y lágrimas..)
      Enfín, que aquí maestros no somos nadie ( aunque a veces nos ponemos idiotas y hablamos como en clase magistral)
      Yo también hecho de menos un poco de diálogo, diálogo «arrastrao».. a ras de suelo,
      sí ,que hacemos «pinitos en el aire», pero ay, no tenemos alas ni además al paso que vamos…( los humanos digo..)

      Y sí, por el aire llega también la pena, las nubes, las noticias de los otros, la «pesambre» como dicen por aquí,
      ( pesadumbre- hambre) y lo vuelvo a decir, si el hombre no vuelve a serlo,… vamos por el camino de la gran máquinación-máquina a la que se ha quemado el corazón sustituído por el «gran hermano chip, capaz de controlar todas «las memorias», las que el ordenador central decida que deben seguir y las que no… «delete»! y a la papelera. ( retaíla)
      Estamos radicalizando las posturas, tanto!, que ya o todos dormidos o todos fachas o todos rezando o todos comunistas.
      La verdad es que todos de brazos medio caídos.

      Y no hace falta humildad, ni sobrevuelos, ni juicios, ni consejas, hace falta caridad y compasión y actos.
      Ah, los actos! esos no vienen en todos los libros.
      Son los que no se dicen, pero cada uno sabe muy bien lo que no hizo cuando pudo y también lo que hace cuando se tira la manta a la cabeza y trabaja hacia el otro, vive con digna «pobreza» que es riqueza y también lo vemos.
      Admiramos la labor de los que aún tienen valor para dolerse.

      ( También se leen realidades valientes en palabras de otros con otra forma y momentos en el sentir, y si son buenas, lo reflejan perfecto y eso está ahí también, en las memorias comunes y /o en las futuras )

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      • Afrodita
        6 mayo, 2014

        Intenté hace años leer la Crítica de la razón pura – tonta de mí, quién me mandaría – y aparte de no entender una palabra y de aburrirme como un cocodrilo (expresión mía, no sé cómo se aburren los cocodrilos) arrastraba, a lo largo de los renglones y los párrafos leídos a saltos y trompicones, la sensación de un Kant (en mi percepción, claro) ajeno a todo lo que no fuera su obra, obsesionado por desmenuzar… no sé qué, porque como no pude aguantarlo no me enteré, pero imagino que sería la idea de Dios, o del universo o de algo así.
        Y me lo imaginaba, a Kant, caminando por la calle y encontrándose con un perro abandonado — bueno, es que para mí los animales son una especie de paradigma de la soledad, o la incomprensión, o la impotencia — que para nada lo conmovía. Recuerdo que, tras arrinconar su libro, escribí “¿Tendría alguna vez Kant un canario?”, porque no puedo imaginármelo ocupándose de ponerle su alpiste, y su agua, y de tener cuidado de que no esté la jaula en la ventana cuando atiza el sol de los mediodías de verano.
        ¡Kant, ocupándose de esas minucias habiendo tantas cosas tan profundas sobre las que disertar!
        En otra ocasión hice un intento parecido con El hombre y Dios, de Zubiri, y mi fracaso fue no menos rotundo.
        Y con Nietzsche. Con el que además de experimentar la misma sensación (angustiosa) que con los dos anteriores notaba como si estuviera yo en mitad de un desierto, todo arena, tanta arena que me impedía caminar, me cubría casi por completo, se me metía en la boca y me ahogaba; y sobre mi cabeza un sol rabioso que me achicharraba. Hay un cuadro, creo que es de Goya, que se llama “perro enterrado en la arena”. Leyendo a Nietzsche yo era ese perro, de manera que antes de perecer en el intento cerré el libro y me juré que nunca más Nietzsche ni ningún otro “enterao” de esos que hilan tan fino.
        Y con la mayor parte de los comentarios me pasa algo parecido que en mis torpes intentos de leer filosofía.
        Y me los imagino a ellos, los que escriben, caminando por la calle y yo mirándolos, desde lejos — todo fantasía, claro, que no sé a quién corresponde cada nombre ni los conozco — y, al verlos pasar de largo junto al pero paradigma… (léase más arriba), sin pestañear ni perder el hilo de su discurso, murmurando para mis adentros “te he pillao con el carrito del helao”.
        Maldades mías. Que como no estoy muy segura de que este comentario se vaya a publicar, lo pongo, para ti, en mi blog que tú ya conoces.
        Besos.

