Párrafo 9.8

9.8 «Aquel cambio profundo hizo que las gentes abandonaran la trashumancia del caracol y se aposentaran en territorios fijos, y nacieran los lares, las casas estables y las sociedades complejas hasta la aparición de los burgos. Los burgos, las ciudades y las sociedades de oficio son mucho más antiguos de lo que hoy reconocen las ciencias arqueológicas. El nacimiento del granero, almacenar comidas para personas y bestias, fue el gran paso para llegar al mundo que hoy conocemos. Aquél fue un tiempo de revoluciones y proezas fabulosas, héroes y dioses trazaron un ajedrez sobre las líneas energéticas de la Tierra, y los Pueblos del Mar, tritones y sirenas, conocedores de la memoria del agua, se enfrentaron con los centauros y los quirones que llevaban escrita en la sangre el futuro de una nueva consciencia».

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Es llamativo como un cambio en la alimentación fue el motor de una transformación tan fuerte de la sociedad. No parece que fuera el desarrollo intelectivo, sin menospreciarlo, lo que generara nuevas ideas sobre las que los individuos fueron cimentando sus tendencias, costumbres, comportamientos y actitudes, sino que fue la relación individual y colectiva con la ingesta de cadáveres la que proporcionó un espacio de relación vital distinto desde el que se complejizó el funcionamiento social.

¿Si tal repercusión tuvo un cambio alimentario, por qué no pensar que una transformación alimentaria pueda provocar actualmente en nuestra sociedad una revolución de dicha índole?

Estamos enfrascados en creer que los cambios sociales más importantes vendrán de la mano de lo que los políticos sean capaces de implementar en el funcionamiento colectivo, ideas “nuevas” que aporten soluciones para problemas antiguos y así conseguir que todo el mundo pueda disfrutar del famoso estado del bien estar. De alguna manera parece que la llave del cambio, del progreso hacia una sociedad más justa y equilibrada, depende del desarrollo puramente cultural, intelectual y de valores éticos y estéticos ¿Pero cómo afectaría en el mundo prescindir del sacrificio de millares de seres vivos por sistemas capaces crear los nutrientes necesarios para nuestra vida en un laboratorio? ¿Cómo nos cambiaría desterrar nuestros hábitos cíclicos de alimentación asociado a horarios concretos? ¿Acaso no cambiaría por completo las típicas cenas de empresa, reuniones familiares, comilonas con los amigos y todo tipo de reunión multitudinaria circunscrita a la comida? ¿Qué nuevas formas sociales de reunión surgirían? ¿Se rompería la búsqueda de situaciones lúdicas y el fortalecimiento de los vínculos emocionales en el contexto habitual del banquete?

Creo que nuestro concepto más elevado de transformación social sustentado por el alimento se llama Máster Chef, El Bulli o lo asociaremos con Chicote. Sin entrar en problemas como la anorexia o la obesidad, la alimentación parece algo irrelevante en cuanto al papel de congregación y dictador de nuestros ritos diarios. Quizás, cuando se libere nuestro funcionamiento social del yugo de la depredación salvaje comiencen a liberarse capacidades de relación que permitan sublimar nuestras vidas hacia los aspectos más trascedentes del ser humano.

