Párrafo 6.22

6.22 “El hombre prudente observa y atiende, pero no es lícito confundir la prudencia con una forma de fabricar la consciencia a partir de normas adscritas a las convenciones de un modelo y reafirmarlas con el pecado de ‘así es la vida’ ”.

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Podemos ser espectadores pasivos y en muchos casos cómplices de lo que pasa en la vida, pero sería mucho mejor ser espectadores y protagonistas al mismo tiempo. Mucho mejor vivir como si la vida fuese lo que podamos y queramos hacer de ella. Como si nosotros inventásemos la vida en vez de que nos la inventen. Pero no, parece que nos la han puesto y tenemos que asumirla. Como si uno no hubiese nunca elegido ni decidido nada.

El hombre se traiciona por no traicionar el sistema o modelo en el que ha sido educado. Ser fiel a uno mismo a pesar del sistema es algo que practicamos poco y además resulta bastante incómodo. Tal vez porque la corriente es a veces tan fuerte, que podemos salir dañados de la pelea. Y sobre todo porque a uno no le van a aplaudir. Aún así habría que intentarlo.

Realmente estamos tan lejos de nosotros mismos que al final parecemos un ejército de zombies. La prudencia no puede ser una excusa para no tomar partido. Pensar y decir “así es la vida” es muy parecido a matarse en vida.

Tendríamos que observarnos y atendernos mucho más para vigilar cómo de fieles y honestos estamos siendo, pero no al sistema si no a lo más profundo de nosotros mismos; y así no resignarnos, no engañarnos, no construir una celda mental pequeña y oscura donde parece que es imposible crecer y ser auténticamente feliz.

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5 Comentarios

  1. Atila
    23 enero, 2014

    Pues cuando me encuentro a una persona y dice:
    – Yo como soy siempre soy tan discreta y prudente… Me hecho a temblar.
    Me viene a la mente los tres monos, esos que no ven, ni oyen, ni hablan.
    Es como el joven que hunde sus ojos en un periódico de deportes o están fijos en esas maquinitas donde un grupo esta mandando a otros mensajes y chistes, para no ver a los ancianitos o embarazadas et. y asi no ceder su asiento, o el que no quiere escuchar a nadie porque con sus problemas ya tiene mas que de sobra, y cuando alguien abre la boca lo interrumpe para no oir penas, y después de un gran suspiro dice:
    -Asi es la vida» o «Que vida esta, zanjando la conversación.
    O el que no habla porque según el o ella son muy discretos y cuando ve que están agrediendo a una persona delante de otros y el agredido le dice que porque no lo defendió, se escuda diciendo que estaba atontado-a y no se dio cuenta, y encima
    – Lo mejor es callar en esta vida y asi nunca metes la pata y ya sabes que la mejor palabra es la que no has dicho.
    Claro que después bien el boomerang de vuelta y al que no ha visto nada pues tampoco a el lo ven. Y al que no ha querido oir quizás tampoco en su vejez lo escucha nadie, y al que no ha querido mojarse por si acaso tampoco a el o ella lo defenderán.
    El discreto habla poco y aprende de los demás y no interrumpe salvo si puede ser de ayuda, porque la vida no es asi sino la consecuencia de nuestros actos.

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  2. Beucis
    23 enero, 2014

    Debemos ser prudentes, pero no cautos; debemos ser justos, pero no justicieros; debemos ser fuertes, pero no arrogantes; debemos ser templados, pero no pusilánimes. Prudencia, justicia, fortaleza y templanza, son virtudes que deberíamos potenciar, pero no confundir. Ponerse de perfil, sin asumir responsabilidades, sin ejercer valor, está bien visto por una sociedad que aplaude al que no plantea problemas y elude lo incómodo. Arroparse en lo convencional siempre resulta gratificante socialmente, pero empobrece a todos y el resultado es un conjunto de individuos que da la espalda al riesgo de la aventura, para refugiarse en el miedo y languidecer existencialmente. Así no hay posibilidades de dejar de ser roedores existenciales, cautos y empobrecidos para los que, efectivamente: “así es la vida “, porque han imposibilitado que la vida pueda ser de otra manera.

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  3. Mandrágora
    24 enero, 2014

    Esas convenciones de las que se nos habla encierran un mundo de palabras y comportamientos que frustran el encuentro a la posibilidad de otros niveles de atención, reñido habitualmente con un modelo que nos emparenta a la baja produciendo cansancio antes de ponerse a andar.

    «Así es la vida», y ¿cómo es la vida? Será como cada uno la viva, ¿y cómo la vive? Depende de lo que cada cual es capaz de ahondar y descubrir. Y la búsqueda de nuevos latidos ha de hacerse por uno solo; es un adentrarse en solitario donde el adiestramiento, tan latente y que unifica, que crea colectivo haciéndonos similares y comprendidos, ahuyenta la posibilidad de consonancia con tus propios resortes, y evita la llamada y el estímulo que de forma voluntaria irían acrecentándose a medida que fuera arraigando el valor a ser único aunque ello implique rechazo. El temor a no ser aceptado es una maza que machaconamente golpea mientras no entre oxígeno nuevo que dé la suficiente fortaleza como para no mitigar el intento a perseverar en el encuentro de algo distinto y que ayude a modificar ese marco referencial costumbrista y heredado que hace dar por supuesto todo aquello que debería ser cuestionado.

    En otro párrafo, el autor nos dice: «Cuando los sentidos están activos pero vacían su avidez, se difuminan los intereses creados por la identidad provisional…». El ser capaz de doblegar la dictadura de todo aquello que viene estipulado por normas, limitaciones, objetivos preestablecidos, imposiciones y demás, algo se modifica, y nace otra forma de pensamiento que ¡cómo no va a chocar con el modelo! Parece de obligado cumplimiento. Entonces, cuando hablamos de «así es la vida», sí, así es: la tuya.

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  4. Alta en el Cielo Azul un Ala
    25 enero, 2014

    El comentario de Beucis, siempre tan bien insertado y concreto, aunque aún retoze en circunvalaciones explicatorias, me recuerda ese tipo de sucesos que se producen a partir de las chispas que saltan amenanzando incendiar el ámbito, por planteamientos no asumidos por un grupo que se posisionan firmemente en la defensa del protagonista inicial, quizás sin entender aún el fondo del discurso contrapuesto. O sea, que como dice el propio Buecis/autor, arroparse en lo convencional siempre resulta gratificante socialmente -se está en el mayoritario aparente- pero se da la espalda a la aventura automáticamente. Habrá que esperar a ese cambio que lo modifique

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  5. José María Bravo
    25 enero, 2014

    Perez de Carrera me hace pensar en nuestros temores, en nuestra cobardia en asumir nuestro propio cuestionamiento, nuestra propia posición personal frente a situaciones que implican, quizas, valentía.

    Estamos sujetos a las reglas, a las leyes estatales, a un civismo atado a convenciones que ahogan la sensibilidad personal.

    Tenemos pavor a asumir riesgos, a crecer sin paliativos. Eso nos hace agresivos. Nos volvemos defensores de todo lo que nos protege.

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