Párrafo 17.25

15.25 «Reírse de uno mismo es una postura intrépida que da poderes al corazón para relativizar el fundamentalismo de un cerebro empeñado en soportar al yo como primer agonista, reírse de uno mismo es profundizar en la subjetividad responsable, considerando que la consciencia definida por la razón no es más que una circunstancia, cuyo único riesgo es precisamente mantenerla si se intuye que la naturaleza trinitaria espera a las puertas de las ciudades de la luz.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Si conseguimos reírnos de nosotros mismos estaremos debilitando nuestro ego y desdibujando la dualidad; estaremos debilitando un cerebro que se siente poderoso y enajena nuestra posibilidad de evolución.
Se nos ha dicho que el chiste es un disparo al aire, un disparate, un disparo que rompe lo analítico para poder ser analogía.
La risa navega en aguas dulces y se refugia en cuevas, en la copa, en un grial, porque así lo quisieron y así lo pudieron hacer los Juanes. También Shiva, el Destructor, ríe y en su inmensa carcajada destruye el mal del mundo.
Shiva cuando enseña las técnicas de evolución a su paredra, junto al yoga le enseña la gran lección de la risa, y el pez Matsyendra escucha y aprende. Nosotros también con él.
La risa es alegría y conduce al amor y nos lleva a la naturaleza trinitaria, a las puertas de las ciudades de la luz donde esperan los siete kyrios. Con nuestra risa, nuestro anhelo de poder traspasarlas, siguiendo ese camino que nos llevará al último tramo de nuestras posibilidades.

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3 Comentarios

  1. Rafa
    2 julio, 2020

    Mi luto no fué vestirme de negro, sino quedarme sin risa…..

    La risa está ligada a la verdad de alguna manera, como contrapartida de lo que se llama adecuación, haciendo de espejo invertido, distorsionante, paradójico, conformándose como una disonante armonía.

    La risa estalla en el cuerpo, lo pone en movimiento, a veces desarmándolo o haciéndolo reventar, siempre compromete la sensualidad. la risa se quiere y se contagia a sí misma, hay que rescatar de la risa su fuerza transgresora, su poder refutador de la experiencia ordinaria, su vocación liberadora y su disposición afirmante más allá del bien y del mal.

    He expuesto algunas frases de un trabajo de Monica Giardina sobre la importancia de la risa

    Nietzsche subraya el carácter liberador y redentor de la risa porque Zaratustra proclama en el hombre superior la risa como virtud .

    Vosotros hombres superiores, aprended ¡a reír!
    Así habló Zaratustra.

    Si no se sabe, debe aprenderse a reír, la risa es una virtud que puede aprehenderse, vocifera Zaratustra.
    ¡Olvidad, pues, el poner cara de atribulados y toda tristeza plebeya!
    Así habló Zaratustra

    Zaratustra les reprocha que no encuentren a su alrededor ningún motivo de risa.
    Los misántropos son quizá la antigua versión griega de los que en la caracterización de Nietzsche defienden las tablas de los eternos descontentos, los cansados del mundo, los perezosos, el conjunto de los que invitan a rechazar el reino de la tierra.
    “Romper las viejas tablas” con la risa

    ¿De qué ríe Zaratustra?

    Ante todo de sí mismo porque Zaratustra es la figura del gran despreciador, aquel que está dispuesto a transvalorar todo valor, a reírse de sus propias máscaras; la risa de Zaratustra es universal como la duda cartesiana, pero lejos de conducir a lo constante y permanente, la risa lleva a lo desconocido.

    Zaratustra ríe de la conciencia de los concienzudos y de los doctos, aquellos ante quienes “todo pájaro yace desplumado”, el ‘ansia de seguridad’ que late en todas las empresas de estos últimos hombres desespera al genio errante de Zaratustra.

    El espíritu de los hombres superiores aborrece de todo lo seguro y tranquilizador y expulsa como fantasma de la mala conciencia eso que el docto llama ‘seguridad’. El ‘querer seguridad’ o la fuerza de una voluntad asegurante, conduce a la posición del fundamento, es decir, a un ámbito donde la violencia dirige al pensar .

    Muy por el contrario, la falta absoluta de estabilidad en la vida humana ‘libera los encantos de la risa’ . Zaratustra se ríe además de los piadosos y compasivos, para él la compasión provoca autoestrangulamiento.

    La risa en la estética del mal ¡Ríe aquí, ríe, luminosa y saludable maldad mía!
    Así habló Zaratustra

    Con la risa se muere y se mata,
    La risa supone una afirmación del mal, pero “santificado y absuelto en su propia bienaventuranza”.

    Risa y redención
    Todas las cosas buenas ríen
    Así habló Zaratustra

    La experiencia de la risa auténtica reclama ante todo libertad, la virtud de no temerle al extremo de lo posible,

    Zaratustra ama a quienes no quieren preservarse a sí mismos, a los que declinan. Reírse de sí es una forma de no preservarse, de liberarse, hay pérdida del sí mismo en la risa de sí . Esta sería una forma buena de la compasión, según Nietzsche, saber perderse a uno mismo.