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5 Comentarios

  1. Afrodita
    6 septiembre, 2015

    Ya no había que permanecer esclavizado a la obligación hasta entonces ineludible de aprovisionarse del sustento cotidiano. Se podía ir de caza de forma más espaciada. Dedicar un tiempo a plantar frutas y cereales y hortalizas, esperar a que crecieran, cogerlos de la planta cuando estuvieran en su punto y comérselos o, lo que no fuese perecedero y se pudiera conservar, almacenarlo en el granero. Y ya está, a vivir el cada día sin agobiarse sabiendo que las necesidades estaban cubiertas.
    Porque lo cierto es que el cuerpo de nosotros los que vivimos no necesita más que, como las máquinas de los trenes antiguos el carbón ― que los modernos no me sé a qué van ―, el equivalente en nutrientes y ese tipo de cosejas para funcionar de manera aceptable y cumplir su cometido.
    ¿Pero qué paso a raíz del descubrimiento que, parece, habría debido de suponer una liberación que diese paso a otro tipo de planteamientos menos ligados a la inmediatez de llenar la andorga?
    Pues no lo sé. Pero si tal tipo de planteamientos tuvo lugar y fue ocasión de nuevas actitudes ― o aptitudes, o las dos cosas ―, debe de ser que o la ocasión se desaprovechó, o se vio que no aportaba gran cosa muy esencial, o, como de eso ya hace mucho, se perdió por el camino del tiempo y no llegó a los que somos ahora, o llegó pero olvidamos qué pudo ser y dónde pudo conducir, o hemos visto que, lo mismo que ellos ― me viene a la cabeza un proverbio que reza “el andar de la madre lleva la hija, siempre salen los cascos a la botija” ― no aporta gran cosa muy esencial.
    Los graneros de ellos son nuestros frigoríficos y congeladores. Te vas al centro comercial una vez al mes y de paso meriendas con los niños tortitas con nata y ves una película. Y en tu coche, además, tan cómodamente en su aparcamiento. Sin mancharte ni las manos ni el alma porque “yo no he matado nada” y es verdad, que todo lo que llevas va envasado, al vacío, y precintado, de manera que quién se para a echar cuenta de que lo que va a comerse tuvo una vida que, quizás ― sólo quizás porque no sabría qué argumentos esgrimir (o sí pero sería divagar) para asegurarlo ―, su Creador adornó de un para qué que, nosotros, con las prisas que nos siguen agobiando por más que los congeladores estén llenos, no tenemos tiempo (en realidad “ganas”) de pararnos a considerar.
    Lo que sí tengo una vaga idea de que sí hacían ellos era, antes de ― o después, no sé qué hacían primero ― dar gracias a aquellos dioses tan primitivos suyos por los manjares que tenían delante ― aunque sin mesa ni manteles ( los muy ignorantes, pobrecillos, que hay que ver la de siglos que nos ha llevado el aprender a ser pelín exquisitos y a tener modales) ni cubiertos; que, por no tener, ni una copita de vino aunque fuese de tetrabrik ―, darlas también y honrar con un mínimo de respeto a aquellas vidas que habían sacrificado y de las que desconocían (con ignorancia posiblemente menos burda que la nuestra) si estarían teniendo un fin y un para qué que se les escapaba.
    Y nos seguimos agobiando; y, por mucho que ― correctamente vestidos y bien presentados, en las pantallas de los televisores ― lo adornemos de retóricas, sigue siendo por la supervivencia…
    La nuestra, que la de tantos otros ― también se ven en los televisores ― ya es otra cosa.
    Pero nos alcanzaran o incluso nos superarán. Sólo es cuestión de tiempo.
    Y seguirán, una vez instalados y con los frigoríficos llenos, esforzándose sólo por la supervivencia.
    Cuando se hacen elogios de la Cultura, y de lo importante que es adquirirla… ¿Se está pensando en otra cosa que en las materias regladas y en los conocimientos académicos necesarios para subsistir en un mundo en el que, por lo visto, ya no hay que enfrentarse a las fieras?

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  2. Mandrágora
    9 septiembre, 2015

    Retomando la nueva temporada, tengo que discrepar del comentario del Aventurero: no creo que fuera el cambio alimentario lo que produjo la transformación de la sociedad, yo diría que al contrario, al haber una maduración social determinada, auspiciada por gentes que sabían hacia dónde ir, propició un cambio sustancial en la alimentación, como reflejo no como precursor. Al igual que hoy día, el rechazo e intolerancia a determinados alimentos ―cada vez más amplio el abanico―, así como el aumento de las enfermedades psiquiátricas relacionadas con la ingesta ―mayoritariamente en mujeres y en edad adolescente―, nos incita a adentrarnos en una atención prioritaria que vaya desalojando viejas inercias mecanicistas de consumo, así como hábitos y costumbres. No hay nada como el que se instale la enfermedad, la intolerancia y el problema para que necesariamente toque plantearse cómo hacer y hacia dónde. A lo mejor son los últimos estertores de un ciclo viejo y caduco.

    ¿Ese futuro de una nueva consciencia, que nos habla el autor, está ya en nuestro presente? ¿Ese mensaje se ha impreso como para llevarnos a otra nueva transformación alimentaria? ¿Nuevos productos entrarán a formar parte de un nuevo escenario en la medida en que el hombre se interrelacione con lo que ingiere de otra manera? ¿A mayor devoción y respeto hacia los alimentos, surgirán nuevas aportaciones, nuevas formas, nuevos nutrientes? ¿Harán falta nuevos alquimistas, nuevos sabios que faciliten la siguiente transformación, acorde con renovados estados de consciencia? Todo un cúmulo de preguntas en donde la estrecha vinculación entre la toma de conciencia y la ingestión parece clave.

