Párrafo 12.1

12.1 «Puede que en algún momento, cuando la consciencia prescinda del movimiento y alcance la esencia de la naturaleza de las cosas, el hombre deba prescindir de los vaivenes del espacio tiempo, pero no será antes de haber conseguido percibir la fórmula que marca los pulsos de la energía cósmica».

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COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Nuestra mal entendida manera de pensar, la que recorre muchas veces a lo largo del ciclo de un día los mismos caminos, creando cada vez surcos más profundos y murallas más altas, cierra nuestra capacidad perceptiva a esos pequeños focos de atención, atrapándonos en un pequeño laberinto de miedos del que posiblemente ni siquiera necesitaríamos volar para salir. La consciencia libre y amplia, permanece a la espera de un silencio que permita escuchar su claridad y sencillez. Puede que ahí esté uno de los ritmos; puede que la frecuencia de esta onda, o de la geometría que genere la esencia de un pulso, esté en determinados momentos más o menos cercana o perceptible a lo que nuestros sentidos captan en un estado habitual de vigilia. Pero la tendencia a desesperar es mucho mas frecuente que la paciencia… sería algo así como pretender que una ola rompa de nuevo ya en la orilla sin permitir su retroceso. Cada individuo es portador de esa experiencia vital, de esa respiración natural en todas sus dimensiones, y sin embargo cerramos nuestra observación a lo conceptual olvidando que el “concepto”, el lenguaje, son descubrimientos que alguna vez un hombre hizo y que sólo traducen experiencias que en esencia son inexpresables, y que deben ser asumidas de manera personal o descubiertas por cada uno. El que conoce quizá pueda llegar a definir algo que referencie la esencia de aquello que conoce. Puede que esa referencia sea una pequeña punta de cordel para los que aún vislumbran poco y les sirva para alcanzar cada vez más. Pero la esencia total no se puede definir, esta fuera de los “vaivenes”, del ir y venir de la razón, fuera del dos, del tiempo y el espacio… en el orden bello del cosmos.

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4 Comentarios

  1. Loli
    14 noviembre, 2016

    «…sin embargo cerramos nuestra observación a lo conceptual».

    Necesitamos una traducción a lo que percibimos. Dejarnos impregnar sensorialmente es aún demasiado audaz. La traducción se exige rápida y con referentes consensuados con la memoria holográfica que nos ayudará a convertir la experiencia en pensamiento.

    La impaciencia del proceso parece impedir el «regreso de la ola», y parece que nunca estemos preparados para escuchar en silencio que su «retroceso», forma parte de su estructura.

    Las pulsiones se quedan atrapadas en el camino, distorsionadas posiblemente, hay ansiedad y miedo a la hora de asumir lo percibido.

    No es que me guste la «corrida de toros», solo cuando, de algún modo, he podido acceder a una profundización de su «liturgia», de su «ritual», por así decir, he logrado encontrar una razón más profunda y extensa, ligada quizás a un misterio existencial mucho más desconocido, que le provee aún de fuerza, que justifique en algún modo su enigmática atracción.

    En ella, la entrega del «hombre» hacia el «animal», para enseñarle su faz en el espejo del capote….lleva al primero a «esperarle», con firmeza, y hasta con fe en la capacidad oculta de lo que el toro representa en esa acción, y le permite acercarse al máximo, y que se reconozca en la capa…sin ofrecer la resistencia del miedo a la ceguera de su animalidad.

    Es una versión, muy subjetiva, porque no tengo ninguna cultura al respecto, y repito que además no me siento atraída por el espectáculo. Pero de lo poco visualizado y oído de algún modo, sobre el mismo, me impresiona esa serenidad, o firmeza ligada a la confianza, en la creencia de las posibilidades ocultas, pero inherentes.

    Más allá del ruido, del miedo a equivocarnos en lo percibido, del miedo a sentir, y saber que nuestros sentidos, aunque mediatizados, son un camino hacia lo sensorial, hacia lo emotivo y sensitivo, intuyendo que ésto último es lo más cercano a nuestra realidad, debiera ser algo a no perder demasiado de vista, a no permitir que nos sea arrebatado, ni por un sistema, ni…por nosotros mismos, los actores últimos de cualquier modelo.

