Párrafo 6.13

6.13 «El dominio gradual y oportuno de esos mensajes no es sólo labor del sistema neurovegetativo o no consciente. Cuando se piensa en el sistema neurovegetativo se tiende a imaginar una red independiente, libre, aliado con un cuerpo de bomberos alerta y siempre dispuesto a apagar todos los incendios provocados por los fuegos artificiales del sistema nervioso central. No parece advertirse que él también está condicionado por los disfraces y musculaciones artificiosas a los que juega el mal llamado sistema consciente. De manera que una doble red que se presenta como una alternativa de seguridad para facilitar la aventura de la voluntad consciente, se ve sometida a ella por la inercia de una sucesiva acumulación de fracasos que necesariamente conducen al yugo de la esclavitud bajo leyes inferiores, dictadas por corros de palabras elegidas por el miedo bajo la protección de la ignorancia».

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COMENTARIO DE EL AVENTURERO

¿Cómo se puede conciliar el funcionamiento de nuestra consciencia y nuestro sistema neurovegetativo para que ninguno tiranice al otro?

Está claro que hay un flujo bidireccional entre nuestro sistema consciente y nuestro cerebro automático o neurovegetativo. Todos hemos experimentado cómo los pensamientos presionan sobre el cerebro neurovegetativo haciendo que el estrés se somatice generando un deterioro físico general. En el sentido contrario, un estado hormonal determinado puede llevarnos a tomar decisiones que parezcan ir en contra de nuestra voluntad.

Día a día, tenemos una cadencia de actitudes que llevan asociada una carga bioquímica específica que va configurando aquello que podemos llamar nuestra caracterología. Una especie de adiestramiento silente de nuestro sistema neurovegetativo que genera un sinfín de reflejos condicionados que nos hacen rehenes de nuestro costumbrismo. Para cada situación, para cada momento, para cada persona ya “sabemos” lo que vamos a experimentar y reaccionamos como si ya lo hubiéramos vivido, porque nos hemos acostumbrado a vivirlo de la misma manera cientos de veces. De esta forma nuestro cerebro automático empieza a no demandarnos aventura porque le hemos repetido la misma experiencia hasta la saciedad. Imbuidos en esta inercia es difícil salir de la rueda de la satisfacción de lo conocido, no vaya a ser que algo nos sorprenda y no tengamos archivada ninguna forma concreta de respuesta o comportamiento

¿Es posible qué el miedo a no saber responder ante lo desconocido nos vaya inhibiendo en la búsqueda de la inmensidad de lo que ignoramos?

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7 Comentarios

  1. Alta en el Cielo Azul un Ala
    18 noviembre, 2013

    Bueno, de acuerdo. Pero yo introduciría la variable abierta de la práctica de algunas disciplinas selectivas, o de obligado cumplimiento normativo, y otras de satisfacción alternativa elegible, cuya necesidad de cumplimiento voluntario te abre innumerables puertas desconocidas. Por ejemplo, una práctica deportiva regulada por el impùlso de participación y la ejercitación disciplinar. Proceso de superación que si la práctica incluye la co-participación descubre caminos de superación y solidaridad absolutamente nuevos. En las prácticas alternativas de crecimiento también sucede algo parecido. La voluntad personal abre caminos que se ponen por delante del discípulo, praxis de descubrimientos y participación aleatoria con el otro. La intercomunicación en la calle también abre caminos y contactos que uno creía imposible. Así que «el miedo a no saber responder ante lo desconocido» va desapareciendo por la necesidad de ejecutar el rito.

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  2. SARA
    21 noviembre, 2013

    El final del párrafo cuando dice «una sucesiva acumulación de fracasos que necesariamente conducen al yugo de la esclavitud bajo leyes inferiores, dictadas por corros de palabras elegidas por el miedo bajo la protección de la ignorancia» me parece tremendo coctel molotov…. y aquí estamos alimentando esos ingredientes. Creo que para cambiar algo tan arraigado en los humanos, una educación distinta es fundamental, pero mientras llega o no, podemos ir poniendo nuestra pequeña aportación, no sé, p.e.: dejar de comprar todos la misma ropa en las mismas cadenas de tiendas que parece ofrecen «pienso uniformado» para la gran manada y además, es un aburrimiento!!!!

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  3. Rafa
    23 noviembre, 2013

    Existen tres realidades en las que la psicología tradicional ha buceado hasta la saciedad, sin que al común de los mortales a mi entender, nos quede una noción exacta de la dimensión que representan, y estas son;

    La conciencia, La consciencia y la razón.

    La conciencia, a grandes rasgos, vendría a ser el conocimiento que el espíritu humano tiene de si mismo.

    La consciencia sería nuestra realidad, nuestra cosmogonía, la porción de realidad que cada uno sería capaz de asumir.Estamos lejos de comprender el salto cualitativo que supone pasar de la actividad neuronal del cerebro a la experiencia subjetiva de la consciencia

    Y la razón sería la facultad del ser humano que le permite formar ideas, juicios y representaciones en la mente, relacionándolas entre sí, la aplicación puntual de lo aprendido en situaciones concretas, y debería estar al servicio de las otras dos magnitudes.

