Párrafo 6.20

6.20 «Quizá no sea necesario entender que en cada pausa respiratoria, que en cada localización del aire, que en la duración de cada aliento, que en cada impulso de los intercostales o del diafragma se está facilitando un comportamiento diferente, se están moviendo distintas coronas en los meridianos de energía, se están estructurando nuevos impulsos o desplazando al rito desesperante de la repetición».

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COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Cada pausa respiratoria es un despertador del alma de los que duermen y, sobre todo, de los que sueñan. Algunos que no quieren oír, ni ver, ni entender, llegan a necesitar el despertador para dormirse más profundamente todavía; y aun para soñar.

El hombre, desde el comienzo de su desarrollo, ha demostrado tener extraordinarias posibilidades que están muy por encima de su capacidad de usarlas. Las facultades psíquicas potenciales de un Aristóteles o un Galileo ya estaban anatómica y fisiológicamente presentes, a la espera de ser empleadas mucho antes, entre gentes que no habían aprendido a contar con diez dedos. Gran parte de dicha dotación sigue sin ser descubierta y a la espera.

El tiempo que en cada minuto del día tratamos de llenar con acontecimientos, estímulos e imágenes, puede convertirse en un tiempo ficticio si nos dejamos apresar en un red de actos que nos conducen a la repetición y de la que ya en vano intentamos liberarnos.

Y la pausa característica del rito, la fiesta litúrgica (transformada en una ceremonia incoherente) ha sido eliminada de nuestra época, conduciéndonos a un campo minado, donde percibimos nuestro destino como algo irremediable.

Pero hay muchos tiempos perdidos que nos proyectan hacia un mundo paralelo de imágenes y de símbolos en el que nuestra condición profana es progresivamente transformada, desplazando al rito desesperante de la repetición.

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6 Comentarios

  1. Alicia (o Afrodita, que da igual)
    5 enero, 2014

    El autor dice “quizá no sea necesario entender”, tal vez una forma de apuntar que el entender no tiene por qué implicar que lo entendido vaya a formar parte de la esencialidad del que lo entienda. Uno puede entender y seguir a su propio aire y a su propio ritmo.
    O al aire y al ritmo que imprimieron en cada uno sus equivocaciones y, por qué no, algún raro y ocasional acierto.
    No es el entender lo que soluciona ni impulsa la vida.
    Sin entender uno sabe perfectamente dónde tropieza cada vez que tropieza, y dónde y con qué se hace daño cada vez que le duele. Y qué puertas cerradas a su espalda no debiera de volver a abrir jamás.
    Pero quien más y quien menos lo intenta, aun sabiendo que comete error, o, peor aún, se queda allí, quieto, sujetando con el pie pretendiendo que evitar que se cierre del todo ya es un logro, ya es tener algo, cerrando los ojos a qué puede haber de este lado abierto por el que, en nuestra tenacidad o en nuestra nostalgia, no nos aventuramos.
    De esas puertas mejor no echar cuentas ni tratar de recordar si alguna vez tuvimos la llave; que quizás no era nuestra, o ya no sirve, o lo que añoramos tras la puerta ya no está.
    Ah, y, si no estuviese cerrada del todo, quitar el pie. Muy importante para no quedarse atrapado de algo que ya no es.
    Y surgen y aparecen nuevos ritmos. Y la respiración se vuelve calma y ya no se acelera con emociones que fueron espejismos.
    Y el aire nuevo arrastra todo lo que fue falso y ya no sirve.
    Y la vida, con entendimiento o sin él, sigue.
    O la vida sigue con entendimiento o sin él.
    Que no es idéntico, pero lo explico.
    En el primero caso el que entiende o no entiende es el “yo”.
    En el segundo la que entiende o no entiende es la vida.
    Pero, a qué engañarse. Siempre se sueña el sueño imposible de entender. Ni por el “yo”, que es el interesado; ni por la vida, que va por su cuenta y la trae sin cuidado.
    Para la vida sólo somos “sus” herramientas.

