Párrafo 12.6

12.6 «Varias veces se ha intentado medir el biorritmo genérico humano con respecto al giro de la Tierra; las conclusiones produjeron extrañeza. El Planeta tarda veinticuatro horas en girar sobre sí mismo y el hombre hace biorrítmicamente ese giro en algo más de veinticinco. Es un dato que abre las puertas a miles de especulaciones: «el hombre no es de este Planeta»; y eso qué importa, ni siquiera el agua con su aparente elementalidad es de este Planeta. Lo curioso es que en atención a esta peculiaridad, desde hace miles de años todas las culturas de este tiempo han roto los ciclos laborales en base a siete creando el día de Venus o el de Saturno o el del Sol para que cada hombre reconcilie su vida con la voz de su ángel dormido».

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COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Reconciliarme con mi ángel dormido. Poder disponer del tiempo suficiente para vivir situaciones más cercanas a las emociones que siento. No estar pendiente del ajetreo cotidiano. Reconciliarme: el concilio entre mi alma y mi vida. Respirar. Por eso las dietas de las horas y los días, por eso, siempre dispuestos a un encuentro con otra persona. Los ritmos humanos son distintos a los ritmos de la tierra, en el fondo todos lo sabemos porque se nos hace pesado tener que sacar de ella todo lo que necesitamos para sobrevivir. Desde hace miles de años hemos roto el ritmo laboral en base a siete y desde nuestra cultura, para los judíos es el shabat, para los cristianos el día del Señor es decir, el día del Sol, y para los musulmanes el Yumáh. Trabajar en el fondo nos quita el miedo a no poder comer, pero nos acorrala en ese sentido; los ritmos, los horarios, tienen una connotación moral: por seguirlos ya lo estás haciendo bien, eres bueno. Si no los sigues estás faltando a tu papel social pero, realmente, si no los sigues, esto sería un caos. Los ritmos impuestos, sociales que en principio se derivan de la necesidad de acoplarnos y organizarnos a los ritmos de la Tierra proporcionan un orden y una seguridad que nos permiten avanzar. La repetición da seguridad. Pero esa seguridad se acaba convirtiendo en un caos, por eso necesitamos descansar de ella. Las depresiones del Domingo por la tarde se acaban convirtiendo en un reflejo condicionado: te deprimes porque tienes que ir a trabajar, te deprimes porque no tienes trabajo y el resto sí. De antemano suponemos que el ritmo telúrico es algo imposible de superar y por tanto, no podemos hacer nada frente a las obligaciones ineludibles de la supervivencia: una vez más, si cada uno siguiera sus propios ritmos, esto sería un caos. Pero ya lo es. Tal vez podría reconciliarme con mi ángel dormido cada día. Estar y no estar en el ritmo o estar en función de algo distinto, más profundo, en fin como no siendo de este planeta. ¿Y qué?

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2 Comentarios

  1. Loli
    19 diciembre, 2016

    “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” ¿fue esta la frase sentenciadora con la que se le exponía, al ser humano, su destierro a los ritmos de otros territorios?.

    El pan, la supervivencia, la existencia y la evolución que conlleva.

    Evolución ligada a la transformación del territorio ajeno, de su elementos, de la vida que lo conforma.

    El Jardín quedó lejos…¿o no?.

    Transformar la silvestre hostilidad del medio…en otro Jardín.

    Y nosotros, no somos espectadores, ni siquiera víctimas o protagonistas, somos el compromiso.

    Difícil acercarte al angel dormido, en la “vigilia”.

    En el sueño profundo parece esperarnos para alentar la memoria desesperanzada que le llega de estos mundos.

    Recordar que, quizás el motivo más importante por el que vivimos arropados en “otros ritmos”, sea evidenciar una Fuerza más, o la Fuerza en sí…¿el Amor?.

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  2. Nuba
    24 diciembre, 2016

    mmm,mmm,mmm,mmm,….
    Ondas de emes cantando con la boca cerrada, con las cuerdas vibrando en la garganta, que nos dicen, como esta bella y antigua canción de Irlanda, que «todas las luces, serán serán…
    «And all the lights will be will be»

    https://www.youtube.com/watch?v=FOP_PPavoLA&feature=share#t=208.517478

    Pero cada cual tiene sus luces a sus horas. Y esas luces con sus sombras deberían estar conectadas al espacio-tiempo que nos rodea a cada cual en su ambiente. El espacio que debe acompañarnos naturalmente y al que debemos dar «espacio» permitiendo que siga.
    Es la naturaleza que nos rodea y nos sondea y nos enraiza y nos permite.
    No somos nadie aparte de ella, no somos superhomos encargados de hacer jardines para pulir lo que ya es bello y perfecto de por sí.
    Somos parte o no somos.
    No hay lugar más hóspito que emboscarse, enraizarse, enflorarse, polinizarse, transformarse.

    Felices días de solsticio de invierno.
    Feliz nueva transformación.
    Deseo que sigamos de pié en el peregrinaje que nos lleve a cada uno, por donde nos tenga que llevá…
    Alegres, con zambomba y con lombarda.
    Consumiendo lo menos y disfrutando lo más.
    Agradeciendo los nuevos ritmos y los tiempos de los demás seres:

    https://www.facebook.com/francetvzoom/videos/712991598859629/

    ( cortesía de mis amigos -los nuberos- a los que como a mí nos gusta mucho el time-lapse) como forma de estricto realismo mágico.
    Porque nos pone en nuestro sitio; al aldo de ellos. Aprendiendo de su tránsito sin perder la armonía con la luz y «reconciliándose a cada instante con su ángel», que ellos tienen bien despierto.

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