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    • Ari guari-guari popoó. Mushuringá
      7 mayo, 2014

      ¿A quién/quienes se referirá, concretamente, nuestra querida contertulia Afrodita, en causa que la amola tanto? «Ánimo, que de pescado somos». (Decía un pensador de la época heroica)

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  3. Mariana
    5 mayo, 2014

    Ahora, en mi memoria:

    ¡Ay, se tragó un botón!.
    Saltó de dos en dos los escalones
    porque no alcanzaban más sus cortas piernas
    y en la calle probó el sabor del olor
    de la tierra baldeada con agua fresca.

    Cantos de golondrinas caligrafiando el cielo
    y un perro canela volviendo cogitranco a su cueva.

    Costras en las rodillas, en las uñas arena
    y en los ojos un inmenso mar azul lleno de peces,
    lleno de ángeles, lleno de estrellas …

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  4. Rafa
    5 mayo, 2014

    Cuando un deportista, se adiestra o cuando realiza un entrenamiento, repite de una manera mecánica aparentemente,
    una serie de habilidades específicas de su deporte;

    Esta repetición , tiene como objetivo que cuando llega una situación dificil o nueva durante la competición, sepa resolverla; durante ese entrenamiento se pretende que se dén un número suficiente de situaciones semejantes a las de la competición, para que el deportista, esté habituado a ellas.

    Pero el resultado, es que unos deportistas, luego durante la competición saben adaptar mejor sus movimientos que otros, quizá porque entienden que en el proceso de la practica del deporte y de la vida, todas las situaciones, son diferentes, o porque quizá recurran a otro tipo de memorias que su cuerpo yá conoce.

    También ocurre en otros campos como el de los actores en los escenarios, con los ensayos en laboratorio de un científico etc.

    Cabría entonces preguntarse, ¿que es la memoria cerebral, si no es acumulativa?,

    Probablemente, sea símplemente el soporte, la canalización de un proceso interior y exterior, más global, en el que todos estamos inmersos, y que la experiencia, sea la vida misma.

    ( Si me lo permitís, he de decir que me gusta mucho el dibujo ilustrativo del artículo, me recuerda a formas similares a la planta de determinados templos que he estado últimamente observando).

    Un abrazo

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  5. Afrodita
    6 mayo, 2014

    Bueno, pues me equivoqué. Pero ya advertí de que soy un poco malévola.
    Pego aquí, por si a alguien le apetece, lo del canario de Kant.
    http://valentina-lujan.es/F/Kant.pdf

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  6. Atila
    6 mayo, 2014

    Y cuando llega que estas invitada a un festejo, cuya gente que te vas a encontrar te ha hecho daño y que en otras ocasiones has puesto un pretexto para no ir pero esta vez piensas que hay que enfrentarse y perder el miedo a ciertas sensaciones de las que estas huyendo y vas pensando que esta vez vas dispuesta a pasártelo bien y encontrar el lado positivo de las personas y llegas y dices cosas agradables a los que están allí y además decides que todo el mundo tiene que ayudar al que lo ha preparado y además has llevado una comida que oles va a gustar a todos y haces un regalito a la anfitriona y esta se queda encantada y otros detalles a los demás y te sientes feliz porque realmente te lo has pasado muy bien y has contribuido con salidas humorísticas haciendo el ambiente agradable pero procurando estar en segundo plano y vuelves feliz a casa de tu éxito.
    -Verdaderamente que he sido muy buena y duermes bien.
    Pero resulta que al día siguiente te levantas con dolor de cabeza y agotada te enfadas consigo misma.
    -!Pero si todo resulto muy bien¡
    Y entonces te enfadas con tu límbico:
    -¡pues yo hice lo que pude y tu no me dejas en paz¿
    -Ahora resulta que también tengo que trabajármelo a el también, pues bueno habrá que trabajarlo.