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  2. Atila
    8 enero, 2014

    Y muchos de nosotros tendemos a ponernos unas bonitas gafas de color rosa para no ver un problema que creemos no podríamos aguantar eludimos estar solos distraernos para no pensar como estar con gente que nos divierta, irnos de viaje continuamente, ir al gimnasio para estar en forma, evitar el porque de nuestras manias, miedos, fobias etc…
    Desde luego si nos parasemos a pensar y vaciar poco a poco la parte de nuestro cerebro donde están los recuerdos y sensaciones podríamos el porque de todo esto que a veces en los sueños a veces aparecen de manera simbolica y así averiguaremos cómo cambiar nuestra actitud ante un momento difícil.Quizás, al principio es doloroso abrir nuestro límbico y afrontar momentos verdaderamente traumáticos pero hay que ser valientes y hacerles frente. Ante nuestros allegados estamos un poco extraños y demasiado solitario y ya no eres lo que eras y a veces que pasan al ataque y esto no es agradable pero hay que seguir adelante sino te estancas como el agua que estás quieta y acaba oliendo mal. Sin embargo el que discurre sorteando rocas, vendavales, ataques humanos al final llegará al océano con agua transparente entregándose al gran mar para surtirlo de agua nueva y limpia.

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  3. Mandrágora
    10 enero, 2014

    La repetición. En todos los textos se nos cita como ese entorpecimiento perenne al cual el hombre está capacitado a salir, y un comportamiento que reincide de forma habitual como memoria impresa y consustancial. ¿Que es habitual en el vivir del día a día?, está claro, pero parece que toca ahondar en la dificultad que supone algo tan especialmente arraigado, siendo necesario, por lo que se deduce, desactivar para posicionarnos de mejor manera.

    Se parte de lo que se conoce para llegar a incorporar lo que se desconoce como algo natural, moverse en la incertidumbre de lo que está por suceder. Se trataría, entiendo, de un ejercicio de voluntariedad para no casarse con aquello que supone la respuesta previsible, la respuesta conocida, esperada, y poner en práctica la capacidad de sorpresa de uno mismo. Frente al mismo hacer, que nos viene dictado desde fuera, incorporar el factor novedad, intentar ser hoja en blanco y no recurrir a escenarios pasados; pulsar en cada circunstancia ese nuevo estado que no percibimos por estar sometidos a la costumbre y dejarnos vislumbrar por nuevas variables que están a la espera de escucharse. Ciertamente, como toda ruptura o desplazamiento que conlleva cambios, puede generar toda suerte de fatigas o pereza a salir de las constantes vitales; es ese «intruso» que se nos citaba en el párrafo anterior, que no permite ser desbancado y le rendimos pleitesía por temor a represalias, obstaculizando ese nuevo escenario cambiante al que se está llamado desde otra mayor percepción e ir dimensionando las circunstancias vitales de manera más sutil. Supongo que es romper un recorrido ya trazado y muchas veces mecanizado, donde las más de las veces aboca al cansancio, hartura y la desorientación de no saber cómo salir de la rueda, por la recuperación de un estado emocional que conlleva despertar la atención, la intención y la búsqueda de nuevos hallazgos en pos de una fluidez que parece debería ser el estado natural. Entiendo que es un deber al que todos estamos llamados, utilizando herramientas que la propia vida te brinda a descubrir, para lograr esa velocidad que tantas veces se menciona y que abre fronteras a otra capacidad de sentir.

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  4. SARA
    10 enero, 2014

    Gracias Mandrágora, ha sido un gusto leerte….. especialmente tu frase «que es un deber al que todos estamos llamados…» Que pena que esa «llamada» sea apenas escuchada, o si realmente se oye, parece que nadie responda….. claro que también puede que sea la que no puede oir…

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  5. SARA
    10 enero, 2014

    Perdón, quiero decir «claro que también puede que sea yo la que no puede oir…

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  6. José María Bravo
    10 enero, 2014

    Quizas no nos damos cuenta, como yo entiendo , Perez de Carrera nos explica la importancia de cada respiración, de cada latido energico.

    Como en cada aliento hay toda la vida. Ese todo que impulsa el siguiente paso. Ese proceso continuo de novedad.

    Cada mirada abre un nuevo espacio, cada movimiento nos modifica, nos abre otra puerta y asi sucesivamente. Quizas sin muerte, solo queja. Con vida

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