Párrafo 7.25

«7.25 Cuando paséis por los bosques de coral, veréis la vida de las dos puertas; entra y sale el agua y nunca se queda, y aquél que pretenda retenerla está viviendo en una mentira solitaria. En la frontera de la consciencia pastan caballos de cabeza de cobre y crines de seda, son hijos de los héroes y llevarán al yo desnudo hasta las praderas akásicas donde esperan las ideas que aún no han sido pensadas, porque allí, por la frontera de la consciencia, pasea el dios Pan, y de su flauta dulce surgen los fotones que alumbran el Sol. Y espera Orfeo para cantarte tu propia música, que destruye las murallas de las ciudades de cristal donde viven todas las voces del exterior.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

La poesía guarda las llaves de la frontera. Por eso este séptimo mensaje lleva por nombre “Sueños en Acción”, porque es la poesía una de las principales encargadas de crear, dar forma y finalmente alumbrar nuevos pensamientos y nuevos sentimientos. O al menos así lo creían los griegos (y seguramente otros muchos antes que ellos) que la llamaban poiesis derivándola del verbo poieo, “hacer”, “crear”. No solo los griegos derivaron así, la Edad Media llamó a la poesía trova, que significa “encuentro”, y a los poetas llamó trovadores, o sea, “descubridores”, “encontradores”, “buscadores de palabras”.

“Sueños en Acción” nos habla de cómo una acción nueva tiene primero que derivarse de un pensamiento nuevo, y de cómo éste está íntimamente relacionado con el sueño, siendo el sueño algo así como una frontera, un umbral, el espacio a partir del cual la consciencia que tenemos de nosotros mismos y de lo que nos rodea, tan sólidamente establecida durante la vigilia, tan segura, comienza sin embargo a difuminarse, a confundir sus contornos. A este umbral, a esta “sombra malva” o “sombra de sombra”, donde se desfiguran hasta los colores y los sonidos, llamamos “frontera de la consciencia” y hay quienes se atreven a acercarse a ella despiertos, sin más ayuda que la fuerza de su voluntad. Estos son los poetas, los artistas, los ascetas. Otros, que ansían alcanzar el mismo estado, pero que no están dispuestos a hacer sacrificios tan grandes, utilizan otros medios que les procuran atajos, “vías cortas”. Recurren a las drogas, a sonidos recurrentes, tambores, timbales, danzas, movimientos. Ganan percepción de ese mundo que está en y más allá de la frontera, ese mundo que en este párrafo se describe y se descubre, poblado de caballos con cabeza de cobre y crines de seda, pero lo hacen a costa de perder percepción del mundo del más acá y lo hacen, sobre todo, a costa también de su salud.

Llama intensamente la atención la velocidad con que en occidente se ha perdido la noción de frontera de la consciencia, de cómo occidente, de tanto concretar, ha borrado hasta el recuerdo de lo difuso, de lo indeterminado, de la sombra y del asombrarse. Hemos olvidado las musas, ya nadie se encomienda a ellas. Por tanto no hay verdaderos poetas, ni músicos, ni verdaderas danzas. Porque una ley fundamental de esta y de toda frontera es que uno no puede adentrarse en ella sin encomendarse a algo más grande que uno mismo y, por desgracia, occidente y los occidentales nos contemplamos a nosotros mismos como lo más grande del mundo.

El poeta, el artista, al contrario de lo que decíamos que creían los griegos, no crean. Dan a luz, pero no crean. Dan a luz formas que encuentran más allá de las palabras, formas que tal vez les acercan las musas, son traductores de sensaciones, traductores de imágenes, pontífices o alzadores de puentes. Dan testimonio de que existen espacios de encuentro y, cuando su arte alcanza determinadas cumbres, su obra es capaz de catapultarnos, de dispararnos a nosotros mismos al espacio donde se producen aquel. Este es nuestro drama, haber dejado que se estigmatice a los poetas, que se ridiculice el disparate, que se persiga la creencia.

Los colegios educan para la repetición, la concreción y la consecución de objetivos previamente fijados, contenidos que se toman como culmen de todo lo que humanamente es digno de ser aprendido, sin darse cuenta de que, en realidad, dan vueltas en círculos cada vez más concretos, por lo tanto, cada vez más cerrados, más rígidos, y que nos acercan cada vez con más velocidad y con más fuerza a la máxima objetividad de todas que no es sino el punto fijo, inmóvil, muerto. En el ínterin, todos asumimos el rol de verdugos en vez del de trovadores. Todos asumimos la seguridad de una vida de funcionario en vez de la aventura de una vida de trovador.

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6 Comentarios

  1. De béstias y hombres
    2 noviembre, 2014

    Reptiles de piel fría deslizándose, conejos asustados de su suerte, mosquitos trompeteros que murmuran, linces que en su agudeza se despistan, osos que en las hormigas se demoran, tigres que en sus manchas se acurrucan, elefantes que en sus trompas se alucinan, panteras cuyos ojos claman vida, y los gatos, y los perros, y las ratas, y los cóndores y los abejarucos y las garzas, y los corzos y los lobeznos y las trágicas, desalmadas miradas de los hombres que miran y no ven con qué insolencia se arrogan, y se crecen, y se empapan de todo un saber que no repara en cuánto sin razón ellos le ganan la batalla en todo el esplendor de su ignorancia.

