Párrafo 16.14

16.14 «Cuentan los códigos múdricos que las huellas laberínticas escritas en cada dedo corresponden a conductas que destapan miradas o actitudes puras que nacen para borrar las nieblas que difuminaron el camino hacia la fe.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Es la identidad aquello que nos hace únicos, como nuestras huellas dactilares, las líneas de nuestras manos, el modo en que nos movemos, nuestros olores corporales o nuestros mapas del iris. Y también nuestros recuerdos, las huellas que dejaron nuestras vivencias.

En la geografía humana aparente hay múltiples laberintos, no solo los que surcan nuestros dedos. Hay un laberinto en cada oído e incontables laberintos interconectados en el recorrido de nuestras venas y en los pliegues de nuestro cerebro. Todos ellos nos diferencian del resto.

Igual que nos diferencia nuestro genoma, ese libro de la humanidad y de cada humano, en el que están escritos todos los caminos potenciales que podríamos recorrer.

Porque transitar por un laberinto consiste en resolver dilemas, en tomar decisiones; consiste en optar entre incontables recorridos de los que solo uno es el bueno.

Visto desde arriba, desde un punto lo suficientemente alto, se puede percibir con claridad cuál es el camino más corto para recorrer un laberinto. Se pueden apreciar los caminos sin salida, los rodeos, los atajos y las encrucijadas. Pero, cuando se recorre desde las dos dimensiones de lo binario, no tenemos esa perspectiva.

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4 Comentarios

  1. Loli
    15 agosto, 2019

    «Los Mapas del Aires» era el título de un cuento escrito por un amigo conocido de muchos en este blog.

    Me pregunto:

    ¿Existen laberintos en el aire….también?

    ¿Bebemos de esos laberintos….al nacer?

    ¿Sembramos los surcos de esos laberintos….al morir?

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  2. Rafa
    18 agosto, 2019

    He sabido hace poco que algunos primates como el chimpancé o el gorila también tienen huellas dactilares. que les hacen individuales.
    .
    Pero estas huellas, les hacen individuales en su biologia.

    El hombre posee huellas con unas capacidades que dejan una impronta, un rastro sobre si mismo y sobre lo que les rodea.

    Una mirada con amor a otra persona produce una modificación definitiva en ambos, aunque posteriormente se olviden del hecho.

    Un abrazo a un amigo o una caricia dejan una sensación que transportamos a veces durante un largo tiempo.

    Supongo habréis escuchado la expresión » mano de santo».,
    pues yo entiendo, no que los santos nacen con una mano especializada en obrar milagros, sino que el camino de la santidad ha producido que toquen las cosas y a las personas de manera que las mejora.

    Ese mismo camino que nos acerca al ser que nos une a todo lo creado, el camino que despierta conductas para disipar la niebla del camino de la fe

    Un abrazo

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  3. Panacea
    2 septiembre, 2019

    Me pregunto qué implica, qué consecuencias puede tener tocar el piano. Cada ataque en la tecla produce un sonido que puede ser diferente según la intención y la intensidad que se transmita. Cada dedo tiene una fuerza y una independencia de agarre diferente que se emite desde el cerebro a través de un impulso que puede ser puramente táctil, desde el codo, desde el hombro o todo el peso desde la cintura. Según la relajación o fuerza concentrada, la energía que aparece en el dedo hace que la sonoridad sea de una manera u otra; es todo un juego de impulso y relajación. Esa versatilidad hace que una obra pueda producir y manifestar un estado de emoción determinado o ser una pura repentización de la partitura. Diríase que los dedos hacen de meros instrumentos que ejecutan todo el trabajo que la persona quiere expresar. ¿Qué papel juegan las huellas laberínticas propias de cada ser humano y cómo interactúan en cada pulsación? No lo sé y me gustaría saberlo.

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  4. Beucis
    21 septiembre, 2019

    El arte románico nos muestra cristos con un cuerpo cabalizado, donde los laberintos tejen caminos y mensajes que deberán ser recorridos; espirales en las rodillas y en los codos, clavículas (llaves) que abren y cierran paso a energías que buscan un camino que fluya hacia la Gran Faz, reflejo en nosotros de la faz divina.

    Nuestros dedos, dactilos, kyrios, curetes…son sacerdotes de la Gran Diosa Madre, curas de la diosa Cibeles, de Rea; imprescindibles artífices de la evolución humana.

    Quirón, el Sagitario, el gran maestro de los héroes, mano que abrirá y formará nuestro cerebro; maestro de la lidia que dirigirá la evolución, pondrá al toro y al torero en su justo sitio como oficiantes de una ceremonia sagrada con la intención de que el toro se haga hombre y el torero dios, y así podrán salir por la puerta grande con el destino cumplido, y así se borrarán «nieblas que difuminan el camino hacia la fe».

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