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  7. Rafa
    7 mayo, 2014

    Sin música la vida sería un error.

    El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la
    risa.

    La mujer comprende al niño mejor que el hombre, pero el hombre es más niño que la mujer.

    La potencia intelectual de un hombre, se mide por la dosis de humor que es capaz de desarrollar.

    Siempre estoy a la altura del azar; para ser dueño de mí tengo que estar desprevenido.

    Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.

    (Frases de Friedrich Nietzche).

    Un abrazo

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  8. Beucis
    8 mayo, 2014

    Parece como si estuviésemos siempre eligiendo; siempre ante distintas posibilidades; siempre en estado de alerta. Nos grava el miedo y el miedo nos cobija en el pozo de la memoria, del pasado, de lo ya conocido; de esos pasos repetidos y trillados, pasos de plomo que lastran, que impiden el vuelo, que impiden conseguir el valor. No nos resulta fácil, pero si apostamos por nuestro compromiso con un destino que conocimos antes del tiempo, esa alianza de fe en nosotros mismos deberá ayudarnos, deberá hacernos trabajar, destrabar, desanudar.
    No sé cuánto tiempo llevamos encontrándonos cada quince días, cada semana, con nuestras reflexiones, unas veces coincidentes y otras dispares; como debe ser. A lo mejor casi tengo razón si pienso y creo que se van tejiendo vínculos entre nosotros. Dudas, sarcasmos, afirmaciones… Me parece que también nos hemos enriquecido al tratar de comprender el texto y compararlo con lo que los otros comprenden. En el camino se han ido quedando comentaristas valiosos. Es pena, un reencuentro sería bonito. Abrazos.

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    • Ari guari-guari popoó. Mushuringá
      10 mayo, 2014

      BEUCIS translativo: Deberias animar el cotarro, o encadenar referencias a éste abandono si por incomprensión, reclusión no elaborada, cansancio de semana tras semana, o something like that. Al menos la invitación ya la has hecho. Pero para asumirla hace falta leerla (¿O intuírla?)

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  9. Mandrágora
    10 mayo, 2014

    Puesto que es una realidad inherente al hombre, toca asumirlo y desarrollar tal capacidad pensante como elemento a poner en positivo. Podríamos decir que en función de cómo se valore y el tratamiento que se le otorgue, hace de la experiencia un marco de aprendizaje e impulso o simplemente puede archivarse como otra memoria pasiva más, lastrando y entorpeciendo futuras experiencias.

    Esto me trae a colación el ejemplo del embarazo como se dice “no deseado”. Nuestra cultura occidental lo evalúa claramente como un pesar que no pocas veces resuelve interrumpir, bien por falta de dinero, por falta de trabajo, porque trunca tus planes de futuro, falta de pareja estable… Un largo etcétera que hace impensable en este caso que una circunstancia sobrevenida pueda ser vehículo de crecimiento y de una fortaleza difícilmente opinable hasta que no se vive; circunstancia que conlleva plantearse el por qué vale la pena luchar y “complicarse la vida”, y qué no lo vale y que a veces también de otra manera te la complica. En este caso supone la elección de reajustar y poner en valor esfuerzos y vivencias en pos de una búsqueda que no por ser ardua ni de visualización inmediata deja de ser plausible la velocidad y riqueza que incorpora.

    Pero ahora viene la decisión personal frente a la nota imperante de lo que marca la sociedad y sus tendencias. Opiniones justificativas y a veces hasta opuestas pueden abocar a tener que ir contracorriente animado por el impulso de buscar la coherencia y la necesidad de acoplarse con uno mismo a pesar de la soledad. Entiendo que es ese potenciar la experiencia que nos cita el autor y que solo de manera individual se es capaz de reconocer, no la sociedad.

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