    La risa como reverso del saber

    Zaratustra impulsa la reivindicación de lo que no puede ser reducido al saber. La risa es, si se quiere, más pudorosa que el saber, ella puede mantener oculto lo que debe estar oculto.
    La risa como voluntad de nada. Risa y soberanía o la reivindicación de la insatisfacción.

    La risa tiene que ver con la soberanía en tanto rechaza lo dado, destruye o suspende momentáneamente el sentido para rehabilitarlo luego enriquecido.

    Lo inagotable de la risa

    Hay risas que no tienen otro objeto que ellas mismas, risas que se generan a partir del derroche y contagio de sí mismas, la risa se multiplica, crece como un niño, excede los temas cómicos.

    Si la risa es un momento soberano, entonces también instaura un modo de aprehender la verdad; como en la obra de arte, de la risa puede brotar lo verdadero.

    La acción de abrir una verdad y la capacidad de sublimación relacionan a la risa y al arte estrechamente.

    A su modo la risa es metáfora, expresión de un sentido que se desplaza, que exhibe su propia negación, que se pierde y se transforma; un sentido que ha sido ‘llevado’, ‘conducido’ a otra parte, una metáfora que se celebra con el cuerpo y se traduce en un gesto de agradecimiento, efímero y siempre insatisfactorio, como todo lo que nos lleva en presencia de lo maravilloso.

    Un abrazo

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  2. Alicia Bermúdez
    6 julio, 2020

    En resumidas cuentas, y arropémoslo con las palabras que lo arropemos, lo que nos importa a todos es la felicidad. La máxima ambición del ser humano es ser feliz. Y ser feliz – no nos engañemos – es que los acontecimientos de nuestro vivir discurran satisfaciendo la medida de nuestros deseos.
    A veces pienso, fantaseo, un mundo vacío; un lugar en el espacio y en el tiempo en el que cada uno, cada persona, está completamente solo, sin circunstancias ni propicias ni adversas que puedan condicionar ni alterar la dosis de felicidad con la que cada uno nacemos.
    Pero, ya digo, es un lugar de fantasía.
    La realidad es muy distinta. La realidad es que ciframos nuestros respectivos ser felices en que todo lo externo, las circunstancias, las personas, los acontecimientos, nos complazcan.
    Pero tengo la extraña e injustificada creencia de que todo cuanto sucede en las vidas, todo cuanto queda en nuestras memorias como hitos sobre los que referenciar – en una especie de recuento, un saldo, un ‟debe y un haber” – no son más que anécdotas sin mayor importancia porque, me pregunto, ¿puede algo tan esencial para la realización del ser humano depender del capricho o el albur de algo, o de alguien, ajeno y extraño?
    Y me contesto que no.
    Y que tanto cuando reímos como cuando lloramos nos estamos dejando someter por quienes – consciente o inconscientemente, con intención o sin ella – nos están en realidad ignorando.
    ¿Es eso justo? ¿Es razonable que nuestra felicidad esté en manos ajenas?
    Me contesto que no. Que la felicidad es un caudal, grande o pequeño, con el que cada cual nacemos.
    Y que eso es personal, e intransferible e inmodificable.
    Y que todo lo demás son espejismos. Y que pretender que sea de otra forma es dar coces contra el aguijón para engañarse siempre; para ir poniendo parches a un Destino que, opino, es insoslayable.
    Una vez escuché decir a alguien que quien se siente feliz porque las cosas le van como anillo al dedo es porque se conforma con su anillo y con su dedo.
    Y, sí, será verdad. Pero sigo pensando que, por más que lo adornemos de espiritualidad, lo que queremos es eso.
    Y que quien lo niegue estará mintiendo.

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  3. Panacea
    17 julio, 2020

    Es verdad que olvidarse de ese yo como primera persona, invita a relativizar ese mundo circunstancial en donde la estructura pensante y lógica nos hace agonizar en un marasmo de razones para no llegar a ningún sitio, solo a la pura evaluación de condena o aprobación. Quizás si nos abstrajéramos de nuestra egolatría y pusiéramos el punto de atención más arriba, fuera de nosotros, podríamos ser capaces de captar la relatividad de nuestro sufrimiento y la cantidad de adornos con que aderezamos nuestro pensamiento para darnos o no la razón.

    Reírse no tiene explicación, tiene sensación, es impulso, es energía que llena de nuevo aire y desbarata el juego armado, lógico y secuencial. Lo desordena, lo revuelve y libera los estragos de cualquier conducta aprendida y las más de las veces esperada. ¡Qué cansino es repetirse! ¡Qué triste, que no seamos capaces de sorprendernos!

    Ser mentor de nosotros mismos nos impide ser visionarios de la realidad oculta que nos separa nuestra propia ceguera.

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