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  2. Atila
    5 noviembre, 2014

    Y cuando la muchacha nadaba llevada por la corriente del agua, alguien muy grande se puso delante de la puerta de salida del agua para recibir su masaje y después hizo lo mismo en la puerta de entrada y ella tenia que hacer esfuerzos porque el movimiento del agua se lo impedía y lo mismo le ocurrió a los animales desorientados, pero que allí habitaban incluido su gran caballo de mar que tuvo que abandonar pero la chica siguió y siguió y cuando encontró la caliente arena vestía de novia y su capa estaba cubierta de los corales que encontró en su largo camino y avanzo hasta los sabios mientras que el ser que taponaba las salidas se hundió porque durante su masaje se quedo dormido.

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  3. Beucis
    6 noviembre, 2014

    Como decía Homero: “ ¡ Cántame Musa ¡ “ Para leer este texto, creo yo, deberíamos tener la intención de convocarnos; la intención, también, de llamada y de petición de ayuda.
    No sé cómo abandonar las muletas de la razón, necesarias hasta que topamos con una muralla de obstáculos. A partir de este momento todo es nuevo; todo es aventura; desconocimiento.
    No sé cómo convocar la ciencia, la poesía, la mística. Sólo sé apelar con humildad a esas posibilidades que creo que tengo para tratar de hacer lo que no entiendo pero en lo que creo. Subir las cuestas del agua que me hablan de memoria viva; abrazar la vida entre las dos puertas. Emprender el camino que lleve a la frontera de la consciencia.
    Si el dios de las dos caras, Jano, flanquea la Puertas; Muerte y Nacimiento—Tánatos y Eros – nos muestran el camino que lleva desde el bautismo de la memoria del agua al bautismo de la purificación del fuego; son los Juanes, los maestros, los que nos llevaran a la frontera de la consciencia, donde pastan los caballos, la Cabala, la sabiduría y donde las praderas akásicas tienen ideas no aprisionadas por la razón. El dios Pan y Orfeo, la Iluminación y el Ritmo, Indican un Camino Rea que habrá que transitar con estos sentidos, nuevos sentidos.
    Y así, a la espera, sin saber, sólo nos queda decir: sí quiero y desde ya y que las Musas nos canten.
    Afrodita, te pido disculpas. Posiblemente, sin ser consciente, en mi anterior comentario no lo hice bien. Un abrazo.

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    • De béstias y hombres
      6 noviembre, 2014

      Pienso que te estás refiriendo al comentario tuyo en el texto 7.23 y a mi respuesta (bastante ácida, lo reconozco) que, por cierto, yo escribí con mi verdadero nombre aunque aquí a quien le hablas es a Afrodita. Pero sí, Alicia y yo somos la misma.
      Me pides disculpas y dices “Posiblemente, sin ser consciente, en mi anterior comentario no lo hice bien.”.
      No. No es que lo hicieras bien o mal; que yo no lo sé. Lo que pasa es que ─ característica mía como cualquier otra de tantas características como pueda haber en las personas ─ siento aversión hacia todo lo que percibo como afirmaciones categóricas y mi primer impulso (muy visceral, lo sé) es rechazarlo en tanto que, y por el contrario, me siento infinitamente más inclinada a tomar en consideración todo planteamiento, el que sea y acerca de lo que sea, que viene expresado desde la inseguridad o de la duda.
      Pero, insisto, se trata tan sólo de mi apreciación personal y enteramente subjetiva.
      Entendiendo, al mismo tiempo, que las personas ─ tú, en el caso que nos ocupa ─ no podemos andar continuamente con pies de plomo echando cábalas de qué susceptibilidades podremos herir aun sin quererlo, te pido yo disculpas por mi reacción un tanto desmedida.
      Un beso

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      • Afrodita
        6 noviembre, 2014

        Vaya, un despiste, lo he enviado con el último nombre que utilicé y no había borrado que, por cierto y para mi sonrojo, lleva una falta de ortografía imperdonable.
        En fin, qué se le va a hacer.
        Creo que ahora si estoy enviando como Afrodita.

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  4. Mandrágora
    6 noviembre, 2014

    Aprender a vivir, ¡no es tarea fácil! ¿Por qué no ser más conocedor de las leyes que rigen nuestro mundo? Luego quedaría el libre albedrío y el negarse si uno quiere, pero errar tan continuamente por desconocimiento, que triste, ¿no? Nos están diciendo que en nuestros bosques de coral ―me sugiere el cerebro― entra y sale el agua y nunca se queda, ¿y no nos pasamos la vida luchando contracorriente? Seguramente podríamos ser más felices.

    Hay un orden y caminos establecidos en donde parece que solo toca hacer el recorrido sí o sí, y la manera de constatar que ni el atajillo vale, que te has metido en un buen charco o que vas en dirección opuesta, la vara de medir suele ser familiarmente por la sensación de malestar y sufrimiento que se desprende. Ese es el timón. Si es así, se puede decir que el grueso de los mortales son almas sufrientes o, utilizando mejor los pronombres, somos almas sufrientes a la vista de lo que se ve. ¡Que pocos saben aceptar la fatalidad con humor y paciencia! Las más de las veces, amarga y genera posiciones defensivas que luego cuesta desandar. Beber del aire libre y erguir bien alta la cabeza nos llevaría a esas praderas que cita el autor, y nutridos de nuevos mensajes, con otras sinapsis y nuevas conexiones, aumentamos la inteligencia, conectamos con el saber y con toda una base de datos que parece que está a libre disposición sólo para el que esté en condiciones de poder acceder, que no es poco.

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