Párrafo 17.30
17.30 «El tabernáculo del hombre no es sólo la estructura material de su cuerpo, ello es el instrumento ligado a la corteza terrestre en la que habita, su destino se une a un viaje interior y exterior, por eso el ser humano mira a las estrellas que son su destino y escucha la rueda que gira en el interior de la Tierra; para conseguirlo tendrá que renunciar a dominar, emprender el camino del amor y despojar la inteligencia de ropajes de orgullo.»
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Si nuestro cuerpo nos liga a la Tierra, ¿qué nos liga a las estrellas? Quizá sea nuestra capacidad de soñar, de mirar a miles de kilómetros de distancia y percibir el rastro de un pasado futuro. El tiempo no es distancia suficiente para el olvido, y el olvido… sólo ceguera, dormitar del mineral, silencio de la luz, azogue viejo, reflejo ausente o ignorado. Hará falta pulir metales, movimiento, oxígeno y aceite, agua que limpie las cenizas… y ¡que se transparente el sol, que cante en cada canto anacarado, marfil agudo, trampolín de pensamientos! Y, entonces, nada más, sino que en el camino darse.
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2 Comentarios
Rafa
16 septiembre, 2020El lugar santo, la morada, el tabernáculo del hombre como dice el autor, no es solo la estructura material de su cuerpo pero tambien forma parte de su contenido, por ser de alguna manera un envoltorio, por eso el hombre mira a las estrellas que es de donde viene.
Está ligado a la corteza terrestre pero tiene que renunciar a dominarla, a ser su señor, su dueño, su dominus, porque entonces se anclará a ella y no emprenderá el viaje.
Navegar por el aire cubierto de un manto de humildad para permitir la claridad de la inteligencia universal que nos devuelva al polvo de estrellas del que venimos, nuestro origen y destino.
Un abrazo
Panacea
20 septiembre, 2020Una vez más vuelve a asomarnos la presencia de la Ley. Ley en mayúscula, donde se configura al ser humano en su mayor amplitud, en su proyección, explicando la vida y su sentido en pocas palabras, su importancia y lo necesario de ella. Y es así porque sí, nos guste o no nos guste, estemos de acuerdo o no. Es indiferente lo que cada cual piense, crea o el rechazo que le produzcan semejantes aseveraciones. Hay una ley, hay un orden y hay unas reglas por encima de nuestras cabezas que actúan y se interrelacionan con una precisión exhaustiva.
Ante la ignorancia de tamaña dimensión, solo nos queda ser canto rodado, navegar a favor de la corriente y no obstaculizar desde la soberbia del no conocer y actuar como si conociéramos. Entiendo que es casarse y dejarse llevar por lo que se nos va proponiendo y a lo que la escucha interior nos aboca, para ir acercándonos poco a poco a lo que ya está escrito desde el principio de los tiempos y que solo falta cumplir, casi casi como una receta: esto es lo que hay y esto es lo que hay que hacer.
Otra cosa es llevarlo a cabo sin rescoldos, sin atajos, de verdad y sabiendo que estamos haciendo camino.