Párrafo 13.16

13.16 “Una mañana, en los tiempos en que las aguas aún no se habían cargado de las sales de Ceres, en una remota cueva bañada por el mar, Shiva el Destructor enseñaba a Parvati las artes que conducen a leer el libro de todos los ritmos. Un pez surgido de la espuma escuchó encantado la susurrante voz del dios, e inmóvil contempló la clave de los prodigios que unen la magia con las leyes naturales. Mudras, mantras y mandalas y las técnicas de la segunda luz fueron escritas con saliva por Matsyendra sobre el agua. Con las primeras prácticas, el pez metamorfoseó y adoptó formas superiores convirtiéndose en hombre, y a él se debe la transmisión de las artes que abren las tres formas de consciencia sobre las que se asienta el conocimiento.”

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Se dice que este relato narra el origen del yoga, como técnica evolutiva. Pero también nos brinda una alusión simbólica sobre el origen del hombre y las claves de su evolución.
Frente a la combinación entre azar y lucha por la supervivencia, que tanto gusta a la ortodoxia científica, esta narración dibuja un escenario distinto: el pez Matsyendra accede a la fórmula secreta que Shiva, el dios que propicia el cambio, le está enseñando a la diosa Parvati. Con ese conocimiento, y su propio trabajo, el pez emprende un camino de evolución hasta llegar al hombre.
De este texto no se desprende que ese conocimiento fuera robado, aprovechando un descuido de los dioses. Tampoco que fuera regalado. ¿Se dejó al alcance de un pez especialmente buscador de los misterios superiores? ¿Fue un premio, una manera de reconocer, de rendir homenaje a su esfuerzo y compromiso personal con la Aventura? ¿Será esta una regla de oro para la evolución, personal y colectiva, que se ha seguido desde entonces? El esfuerzo y el compromiso con el trabajo personal, ¿no será la parte del trato que depende de nosotros?

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9 Comentarios

  1. Andarax
    13 febrero, 2018

    Quizás, pudiera ser Matsyendra pontífice entre dioses y hombres, mensajero inteligente, responsable y tenaz, que salara las aguas de la vida con amor y futuro revelado y se vistiera con piel de hombre para desvelar, cual maestro sigiloso, las artes, que son llaves de las puertas hacia la luz. Aventurados y solos, aquellos que las busquen, quizás reconozcan fuera, aquello que alcancen a conocer dentro de sí.

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  2. Geus
    14 febrero, 2018

    Hola, soy nuevo y la verdad es que siento que llego tarde a esta web, pues estoy comenzando ahora el libro, y la verdad es que me está gustando tanto como trabajo me está costando. Para apoyarme en la comprensión, después de leer cada párrafo varias veces me apoyo en vuestros comentarios porque me llegan a desatascar en muchas ocasiones, y aunque mi punto de vista pueda separarse en parte del comentario que leo, siempre encuentro alguna palabra o expresión clave que me ayuda a continuar. Por tanto quisiera agradeceros por el simple hecho de estar ahí, compartiendo opiniones e información, aunque aún estoy empezando el libro y no me siento capaz de comentar al tiempo que vosotros. No sé si cuando terminéis el libro tenéis pensado continuar con esta aventura de alguna forma o si por el contrario ya se termina esta experiencia.

    En cualquier caso os seguiré leyendo.
    Muchas gracias y un saludo.

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  3. loli
    15 febrero, 2018

    Se estudia, o se cuenta, en los libros de biología, cómo el RNA mensajero «madura» en su recorrido hacia la función que tiene, recoger los mensajes codificados del ADN y descodificarlos ya fuera del núcleo cercado por el velo de su membrana.

    «Madura»….término que abarcar, al parecer, complejísimos y rapidísimos procesos bioquímicos donde esa molécula a la que simplificamos bajo RNA, se convierte en varios elementos más….se multiplican trabajos…y se convierte en algo tan difícil de seguir, que en algún momento….se escapa, desaparece….y aparece con una parte del mensaje codificado y colocado…bajo un arbitrio aún desconocido.

    ¿será nuestra mentalidad, nuestra manera de conformar el pensamiento y la realidad, de forma fragmentada y analítica, la que aún no nos permita contemplar la integridad del proceso?.

    ¿Será eso que se denomina «maduración», una adaptación, un cambio de «piel», de ropajes…para acceder a esa parte de la realidad que nos llega como un puzle ininteligible, al que no solemos hacer caso y achacar a alteraciones sensoriales, o equivocaciones de nuestros limitados cálculos, y lo dejamos así …sin más?.

    Si alguna vez somos capaces de reconocer y asumir nuestra ignorancia al respecto…¿estaremos dando «alas» a ese «mensajero» escurridizo a nuestros parcializados sentidos, para mostrarnos las partes más luminosas de sus comunicados, sin necesidad de tenerlo que «cubrir», «cambiar», o adaptar, a la actual «piel del hombre».