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  3. Beucis
    10 septiembre, 2015

    Hace pensar, reflexionar, y mucho, que este cambio alimentario pueda estar, también, tutelado por seres especiales, kirios portadores de luz, con superioridad manifiesta sobre chamanes, druidas avezados, y curetes inspirados. Intervinieron, manipularon especies silvestres hasta hacerlas comestibles, aptas para alimentar al hombre y hacer posible su evolución. Porque se puede deducir que un cambio alimentario de esta índole conlleva una crisis, una revolución que cambia las estructuras del mundo, permitiendo pasar del nomadismo y la transhumancia al sedentarismo, a aposentarse, fijarse en un entorno elegido.

    Se crean relaciones con los demás; reglas de convivencia; hay ritos, ofrendas, sacrificios de los alimentos a seres superiores que el hombre quiere propiciar. Ganar su voluntad.

    Nos podemos permitir analogías y asegurar que estos cambios sociales surgidos de cambios en la supervivencia, se extienden, también, en cambios de actitud respecto al sexo, la familia, la estirpe, así como en actitudes frente al poder y la riqueza.

    Cabe preguntarse si cada cambio, cada crisis, revolución, no tienen los mismos referentes; no dan pasos similares; no siguen pautas análogas; si los kirios se replegaron en su patria lejana o continúan atentos, vigilando nuevas humanidades.

    El modelo actual se tambalea. La actitud ante alimentos, cada vez más sofisticados, es depredadora, la gula prevalece sobre la comunión y el respeto: sobre el ágape. Surgen enfermedades graves como respuesta a esa avidez.

    También nuestra actitud con el sexo, con el dinero. Hay avidez; Hay gula, lujuria, avaricia: tres de los siete pecados capitales; pecados, pecas, energías obstruidas, que impiden su fluidez y que deberemos trasmutar en virtudes para recibir al nuevo hombre, que alguna vez será Adan kadmon.

    Tiempo de héroes renovados, de dioses transformados, de hombres caminando. Seguramente se están trazando nuevas acupunturas, nuevas arquitecturas en sitios necesarios para que el nuevo hombre se encamine hacia el arcano; a la anarquía.

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  4. Ni Alfa ni Omega
    11 septiembre, 2015

    Estimados de por aquí: Según datos históricos fehacientes y estimaciones varias, el sedentarismo, la sistematización de los cultivos y la estabulación de la ganadería, suele atribuírse a una época situada entre 9.000 y 8.000 años A.C., y en el llamado «creciente fértil» , territorio de relaciones viajeras y asentamientos diversos en lo que hoy sigue siendo espacio de conflictos internacionales. Los otros fenómenos adheridos y mencionados aquí por redactor principal y observadores (Aventureros), coinciden en parte con tales fechas y se derivan en parte de ellas. Otros fenómenos son más modernos, y se relacionan con los pueblos que por fin consiguen un asentamiento definitivo en el torno de aquellos territorios, construyen ya unas sociedades más estables, organizadas, culturales, etc. Este otro nivel factorial se sitúa entre los 4.000 y 3.000 años antes de Cristo y alcanza su zenit hacia los años 900/600 de la misma era.
    Todos los inventos y formas culturales no se dan al mismo tiempo ni generan los mismos resultados. Hablamos básicamente de la cultura llamada «europea», pero siempre nos olvidamos de otras culturas que se desarrollaron antes en otros territorios, como parte de la africana, la china, la hindú, la egipcia, y la asiática menor. Entre otros fenómenos, en esos espacios de tiempo aparecen las distintas formas de escritura y lenguaje, el dominio de los metales, las artes suntuarias, lo inicial de las religiones casi con similares períodos de creación y desarrollo.
    Y ahora resulta que mucho antes de tales épocas prehistóricas/históricas, se desarrollo una civilización primaria y un cambio fenoménico en los grupos pre-homínidos de Sudáfrica, que ya tenían métodos organizados de supervivencia y organización social. No somos nadie.

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