Párrafo 4.13

4.13 «En la representación aparente de Hestia, la Dama del fuego, la llama representa la combustión como un principio shivático (destructor) lleno de matices en constantes combinaciones de colores y formas, y desde el rojo al violeta convocan a su contemplación. Por eso los humanos miran el fuego como una representación de lo que vive su energía, de lo que emiten sus células y no alcanzan a percibir. Lo observan como en un trance hipnótico, y a veces no pueden despegar su atención ante el arrebato de mensajes incomprensibles. El fuego siempre fue un tótem en todas las culturas. Hay ritos y fiestas del fuego en todos los países, en el equinoccio de primavera como adoración al nacimiento del Sol, y en el solsticio de verano con la quema de los rastrojos y todo cuanto sobra para empezar una vida nueva. La llama es la paredra de Shiva, es la purificación por medio de la liberación de energía, la energía calórica que modifica y transforma los elementos, la representación solar en la noche; y el hombre, que es capaz de liberar sus combustiones, de firmar un pacto de entrega con la diosa Hestia, estará encontrando el camino de la libertad».

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Hestia es una diosa relativamente poco conocida, a pesar de que pueda sonarnos a unos más y a otros menos. Los romanos la llamaron Vesta. Es la diosa del fuego del hogar y del hogar mismo, y de aquí, me pregunto, si no será también la diosa o el arquetipo para otros muchos fuegos, internos y externos.

En este sentido me recuerda a los dioses védicos Surya y Agni, dioses que, teniendo una relación con el sol y el fuego, representan a la vez un fuego interno y externo; por ejemplo, esa sensación de calor, de energía que se desprende, que se da en determinados momentos durante la combustión celular. Hestia, como Agni, puede ser la representación del fuego, de la llama y, a la vez, representación del fuego místico, del fuego de santa Teresa y de san Juan de la Cruz, del fuego cátaro también (por desgracia, parece que nunca ardieron las dos hogueras, la interna y la externa, con más fuerza y con más virulencia que en esos -puede- más trágicos que dichosos años).

La representación de Hestia, desde el símbolo de su dicción, de su verbo, ha de relacionarse con “estío”, con el cual tiene una relación obvia; y quizá también con “bestia”, puede que por estar las bestias privadas de su fuego (esa b- significaría privación, de alguna forma). Podría ser la diosa del “estar”, pues el lugar de la lumbre en la casa, y por extensión la casa misma, indican el lugar por excelencia donde se está. Nada nos desvía de esta idea y aún nos confirma Platón en ella cuando nos dice, en su diálogo sobre la exactitud de los nombres, que Hestia ha de relacionarse con la esencia, es decir, con el ser, pues ser se dice “es”, y a una participación del ser se le llama “estar”. No deja de ser curioso que esa afirmación sea cierta a la vez en griego y en castellano, algo que apunta el mismo Platón.

Mitológicamente, Hestia era representada por los griegos como la primera de los seis titanes nacidos de la unión de Crono (el tiempo) y Rea (la materia), por tanto, la que otorgó el ser a todo lo nacido después de ella, incluidos los demás titanes, sus hermanos. Esta era la razón por la cual Hestia era la primera en recibir los sacrificios que se hacían frente al altar de los dioses. Algunos comentaristas señalan, además, la forma en que aquello sucedía: Hestia concedía a los seres creados la esencia, lo inmutable, lo imperecedero, mientras que su hermana Hera les concedía la procesión, el devenir, el movimiento. Por eso Zeus casa con Hera y por ello se dice que Zeus le concedió a Hestia el permanecer siempre virgen. En su representación iconográfica, uno de los valores simbólicos más relevantes de Hestia es, precisamente, el velo, símbolo de virginidad.