    Un saludo, perdón por todas las «erratas» de la explicación…se debe a la ignorancia sobre el tema, y agradezco las correcciones y explicaciones de quien sabe mucho más sobre ello.

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  4. Beucis
    15 febrero, 2018

    En los tiempos anteriores a la Diosa, cuando Ceres aún no había alimentado con sal las aguas, antes de que «Dios no fuera Dios y el sol no diera en los peñascos…», antes de…, el hombre no era hombre; oculto en el fondo de las cuevas veía sin ver, y hubo dioses, seres superiores que enseñaron.

    Shiva el Destructor susurró a Pavarti las artes de la evolución y Matisyendra, el pez oculto, escuchó y con saliva escribió las enseñanzas del dios, como hizo Ali Babá en el cuento sufí, que escondido oye la frase que abrirá la cueva del tesoro, la cueva de las enseñanzas, de la evolución: ¡Ábrete sésamo!

    Con su tridente clavado Shiva transmitirá al discípulo la sabiduría, y el discípulo la recibirá desde su ignorancia, desde su oscuridad, desde ese «no sé pero quiero…», porque solo poseemos fe en el camino y la actitud de querer evolucionar desde el no saber, desde el miedo pero, sobre todo, desde el valor, y esto nos hará partícipes en la aventura espiritual de la humanidad.

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  5. Beucis
    15 febrero, 2018

    Antes de nada, felicitar a Andarax por su comentario. Me ha encantado. Ojalá nos regales con comentarios de este tipo más a menudo.

    Y continuando en la misma línea, añadiría «y los hijos de Dios se casaron con las hijas de los hombres». Corrobora un comienzo mítico, mágico, donde lo divino y lo humano parecen entremezclarse en pos de ese recorrido que el hombre ha de hacer para volver a ser dios.

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  6. mandrágora
    15 febrero, 2018

    Perdón, el último comentario enviado no es de Beucis, sino de Mandrágora

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  7. Beucis
    17 febrero, 2018

    En los tiempos anteriores a la Diosa, cuando Ceres aún no había alimentado con sal las aguas, antes de que «Dios no fuera Dios y el sol no diera en los peñascos…», antes de…, el hombre no era hombre; oculto en el fondo de las cuevas veía sin ver, y hubo dioses, seres superiores que enseñaron.
    Shiva el Destructor susurró a Pavarti las artes de la evolución y Matisyendra, el pez oculto, escuchó y con saliva escribió las enseñanzas del dios, como hizo Ali Babá en el cuento sufí, escondido oye la frase que abrirá la cueva del tesoro, la cueva de las enseñanzas, de la evolución: ¡Ábrete sésamo!
    Con su tridente clavado Shiva transmitirá al discípulo la sabiduría, y el discípulo la recibirá desde su ignorancia, desde su oscuridad, desde ese «no sé pero quiero…», porque solo poseemos fe en el camino y la actitud de querer evolucionar desde el no saber, desde el miedo pero, sobre todo, desde el valor, y esto nos hará partícipes en la aventura espiritual de la humanidad.

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  8. Mandrágora
    17 febrero, 2018

    Antes de nada, felicitar a Andarax por su comentario. Me ha encantado. Ojalá nos regales con comentarios de este tipo más a menudo.

    Y continuando en la misma línea, añadiría «y los hijos de Dios se casaron con las hijas de los hombres». Corrobora un comienzo mítico, mágico, donde lo divino y lo humano parecen entremezclarse en pos de ese recorrido que el hombre ha de hacer para volver a ser dios.

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  9. Beucis
    21 febrero, 2018

    En los tiempos anteriores a la Diosa, cuando Ceres aún no había alimentado con sal las aguas, antes de que «Dios no fuera Dios y el sol no diera en los peñascos…», antes de…, el hombre no era hombre; oculto en el fondo de las cuevas veía sin ver, y hubo dioses, seres superiores que enseñaron.

    Shiva el Destructor susurró a Pavarti las artes de la evolución y Matisyendra, el pez oculto, escuchó y con saliva escribió las enseñanzas del dios, como hizo Ali Babá en el cuento sufí, que escondido oye la frase que abrirá la cueva del tesoro, la cueva de las enseñanzas, de la evolución: ¡Ábrete sésamo!

    Con su tridente clavado Shiva transmitirá al discípulo la sabiduría, y el discípulo la recibirá desde su ignorancia, desde su oscuridad, desde ese «no sé pero quiero…», porque solo poseemos fe en el camino y la actitud de querer evolucionar desde el no saber, desde el miedo pero, sobre todo, desde el valor, y esto nos hará partícipes en la aventura espiritual de la humanidad.

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