Párrafo 12.32

12.32 «Las galaxias tienen su propio ritmo, el sistema solar tiene su propio ritmo, la Tierra tiene su propio ritmo, y el hombre y la célula y hasta la partícula invisible más diminuta; todo se mueve incesantemente, provocando espacios que conectan con un mundo superior. En la simbología india el bastón de Brahma, como el caduceo de Mercurio, representa la vibración musical rusultante de la melodía interpretada por la columna vertebral en el arquetipo físico-místico del cuerpo humano.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Este pasaje del libro me recuerda tantos otros del Tao: aparentemente sencillos, obvios en la expresión de la realidad que describen, sin embargo, socialmente no se aplican. Que lo blando y flexible vence a lo duro y rígido es un realidad obvia que socialmente no se aplica. Socialmente se prefiere la fuerza a la flexibilidad, la dureza en el trato al hecho de ceder y hacer concesiones, aun cuando estas parezcan necesarias para que la cosa funcione. Que todo se mueve es una realidad aparentemente fácil de comprender, asequible y que debiera de estar también incorporada en nuestro día a día. Sin embargo no es así, y no solo los ritmos de los sistemas superiores e inferiores (sus escalas de tiempo y espacio por ejemplo) nos son prácticamente del todo desconocidos, también los nuestros propios lo son. El caso paradigmático es cómo la apisonadora del “ritmo laboral” atropella indiscriminadamente los ritmos de niños y adultos, y aborta desde que nacemos la posibilidad entrar en nuestro propio ritmo. Los ejemplos de este atropello son infinitos: hemos llegado a un punto de desencuentro tal que parecemos abocados a aprender solo cuándo y cómo nos digan. Nuestra armonía interna permanece oculta, mientras hacemos sonar una rutinaria, mecánica y aburrida armonía monocorde al son del reloj-despertador. Afortunadamente, un ejército de robots vienen dispuestos a dejarnos a todos en paro, ¡bienvenidos sean!

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4 Comentarios

  1. DeBerkan
    20 junio, 2017

    Me imagino la columna vertebral como un xilofón, donde las notas musicales más graves resonarían en el sacro y ascendiendo hasta las cervicales donde resonarían las más agudas. Las vibraciones coloríficas, seguirían la misma dirección.

    Pero no hay que equivocarse, pues todas las vibraciones sonoras y de color, las encontraríamos en todos los espacios del bastón de Brahma. Y las mismas frecuencias y otras que aun se desconocen (y creo que existen) las encontraríamos en cada espacio celular de nuestro organismo al igual que en cada planeta, estrella, galaxia y universo.

    Y es más, también creo, que esas mismas frecuencias conocidas y desconocidas, también estarían vibrando en todos nuestros cuerpos más sutiles. Como dice el Autor, en el arquetipo físico-místico del cuerpo humano.

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  2. Beucis
    21 junio, 2017

    Todo es ritmo. Desde lo más grande a lo más pequeño; desde lo de arriba a lo de abajo, todo se somete a su propio ritmo, a su propia vibración. En todas las cosmogonias, el ritmo está en el principio. El Ritmo, el Verbo emergen, nacen del Caos inmenso, insondable. La Luz y el Ritmo: el dios Pan y Orfeo, la lira de Apolo, la xiringa del Afilador de Ligazón, la obra de Valle Inclán, nuestras cuerdas bucales, todo emite, crea, vibra y danza, desde el principio, cuando desde la eternidad la nave Argos navega impulsada por Orfeo, siguiendo su música, atraviesa las Puertas Abatibles, las Simplegades, y se adentra en lo ignoto de nuestro cerebro, Ea el país sin nombre, con riesgo de muerte o de locura. Con esa ayuda se pudo iniciar este viaje peligroso y desde entonces se inicia la separación de los dos hemisferios de nuestro cerebro y nuestra posibilidad de elección, de juicio, nuestra posibilidad de evolución.
    Y ahí tenemos nuestra tarea, completar nuestros sentidos con estos otros dos, que están ahí desde siempre, ocultos, pero a los que hay que desvelar y siempre con la ayuda de Eros, el Amor, el gran Creador.

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  3. Rafa
    22 junio, 2017

    Vibramos al ritmo del universo. Sabemos que en principio la creación, es un patrón de vibraciones, que todo se está moviendo a ciertos ritmos, dentro de un gran y único ritmo que incluye a todos.

    Esa energía del espíritu que en el ser humano llega a permitir la coexistencia simultánea de todos los planos, ha sido identificada con la energía cósmica, por lo que se considera un motor fundamental para la vida.

    En el cuerpo humano, esa energía que sube desde el sacro a las cervicales, permite al individuo conectar con planos superiores de consciencia.

    Tanto es, como una vibración musical, que en algunas culturas, se identifican las vértebras de la columna con campanillas.

    La simbología de la subida de esta kundalini, enroscándose y fusionándose, ida y pingalá, masculina y femenina, yin y yan; se ha representado como el bastón de Brahma, el caduceo de Hermes (Mercurio), la vara de Esculapio, o el báculo del Papa.

    La subida de la kundalini, a través de la columna vertebral, si es que se produce, debe ser controlada, en la mayor parte de los casos por un maestro, pues se producen reacciones en el individuo, sobre todo en el que no está preparado para recibirla de dificil asimilación por la consciencia.

    Hay seres que han madurado lo suficiente para que su caudal de energia se incremente en su sistema sin perjudicarlos, con lo cual crece su nivel de vibración. les posibilita su crecimiento y realización, y esto a su vez afecta a las energías de otros seres que viven en su » entorno», interrelacionándose con ellos, y como resultado la elevación del nivel vibratorio del planeta.

    Esto es lo mismo que describe la física cuántica: entre dos partículas conectadas, el cambio en la primera, se verá reflejado inmediatamente en la segunda.

    Un abrazo.

    PD. Al aventurero, corregir en el texto, si procede invisble y molodía

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  4. loli
    22 junio, 2017

    Cada lugar en este mundo tiene, seguramente, su propio ritmo, y sus propios pequeños ritmos subsidiarios.

    Y la vida, los seres vivos que habitan en ellos, también.

    Y las personas, los seres humanos que nacen y se desenvuelven en ellos….recogen y son testigos de esos ritmos, y los incorporan y los trasladan con ellos.

    Sin embargo, nuestro modelo social, solo reconoce el que él impone, el que cree que es vital para su supervivencia como tal, y lo presenta como “adalid” del progreso, cuando es el mayor tirano con el que nos podemos topar.

    Recuerdo a mi madre colocándome una muñeca con un dispositivo musical para que me sirviera de “suave despertador” a una hora que no correspondía.

    Los niños marchan dormidos a “ser guardados”, y aterrorizamos los sueños de los ancianos para cumplir con las tareas encomendadas por la rutina de sus “cuidados”.

    Etiquetamos como nos da la gana la expresión de otros “ritmos” y enjuiciamos también, como nos da la gana, a quienes traen en su equipaje, enraizado y abrazado, el suyo propio como persona, con el telúrico del lugar que le vio nacer y que le acunó.

    “El trabajo os hace libres”, rezaba el acceso al horror exterminatorio de los campos de concentración nazis.

    Pues eso….bienvenidos los robots que nos dejen en paro…cuanto antes, mejor.

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