El arquetipo de Hestia está apenas esbozado, es cierto, a pesar de ser varios los cultos estructurados que se han desarrollado entorno a él. No solo el pensamiento védico desarrolla nociones muy similares, como hemos visto, sino que también lo han hecho los magos, los “parsis”, que son los seguidores del culto del fuego por excelencia, cuya escritura sagrada se llama, precisamente, Avesta. También los celtas desarrollaron el arquetipo del fuego eterno, con su diosa Brigit, a quien consideraban hija de la poesía. De quién lo tomaron los griegos es difícil decirlo, pero sí se sabe que los romanos acabaron prostituyendo tanto el principio como su manifestación simbólico-externa, esto es, la vestales.

Como idea filosófica, Hestia, según mi parecer de aventurero, debe representar el deseo o, más bien, como indica el texto, la purificación del deseo. En relación con esto, se le llama paredra o compañera de Shiva, el destructor, porque en su altar son convertidos en ceniza los pensamientos inútiles, las obsesiones errantes, las corazas sobrantes y, en general, todo aquello que ocupa (o invade) más espacio del que cabalmente necesitaría. Nos podemos hacer una idea de la fuerza con la que en estos tiempos arden los altares encargados de purificar el deseo, cuando a cada momento un nuevo deseo viene a ocupar el espacio dejado por el anterior, sin solución de continuidad, en una secuencia rapidísima que tiene como resultado el que no hagamos prácticamente otra cosa que el acumular capas y capas de ceniza en unos altares, que lo que deberían estar aquilatando son diamantes y piedras preciosas o, al menos, carbones que sirviesen de materia prima para un nuevo proceso de transformación.

Si alimentásemos los altares con algo más que con deseos insatisfechos (el deseo, por definición, nunca puede colmarse), veríamos cómo cambian las luces del fuego, cómo cambia su ánimo y su presencia. En vez de contemplar un agitado quemadero de ilusiones que a su paso no dejan poso, contemplaríamos la belleza de una sutil y rutilante llama (o llamada) azul, sutilmente inmóvil, que ilumina con sus nuevas gamas de colores espacios antes ocultos sin consumir más de lo estrictamente necesario. Iluminación, este es el significado profundo del arquetipo de Hestia, la vocación de todos y cada uno de los fuegos que arden en el hogar de cada casa de cristal.

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8 Comentarios

  1. Icono-Plasta
    22 octubre, 2012

    Tampoco es pa tanto. El fuego es consustancial con el ser humano, del calorcito a la consumación del cuerpo, el acompañamiento de la soledad, el uso práctico para comer, la combustión de lo pasado o exagerado, la iluminación. Después podemos ponerle todas las astribuciones y representaciones que queramos, así como esa traslación a la coloración del proceso, desde el blanco al negro, pasando por todas las estancias de la combustión. Uno de los elementos de la vida, y por lo tanto de todas sus alegorías posibles. Y ahí sigue, en los oscuros abismos de la propia tierra o en el desencadenamiento veloz de algún asteroide perdido. Sí, podemos ponerle a todo eso significantes modelo.

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  2. Luz
    24 octubre, 2012

    1Arre caballito, arre, arre, arre…
    2arre, caballito que llegamos tarde…
    3con los zarcillos ilusionados de una parra,
    4que enredan, como a un niño, tus patas a la arena,
    5¡corta el mar y vuela…!
    6que mañana y siempre son tarde, también
    7Entre burbujas de miel busca el silencio.
    8para colorear llamas que caldeen el caldero
    9con un arre, arre, arre… que salpican versos
    10donde hierven las pociones mágicas de los cuentos.
    11Solo perlas del aire avivan la hoguera.
    12arre, arre, arre… un dios de silencio, calma.
    13luces en gotas de aceite… salpican,
    1las lamparillas de plata entre brazos, pies y manos,
    2arre, arre, arre…entre la saliva de la savia de una higuera
    3que ensortija el aire en tus oídos
    4…Y así, hasta, para, tras…arre, arre, arre, el sonido infinito del fuego.