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  2. Rafa
    15 noviembre, 2016

    Maestros y antiguos sabios dicen que cuanto más nos aliamos con nuestro pensamiento, más nos alejamos de la fuente.

    Todas las partes de nuestro organismo estan relacionadas unas con otras.
    Nuestro intestino, tiene cerebro, nuestro corazon tiene cerebro y su propia inteligencia.

    Sin embargo, saturamos una y otra vez nuestro cerebro límbico de pensamiento que nos desvía de la esencia.

    La esencia de la naturaleza de las cosas, es la que permanece invariable, es la que hace que una cosa, sea lo que es; es independiente de los cambios superficiales por los que atraviesa una persona, representa los rasgos que nos hacen únicos.

    Pensar en lo que deseamos, es lo que se nos ha salido de control, la consciencia y la presencia, siempre suceden en el ahora.

    Seguimos siendo exclavos de nuestros propios deseos o anhelos, pero la felicidad no puede ser comprada.

    Solo tenemos que cultivar la flor de la vida, sin voluntad ni pensamiento, mantener nuestra mente en calma para entender la corriente, para escuchar los pulsos de la energia cósmica.

    No recuerdo quien dijo, que la verdad, no reside en tener muchas respuestas, sino en hacerse menos preguntas y escuchar.

    O como dijo el poeta sufí Rumi.

    «Solamente desde el corazón podemos tocar el Cielo».

    Un abrazo

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  3. Mandrágora
    16 noviembre, 2016

    Se está hablando de la comunicación extrasensitiva, de percibir realidades potenciando una capacidad distinta más allá de los convencionalismos actuales, de generar otras frecuencias que permitan vislumbrar distinta naturaleza de las cosas…, todo para lograr escapar de la estructura estereotipada y aprendida, y el punto de partida es el estado actual.

    El estado actual en cada uno lo conforman las aptitudes ya incorporadas y las carencias, que emborronan y no permiten vislumbrar lo que pueda haber más allá de lo tangible, y por más que se quiera no se puede percibir lo que en uno no está . Sí está, y se puede, en nuestra capacidad el contribuir a una mayor claridad en la intención, en que los mensajes que se emiten vayan más limpios y cada vez con mayor grado de sinceridad e implicación; que el impacto social vaya dejando margen a lo auténtico y genuino que habita en cada uno; que la estructura aprendida vaya perdiendo fuerza para dejar que entren otros vientos. Parece que el lograr una sintonía entre lo que se piensa, se exterioriza y se transmite es necesario para volcar la energía, arrinconando lo que de falaz y mentiroso oprime desde los sentidos, que arrope ese otro pulso y ese otro sentido rítmico que abra paso a distintas realidades.

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  4. Loli
    17 noviembre, 2016

    ¿Cómo se potencia la extrasensorialidad sensitiva?, ¿qué intencionalidad la convoca y desarrolla?.

    Me temo que antes de poder certificar, en algún momento…o quizás, para algunos, en muchos momentos de sus vidas, que percibimos más allá de nuestros deseos, pensamientos…, que lo respirado está siendo leído en nuestros océanos más profundos, y simplemente ….se sabe….., hay por delante un mundo, una percepción sensitiva, desde lo sentido, desde lo mediatizado, por tantas cosas y argumentos que avalan la objetividad de nuestra personalidad subjetiva, que, lo interesante, igual no es saber a lo que podemos llegar, sino cómo ir despejando, reconociendo y desbrozando el camino.

    Hay que tener en cuenta, que los artificios de las trampas y la distorsión de los mensajes que llegan desde los sentidos, se fraguan en nosotros mismos, en una configuración genética y experiencial, a la que cuesta mucho acercarse, y sin embargo es relativamente fácil, soñar con un camino ya hecho, pero que no se ha recorrido.

    Es quizás una de nuestras propias trampas, pensar que hemos percibido, sentido, lo que las conjeturas, el deseo, y nuestra propia impostura respecto a nosotros mismos, nos impone.

    Pero de ahí, a reconocerlo…., hay un trecho importante, y además tengo la impresión, de que igual no hay «intención clave» para desarrollar la sensorialidad, de que cada uno puede percibir cuál debe ser la suya, y de que encima….es cambiante.

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