    El sistema neurovegetativo, se puede definir como la parte del sistema nervioso central que controla las acciones involuntarias, por tanto entraría a formar parte del inconsciente, pero el autor nos habla de una voluntad de la aventura consciente,

    de la posibilidad de no condicionar nuestro sistema neurovegetativo con disfraces artificiosos del consciente, para que a su vez él nos sirva de apoyo.

    ¿A través quizá de una ampliación de nuestra consciencia, siguiendo las dictados de nuestro yo, (nuestra conciencia), aunque no tuviéramos razón?.

    Saludos

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    • Valentina
      23 noviembre, 2013

      Deduzco, si lo razono en condiciones, que la conciencia concierne a un estrato del “yo” digamos superior, o más auténtico, que no sabemos (o no recordamos) tener registrado en algo que se me ocurre llamar a mi manera “disco duro” de nuestra memoria; y que sin embargo la consciencia — a la que sí tenemos acceso desde la memoria aunque de forma un tanto tramposa o manipulada por nosotros mismos y nuestras circunstancias — corresponde a un plano más… ¿elemental?, ¿pedestre?… Y que es esta última la que se “adueña” de la situación y nos marca las pautas de conducta que no son las que la conciencia desearía.
      ¿Es algo así lo que quieres decir?
      Si en efecto es algo así, la tercera realidad de las que enumeras, la razón, ¿no está, aun a pesar de que debiera (entiendo) estar al servicio de las otras dos, más predispuesta a avalar las tesis de la consciencia?
      No parece que para romper el cerco, quebrar esa suerte (malhadada) de contubernio pernicioso, quepa otra alternativa que echar mano de la voluntad.
      Pero es que la voluntad también está muy embridada ¿No?
      Alicia

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  4. Rafa
    25 noviembre, 2013

    Valentina / Alicia, Hola a las dos.

    La Voluntad, también es un término dificil de interpretar, pues alude a una potencia sustitutiva del deseo, en un estadio ya superado, y que no hay que confundir con el voluntarismo. (nadie mejor que el autor, si tuviéramos oportunidad, para que nos lo desarrollara).

    No obstante, por alusiones voy a tratar de aclarar (te), (me), en alguna medida, estas relaciónes a las que aludo.

    No se si has oido hablar, de un término denominado.- (Registros Akasicos).

    Estos registros, serían una especie de memoria de todo lo acontecido desde el inicio de los tiempos, que estaría registrada en el éter

    Allí se almacenaría todo lo que ha sucedido desde el inicio de los tiempos y todos los conocimientos del universo; pues bien, estos archivos, estarían grabados en cada uno de nosotros, como si en cada hombre, se escondiera la presencia de toda la humanidad

    La lectura, de estos archivos se realizaría a través de sucesivas ampliaciones de consciencia, llegando en el caso de personas muy desarrolladas a la hiperconsciencia,

    Y la razón nos debiera ayudar a la mejor aplicación de este conocimiento en cada circunstancia.

    Y como el tema dá para rato, me voy a meditar un poco al respecto, dándome un paseo.

    Un saludo

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    • Valentina
      26 noviembre, 2013

      Al leer tu respuesta me doy cuenta de que, así como entre conciencia y consciencia si he establecido en mis líneas anteriores una diferencia, no lo he hecho en el caso de la voluntad y realmente al decir que está muy embridada me estaba queriendo referir más al voluntarismo. La voluntad será (creo) más afín de la conciencia, en tanto que el voluntarismo lo sería de la consciencia.
      Así, entonces, cuando decimos o pensamos, de manera consciente, estar poniendo nuestra voluntad en algo, ¿no hay bastantes posibilidades de que esté siendo sólo tenacidad?
      ¿Y que la voluntad se nos “escape” cuando pretendemos aprehenderla y que sea ella — aun a pesar de desconocerla, y de nuestra ignorancia —la que nos va abriendo puertas?
      Pero vuelvo a atascarme; porque si la voluntad es independiente de nuestra limitaciones, ¿qué méritos nos están cabiendo de lo alcanzado por sus logros?

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  5. Rafa
    26 noviembre, 2013

    Para entender mejor el concepto de Voluntad, habría que remitirnos al cristianismo.
    Para un cristiano, la voluntad es una de las tres potencias del alma.

    (memoria, entendimiento y VOLUNTAD).

    Tendríamos que abandonar nuestra propia voluntad, para entregársela a Dios, o como decía Sta. Teresa (el santo abandono a la voluntad de Dios).

    Con otra óptica del asunto, precedería al verdadero entendimiento, y estaría relacionado con la intención de nacer ¿Para qué estamos aquí?.

    Habría que trabajar, determinarse y disponerse a la voluntad del creador, o a la del verdadero Yo, que todos llevamos dentro, trás la superación de nuestros deseos.

    Estaría relacionada con la ampliación de la consciencia de la que hemos hablado, con la capacidad de sorprenderse uno mismo.

    El intento de ser un canal, un medio, y no un fín

    Un saludo

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