    Al dios que reparte las alas a todos los arcángeles del firmamento,
    ¡¡¡…me he quedado sin tabaco!!!…

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  3. Mº de Magdala
    25 octubre, 2012

    Hablamos del fuego,elemento sin duda para la transformación de la materia y el espíritu.Me hace pensar que todas estas representaciones de diasas y dioses que antaño y aún hoy en dia pueblan y regentan altares,son una manifestación de la memoria humana perdida en el tiempo cuando el hombre empezaba a serlo.
    Con el dominio del fuego se inició uno de los más significativos avances para el ser humano en su principio de transformación.
    Con el fuego se dominaba las bestias,el sistema alimenticio cambió por completo dando al hombre la posibilidad de una mejor supervivencia a las enfermedades ya que al quemar parte de las bacterias de la carne cruda el sistema inmunologico seria más fuerte ,soportarian mejor la climatologia continuamente cambiante, todo ello supome una actitud ante el fuego de poder.
    El fuego es luz ,por lo que las oscuridades de las cuevas y los tiempos lumínicos de las horas tambíen cambiarian ,dando al hombre la posibilidad de mantenerse despierto más tiempo con lo que ello conlleva,mayor comunicación con el grupo,mayor comunicación consigo mismo ,más tiempo para dedicar a la busqueda iniciatica de las Artesy los cultos del más allá,comenzando el culto al fuego y a su inalidible responsabilidad por mantenerlo vivo.
    Destinado en su principio en los hogares, donde la mujer tiene su principal cometido como hacedora y protectora del mismo ,de ahí su vinculación con las distintas manifestaciones de Diosas en todas las culturas de nuestra historia pasada.
    Pero el fuego es mucho más ,es la llama eterna que alimenta la consciencia que mantiene viva la aptitud por la vida, es la llama interior que hace que las mentes y los cuerpos despierten de la ivernación sistematica sometida por las voluntades agenas ,que conducen al individuo hacia lo politicamente correcto.
    Es la Luz Divina que ilumina los centros del pensamiento y la razón que despeja y evapora con el calor las humedades calladas de las memorias pasadas.
    El fuego es transformación es Vida ,Esperanza,Pasión ,Perdón ,Fé y amor.

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  4. Afrodita
    26 octubre, 2012

    Los dioses, las diosas, los héroes, los mitos.
    Parece que estuviera incorporado a la cultura que somos invenciones, seres ideales (aunque defectuosos, que hay algunos y algunas que mucho ojito al parche) que alguien sacó de su imaginación hace mucho y que, desde aquel entonces lejano, los humanos tratáis de encontrar una aproximación, o un reflejo o una réplica, entre vuestros comportamientos y vuestras formas de sentir con los nuestros.
    A mí me parece que es al revés.
    Creo que alguien — no sé quién, pero alguien muy observador de la naturaleza humana; o “álguienes” según las culturas y las creencias, ya que con nombres tan distintos todas las deidades nos parecemos (cada cual en nuestra especialidad) bastante — recopiló a partir de la observación todas las virtudes y defectos que adornan (o afean) a cualquier persona; imaginó una forma de representar la avaricia, la generosidad, la venganza, la ira, el amor, el odio, el perdón, la soberbia, la justicia… etc.
    Y desde ahí pues era ya muy fácil. Nos adjudicó (el cronista o recopilador) una fisonomía y un aspecto, nos puso los nombres cuya etimología en cada idioma se estuviera adecuando a nuestras características más relevantes y… hala, ya tenéis ustedes todo un panteón al que adorar o al que temer, o al que imitar; o celebrar si os parecéis, tenéis algo en común con alguno que os guste (o supongáis que gusta o van a envidiaros los demás, que también tiene su encanto o su pelín de morbo), o lamentar que os ha tocado la china de emular, o evocar, a un dios o una diosa absolutamente odioso u odiosa.
    Lo veo como que ocurriese un poco igual que con los horóscopos. Yo es que como soy Aries, o Tauro, o Géminis o Cáncer o lo que sea, pues…
    Que no. Que estoy convencida de que no. Que los humanos no os parecéis a nosotros. Que somos los dioses los que nos parecemos a los humanos y, encima, como exagerando, sobreactuando. No hay ninguna virtud ni ningún defecto humano tan redondo, tan perfecto y tan alambicado y depurado como las virtudes y los defectos de que nosotros hacemos gala y derroche.
    Y Hestia, la prima Hestia tan así ella. Tan pagada de sí misma como si…
    ¿Quién no quema constantemente etapas en su vida?
    ¿Quién no, antes o después, ve cómo convicciones, sentimientos, son arrasados por el fuego de la propia pasión que los alimentó?
    Cuando tras la combustión quedan residuos es que las convicciones andaban un poco como en telendengue y medio trastabillando; y (o) los sentimientos no eran de buena calidad.
    Lo bueno es que no quede ni rastro, lo mismo que pasa con los diamantes puros.
    Y, desde ahí, pues empezar.
    Pero… ¡mucho cuidado! Estoy diciendo EMPEZAR, que no VOLVER A EMPEZAR.

