Párrafo 14.9

14.9 «Cada visitante puede pintar en el aire el mismo cuadro cientos de veces. ¿Qué está sucediendo? El mundo está lleno de mandalas, de rastros invisibles que se esconden a la frecuencia perceptiva de los sentidos, y alguien ha visto algunos y los ha llevado a la frontera de la materia, los ha traído del mundo pránico del que se descolgaron los arquetipos que pueblan la consciencia y han sido reconocidos por los puntos de luz que anidan en los rincones del cuerpo físico.»

AVENTURA DEL PENSAMIENTO

Parecería como si “las autoridades”, las de aquí y las del resto del mundo (de forma sorprendentemente globalizada), hubiesen alcanzado tal grado de discernimiento y de sabiduría, que no solamente están plenamente de acuerdo con lo que en este y en anteriores párrafos se explica acerca de la potencialidad evolutiva del Arte, sino que, buscando el máximo desarrollo espiritual de sus súbditos, han implementado, como se dice ahora, las medidas político-culturales necesarias para facilitar el acceso a dichas puertas al universo de lo astral a unas cada vez más amplias mayorías, y así han dicho: hagamos montones de museos y llenémoslos de gente.

La realidad es muy otra, como sabemos: la masificación democratizadora del acceso al Arte banaliza de tal forma su apreciación que lo ha convertido en una moda, un must-see, una atracción turística más, donde lo más importante es el huero prestigio de poder atestiguar con un selfi que uno ha estado allí, delante de tal cuadro o en la puerta de tal templo o, como mucho, si la economía da para contratar un guía, engullir un ramplón análisis histórico-anecdótico-culturalista de las obras en cuestión.

Mirar cien cuadros por hora no solo es agotador (porque, en efecto, cada uno de ellos, si tiene suficiente calidad, te está pidiendo entrar en ti hasta lo más hondo de tu ser), sino que es además adocenador y contaminante, pues tal mirada, tan insolente superficialidad, des-sacraliza tanto el ámbito en el que cada obra despliega su llamada que impide que otros ojos puedan conectar con ella. Lo cual solo puede conseguirse desde un estado especial de recogimiento, meditación y escucha que propicie la apertura de “los puntos de luz que anidan en nuestro cuerpo físico”.

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2 Comentarios

  1. loli
    15 mayo, 2018

    Seguimos manteniendo en nuestras estructuras de pensamiento y de comportamientos, la premisa de que solo aquello que creemos ver y captar con la capacidad limitada sensorial en la que nos movemos, es lo que existe.

    Sin embargo, esa realidad que creemos abarcar, nos muestra, cada vez más, su aspecto más velado, sutil, invisible, y reta a nuestros sentidos para que aumenten sus espectros y seguirla en sus rastros.

    ¿Qué clase de Fuerza Física, además de las que parece hemos detectado, puede ser capaz de estar actuando y cambiando la morfología de los fenómenos, sin que aún hayamos sido capaces de poderla definir en alguna de sus cualidades, y catalogarla de alguna manera?.

    La comprobación de hechos sorprendentes, curiosos, que no responden al comportamiento esperado de las coordenadas biológicas que se han detectado como válidas y constantes, están llevando a los científicos a abrir su abanico de elementos y factores, aún sin poder definir, que forman parte del posible origen y desarrollo de la vida, y también del comportamiento de los seres vivos y su transformaciones.

    Hace tiempo, se viene observando, seguramente gracias al aumento de las investigaciones y la mayor minuciosidad de éstas, en el campo de la genética, algo…singular.

    El hecho de que niños nacidos, con la aportación cromosómica del padre y de la madre, es decir, de la pareja que le engendra, muestran, a veces, sin embargo, un fenotipo, que en estos casos, no responden al padre biológico, pero que investigando, se descubre que pertenecen a los rasgos de otra persona, lejana en el tiempo, y a veces ni recordada por la madre, pero que en su momento tuvo con ella una relación sentimental.

    Este y otros fenómenos, parecen estar dando lugar a un interés mayor y especial por la denominada “epigenética”.

    Entiendo que eso significa estar dando una mayor importancia al “conjunto de factores ambientales que actúan modulando la expresión de la información recogida en el genotipo”…de tal modo, que puede hasta cambiar las facciones y la morfología en un grado mayor del que, parece, se creía.

    Entonces…¿existen fuerzas, energías, materia…más sutil, que forma parte de nuestra realidad biológica, y que puede estar influyendo en ella de forma más determinante de aquéllas que nos parecen más evidentes?.

    Los rastros rescatados, las formas descolgadas de una realidad más desconocida, plasmadas por el artista, reflejada en la obra de arte….¿por qué no podría, pues, estar siendo una manifestación física, la expresión de un fenómeno singular, y ligado a leyes aún no descubiertas o bien descodificadas, o ni siquiera vislumbradas?.

    ¿Cómo nos podría, extrañar, entonces, que la contemplación de una obra de arte pueda tener una acción transformadora, si está incidida por fuerzas aún desconocidas de la Naturaleza, esa de la formamos parte?.

    ¿Cómo tomarse algo tan misterioso y trascendente….con linealidad y superficialidad?.

    ¿Cómo querer hacer de algo con ese poder, un hecho banal…ligado el entretenimiento?.

    ¿Qué consecuencias pueden estar produciéndose, o gestándose en una sociedad, cuando mantiene una actitud prepotente y de inconsciencia ante lo que desconoce, y, encima, hace de ello, una vanagloria, e incluso, es capaz de regular y legislar cómo debe desarrollarse y comportarse la ignorancia y la inconsciencia, y hasta cómo se debe educar en ella?

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  2. Rafa
    16 mayo, 2018

    Parece ser que vivimos lo que no somos y lo que realmente somos, está escondido a nuestros sentidos, y no lo podemos percibir de una manera convencional, pero esos rastros invisibles (mandalas) se asoman con frecuencia a nuestra consciencia.

    En algunas ocasiones, nos encontramos con personas con las que ya hemos hablado, en otras es la primera vez que las vemos, se cruzan las miradas y mostramos lo que somos a través de nuestra realidad sensitiva.
    No sabes exactamente lo que dura la mirada, si un segundo o una hora, ni desde que espacio se produce, no es en el que te encontrabas antes, pero tampoco es distinto.

    Yo lo llamo el vacio que lo llena todo, probablemente estás compartiendo esos puntos de luz que anidan en nuestro campo físico de los que habla el autor.

    Bueno pues esto mismo pasa con el arte, con mucha más intensidad.

    Últimamente, han llenado Madrid de unas meninas casposas, con objeto de que el visitante de Osaka, o el castellano-manchego, se haga fotos junto a ellas, porque pretenden ser el símbolo de un cuadro universal.

    Pero cuando de verdad estás frente a la verdadera pintura, descubres que esos rastros invisibles de los que normalmente no eres consciente, los ha traido Velazquez a la realidad material, y al descubrirlos cada uno, volvamos a pintar el cuadro y sintonicemos con nuestro verdadero ser, con quienes somos en realidad.

    No recuerdo bien, si era el poeta Paul Eluard, el que decía.

    » Puede que existan otras dimensiones, realidades fuera de la nuestra, pero la que de verdad no existe es en la que vivimos nosotros »

    Un abrazo

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