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  5. José
    27 octubre, 2012

    Este párrafo me lleva más allá del tiempo. Hestia, hija de Crono, es liberada por el fuego. La llama insufla la transformación, aviva los colores para que imaginemos lo que hay más allá. Nos enseña la cosmogonía, el mito de la creación. El hombre, entonces libre, relata, canta, esculpe, pinta, los sueños.

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  6. Luz
    27 octubre, 2012

    Hestia es el calor de las plumitas que eclosionan un güevín…
    Hestia es el calor de primavera que revienta los colores de las flores…
    Hastia calienta la tierra para que germinen las semillas…
    Hestia es el calor que construye un panal…
    Hestia, es la temperatura de un vientre que desarrolla al ser nuevo…
    Hestia, es la temperatura de un cerebro que despierta a lo inconquistable, a los libros del conocimiento, disparando la chispa entre la dualidad.
    Hestia, es el calor que despierta el alimento exquisito desde la respiración más pura…
    Hestia, es el calor de la leche que sale de una mama para dar alimento.
    Hestia es el mimo que cubre, ampara y protege.
    Hestia, mantiene la vida en los espermatozoides…y..y..y…
    Deja el rastro en cualquier fecundación y a la genética que asiste.
    Hestia… es el calor de la amistad, de la risa al aire, del fondo transparente que nace entre vidas.
    Hestia, es el calor de la sangre, de la médula…
    Hestia son las crines del caballito…
    Hestia, no es hoguera que queme, que cocine, que deje ascuas y cenizas…Es el calor que transforma… que… restituye, que construye, que cambia, que metamorfosea, que…que…que… deja atrás sin dejar rastros.
    Hestia es homeostasia…
    … Míticamente, es la fricción del agua que da la figura de Venus, a Afrodita; da el fuego del aliento al Espíritu Santo; el roce del dedo poderoso de Vishnú; la Esencia de la Vaca Cósmica o el aroma del contenido del gríal, del caldero; la esencia del brillo de cada piedra preciosa…El sabor que solamente, sabe dejar una palabra sagrada…
    Hestia son el calor de las musas, de las palabras divinas que despiertan la madrugá… El kikirikiiii… del gallo cuando canta…
    Hestia es Vida; desde el rojo pasión hasta el ultravioleta sutil e invisible, es lo que esconde el mundo paralelo, en su seno, la Madre Natura…
    «¿Qué es poesía? –dices mientras clavas
    en mi pupila tu pupila azul.
    ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
    Poesía… eres tú.»
    …Pues eso, la calidez de una poesía…de un cuento de hadas, de una voz,,,de un silencio o de una fusión…a oscuras, a tientas…abriendo todas las leyes de probabilidad.

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    • Eleanora
      27 octubre, 2012

      ¡Qué bonito, Luz!

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      • Luz
        28 octubre, 2012

        Gracias. Me inspiré secando a mi perrita con una toalla después de bañarla porque estaba matá de frío… aquí, encima de mis piernas, mientras iba escribiendo…

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